martes, 30 de septiembre de 2008

Y dos meses ya. Hora de repasar acontecimientos.

Hoy termina septiembre y mañana dará comienzo un nuevo mes. Para ser absolutamente franco, no creí que llegase a escribir de forma constante y seguida durante estos dos meses en que llevo manteniendo mi bitácora, respetando -salvo pequeños deslices puntuales- el publicar una entrada cada día. De momento sigo pasándomelo bien intentando mantener esta pequeña visión particular de casi todo, donde dejo brotar 'mi lado más House (doctor, doctor, ¿qué me pasa?)', y no parece que tenga intención de abandonar. Lo siento por los que deseaban verme desistir más pronto que tarde. A esos que esperan que caiga cada día, les tranquilizo: no sé cuánto tiempo más podré y querré mantener el ritmo de uno al día. Los años comienzan a pesas y eso de hacerlo una vez cada día, durante una hora o un poco más, es para gente joven, con la sangre un poco más caliente en el cuerpo y con menos cosas en la cabeza.

Como bitácora personal que es, no trata de un único tema, sino de demasiadas cuestiones. Pero ese soy yo, polivalente, polifacétivo y multiorgásmico. El restringirme a un artículo al día, además de resultar horrible cuando no tengo ganas de escibir, a veces genera ansiedad cuando sufro la tentación de administrar más de una 'píldora'. Pero en la mesura está la sabiduría. Por otro lado, quiero reseñar una vez más, es cierto que ésta no deja de ser una visión parcial y puntual de mí y de mis ideas. Intento pasármelo bien haciendo un poco el cafre y resultando políticamente incorrecto. Como mi padre decía 'la maldas es creativa', a lo que yo le añado 'y divertida'. Y como suelo decirle a los equipos de trabajo que tengo que llevar al éxito en los proyectos, 'si no es divertido, no merece la pena'.

Comencé este sitio sin tener muy claro de qué quería hablar, pero sabiendo que algo quería dejar para cuando 'ya no estuviera' (de eso hablaré en otro momento). Al poco se me ocurrió que, para poder mantener el ritmo de una entrada al día, más por adquirir hábito que por tener cosas que decir, debería poder disponer de 'series' que me guiasen en el transcurso de las semanas y de las que tirar en caso de bloqueo mental, que es más habitual de lo que sospecharían los que me conocen. Bueno, los que me conocen sí que lo saben. De lo que sospecharían los que creen conocerme pero que realmente no me conocen. Sí, eso es mejor. Como decía, iba a necesitar algunas series que guiasen las boberías de las que quería hablar. Algo que tenía claro al empezar esta nueva reencarnación de pseudo diario personal, era que no quería caer en la comodidad de poner vídeos de tutubo o de reseñar las noticias y los rumores que he leído en otros sitios el día anterior. Estoy hasta los huevos -perdonen la franqueza- de los rumores y rumorología constante y creciente cada vez que Apple dice que va a decir que ha dicho (y si hay algo que no me está molando del universo Apple es la facilidad en la que sus acólitos caen en el entusiasmo estúpido de los rumores, pero de eso hablaré en otro momento). Siento la franqueza, pero el incluir vídeos o canciones en una bitácora, además de patético, me parece una perdida de tiempo (estoy seguro que me arrepentiré de haberlo dicho). Así que, en esa búsqueda y en esa huida aparecieron series como la dedicada al 'jugador casual', la de 'tardes de sofá', los 'tesoros perdidos', la de documentales y libros que deberías (y no deberías) ver/leer y la más reciente 'anecdotarium'. Y entre ellas algunos artículos igual -o más- chorra y sin conexión entre ellos.

Para ir concluyendo, un suceso que merece reseña en este pequeño repaso mensual sería el hecho de cambiar de 'dominio' de forma abrupta, de la noche a la mañana, como dirían. En un momento dado, y empujado por las circunstancias, decidí empezar a dar un poco más de anonimato. Inesperadamente, y sin hacer publicidad de mi bitácora, se posaron ojos que ni me imaginaba que estuviesen buscando mi presencia en la red y que encontraron en mis palabras, y en mi forma políticamente incorrecta de contar las cosas, un arma que usar para amenazarme a mí y a terceros. Eso me obligó a cambiar algunos de los comentarios publicados y a intentar desaparecer, al menos durante un tiempo, del ojo del Gran Hermano que es Google y de su infinita memoria (lo que me está costando un poco más de lo que esperaba, para desgracia personal). En un primer paso decidí usar 'unomascero', que fue un proyecto personal hace unos cuantos años, y, de momento, seguiré con él un tiempo. Seguramente en un futuro no demasiado lejano volveré a saltar a otro sitio, para alejarme un poco más de los que consiguieron seguirme -sin ser avisados explícitamente por correo- en el primer salto. Entonces ya meditaré el dejar que Google vuelva a hacer un índice con el contenido, aunque sospecho que intentaré mantenerme a salvo de la caché. Porque, sí, lo confieso, quiero hacerme rico con AdSense y no estaría de más que me encontrasen en las búsquedas.

En fin y como decía, entre tanto y con este plan, me lo estoy pasando muy bien y espero continuar, al menos otro mes más, ofreciendo una 'pildora' al día, consciente que cada mes que completo, es una pequeña victoria personal. Así que disfrútalo mientras puedas, porque el tiempo pasa volando.

lunes, 29 de septiembre de 2008

¡Por fin es lunes!

Ayer no hubo 'píldora'. Estuve demasiado liado el sábado. Y la de hoy aparece con retraso. También estuve demasiado liado ayer. Pero para bien, con gusto, que "la sarna con gusto no pica". Resumiendo, para los que no lean más allá del primer párrafo, ha sido un fin de semana espléndido, que he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía.

Llevaba toda la semana esperando a que llegase el sábado porque quería ir a sacar fotos a los rincones de Vegueta, por donde hace ya mucho tiempo que no paseo con ese fin. Con ello en mente le había pedido a Pablo que me devolviese el10-20 que le había prestado. Desde hace bastante tiempo tengo una serie temática de fotografías que quiero hacer y quería empezar a experimentar. Y lo deseaba porque estábamos teniendo un tiempo soleado de lujo, de esos que hacen que los colores resulten magistralmente vívidos. Sin embargo la semana se torció desde el miércoles, lloviendo constantemente -con calor tropical- y presentándonos un temporal el jueves que derribó más de algún objeto de volumen considerabl, con el subsecuente atasco en carretera. Con esos antecedentes ni me molesté en preparar el equipo fotográfico cuando salimos a comprar al Mercado y luego a desayunar chocolate con churros. Hace ya un par de semanas que estamos fomentando el salir a desayunar chocolate y churros en Montesol, al lado del Parque San Telmo. Nos levantamos temprano y aprovechamos la mañana haciendo mil cosas, entre las que no estuvo, luego me arrepentí, sacar fotos. Aunque reconozco que cundió mucho el sábado, en particular su mañana: Mercado a comprar frutas, verduras y carne, Correos a recoger el libro Mac Game Programming, que compré en Amazon por 1$ más gastos de envío. Visitas a familiares. Visita rápida al videoclub para alquilar un par de películas Blu-Ray y un videojuego. Un buen almuerzo y disfrutar la tarde con mi sobrino y la PlayStation 3. Como digo, un sábado genial en el que ni me acordé de la existencia del ordenador.

El domingo se presentó aún mejor. A las ocho en planta y un día soleado que invitaba a pasar unas horas en la playa. Tentación a la que no quisimos ofrecer resistencia. Almuerzo tardío y disfrute -más bien sufrir- la película Sweeney Todd, porque aunque sigo alucinando con la calidad del Blu-Ray -y no entiendo cómo la gente sigue prefiriendo las malas copias en DivX-, las películas si son malas son malas independientemente de la calidad de imagen con la que las veas. Aunque hace más llevadero ver con claridad la barba de dos días del personaje y no una masa borrosa de algo que parecen poros. Visita familiar por la tarde, etc., etc. Ayer domingo tampoco toqué el ordenador. Un fin de semana sin apenas acordarme de él más que para comprobar cómo iban las descargas de algunos capítulos de series de televisión que iré viendo cuando tenga tiempo.

En fin, que ayer no me tomé la píldora y hoy llega tarde. El escribir los artículos la noche antes tiene ciertos riesgos, como pasarlo tan bien que te olvides de tomar la medicina. En particular los fines de semana. Pero tendré que tomar serias medidas al respecto, porque la salud de mis fieles lectores (que serán dos o tres, incluyendo a mi preciosa esposa entre ellos), no se puede poner en juego.

Hoy me he levantado tarde. Y he llegado tarde al trabajo. No me importa, saldré más tarde para compensar. Pero he disfrutado del paseo hasta la puerta del trabajo. Soy, como ya he aclarado y declarado varias veces, defensor activo -que predica con el ejemplo- del transporte público. Y hoy es uno de esos días en los que, si tuve alguna duda o caí en debilidad en algún momento tras aguantar sudores y calores compartidos con otros pasajeros, no he podido más que auto agradecerme el prescindir de un coche con el que, además de contaminar y ayudar a que la gente muera de cáncer de pulmón, me perdería embrutecido al volante esos preciosos amaneceres que sólo se presentan en días limpios, con la mar como un plato de tranquila que estaba, y que pronostican que hará un agradable calor durante toda la mañana. Da gusto venir a trabajar así, despreocupándote de cómo los animales que conducen se entorpecen unos a otros y se frustran constantemente porque tienen que estar atentos al resto de animales, sea para joder o para no ser jodido, y no poder disfrutar de un amanecer de lujo como el de hoy. En estos días llegas a reconciliarte con el género humano, que no la especie.

Cuando salgo tarde de casa empleo una combinación de guaguas diferente para llegar al trabajo. Suelo tardar más o menos lo mismo, pero la mayor parte es esperando en la parada, al aire libre, y no dentro de la guagua. Estaba tan a gusto viendo amanecer, que en el Teatro me detuve un momento para intentar sacar una foto del mismo. Lástima que ya no esté acarreando la Nikon D50 conmigo cada día, pero es que el bolso ahora mismo va a reventar con el almuerzo y resto de cosas que necesito para pasar el día fuera de casa. Como digo, una pena, porque el N73 no da para gran cosa.

Amancecer en Las Palmas

En fin, que hoy es uno de esos días en que agradeces estar vivo y que sabes y eres plenamente conscinete, te depare lo que te depare el resto del día y el futuro inmediato, cercano o lejano, en que si te encontrases cara a cara con una figura cubierta con una túnica negra y portando una guadaña entre sus esqueléticas manos, la mirarías a la cara, con una sonrisa en la tuya, y le dirías "que me quiten lo bailao". Y para colmo hay un par de proyectos interesantes en los que estoy trabajando. ¿Me vas a negar que hoy es un gran día?

sábado, 27 de septiembre de 2008

Tardes de sofá: El color de la magia y La luz fantástica

La propuesta para hoy puede considerarse como deporte de riesgo. Al menos para tu cerebro, porque se trata de que justifiques el no echar una mano para limpiar en casa, ni colgar ese cuadro que lleva esperando tres meses detrás de la puerta, o que no coloques ya la dichosa antena de la televisión, todo ello junto o por separado, leyendo. Sí, sí, has leído bien, se trata de que inviertas algo de tiempo en leer, que no solo de televisión se alimenta el cerebro (contando con que tengas neuronas para entender lo que acabo de decir, claro).

Leer es igual de malo para tu salud que ver la televisión y te garantizará, de igual forma, horas de mucha inactividad sedentaria que acabarán llevándote a un infarto y a padecer obesidad mórbida. Pero al menos tu cerebro no terminará de pudrirse completamente consumiendo dosis masivas de Gran Hermano y de telebasura en general. La idea es que cumplas la preclara visión de aquel fantástico orador, del que ya ni recuerdo el nombre, que en un acto de inauguración deportiva soltó un demoledor "Mens sana in corpore sepulcro". ¡Hala! Ya tienes tu mantra.

El color de la magia y La luz fantástica son las primeras novelas de la enorme serie Mundodisco, escrita casi en su totalidad por el genial Terry Pratchett (¡cuantos hipervínculos en una sola frase, la mayoría a la Wikipedia, monstruo de espagueti volador bendito!). Aunque la mayoría de las novelas presentan cierta independencia unas de otras, con arcos argumentales de sus protagonistas principales, y pueden ser leídas con cierta independencia y en cierto desorden, lo cierto es que es mejor leérselas en orden y con clara dependencia cronológica, para disfrutar más las narraciones. En particular con estas dos novelas, que son la misma historia contada en dos partes, es mejor hacerlo así. Por lo tanto no tienes excusa, ya sabes lo que tienes que hacer. Yo, como no lo sabía, me leí primero La luz fantástica y luego, cuando encontré el libro, El color de la magia. Una pena, pero también se puede hacer.

Como la serie tiene ya unos cuantos años (se empezó a publicar en el 1983 -¡joder, la de años que tiene!-), las ediciones en rústica de bolsillo no son fáciles de conseguir, en particular los primeros libros y en Las Palmas, donde este tipo de cosas son más complicadas de obtener. Pero siempre puedes solicitarlo en tu librería de confianza, o en la que te garanticen que los conseguirán, porque aún se pueden conseguir. Es más, también te puedes suscribir, como he hecho yo, a la colección que han anunciado en la televisión. Sí, me he suscrito, porque aunque ya tengo unos cuantos libros en casa, así por lo menos me garantizo que conseguiré los que me faltan, y sin pelearme con el librero porque se retrasan. Los duplicados acabaré regalándolos. En realidad todos, porque una vez los lees no hacen más que acumular polvo. Así que hazme un poco la pelota e igual te los doy.

Esta serie es reconocida mundialmente por su humor inteligente, algo que casi nadie niega como falso. Así que, como yo me parto de la risa con los libros, debo ser bastante inteligente (más cuanto más me río, porque debe ser proporcional). Lógica de predicados simple y llana, chaval. Así que si no le pillas el punto es o porque eres tonto o practicas. No te preocupes, todavía se subvencionan con el dinero de todos los puestos de trabajo para gente poco inteligente. Podrás seguir aportando tu granito de arena a esta sociedad de libre mercado -cuando no hay crisis-.

Harto -hasta zonas donde pica por no dar nunca, o hacerlo rara vez, la luz del Sol- de escuchar a los canonizadores de Tolkien como el verdadero profeta de la fantasía que mola, me revelo y confieso que el Tolkien en cuestión es, en la mayor parte de su bibliografía, señor de los anillos incluido, un escritor insufrible e infumable que no entiende de verdad la esencia del género fantástico. Pratchett consigue lo que no han conseguido muchos escritores que narran sus patéticas historias de héroes llamados a ser grandes, pero con momentos de debilidad comprensible, y de elfos maricas de corazón bondadosos: Pratchett te da diversión con fantasía pura, cruda y cínica, de antihéroes y revolviendo todo lo que ya dabas por cierto en el género. Aprovechando para aportar cierta, si no mucha, crítica social de trasfondo.

En fin, que si eres de los tarados que se vanaglorian de conocerse de memoria la línea descendiente de Isildur y ser capaz de enumerarla sin respirar -que ya hay que ser tarado, ya- en tus partidas de rol pijo, delante del resto de mongólicos de tu clan, pero eres incapaz de recordar los reyes visigodos del país en el que vives -ni lo que es un godo-, aunque se vaya en ello la posibilidad de que pierdas -por fin- tu virgnidad, entonces esta serie no es para ti. Tampoco si no tienes capacidad intelectual para disfrutar los buenos libros como se merecen; estos o cualquier otro. Ahora bien, si tienes algo más de una neurona raquítica y quieres pasar un buen rato, soltando alguna que otra carcajada, en general es una serie muy recomendable y, en particular, estos dos libros más. Historia repleta de momentos geniales, con personajes muy cobardes, tanto que dan pena, con héroes legendarios absolutamente imperfectos y con un baúl con patas que más quisiera uno tener para si mismo (la de gente que acabaría dentro de él, en mi caso). En definitiva, una historia que te hará pasar un buen rato y que te dejará un buen sabor de boca deseando más (y espero que con "buen sabor de boca" no se te haya pasado por la cabeza lo que le haces a tu amante y no a tu pareja estable, guarr@).

viernes, 26 de septiembre de 2008

Quisiera ser un gran profesional

Jennifer, o Jenny, como la llamamos mi mujer y yo, es una chica bastante jovencita que tiene unas manos privilegiadas. Da unos masajes geniales que, mientras los recibes, dan ganas de que no acabe nunca. Siempre y cuando, claro está, no sea para eliminar contracturas y nudos generados por décadas de malos hábitos posturales. En esas ocasiones quieres que termine pronto el sufrimiento y te vas de allí sabiendo -y Jennifer lo sabe- que al día siguiente te estarás acordando de ella, y no precisamente para desearle lo mejor, ni a ella ni a sus familiares.

Las manos de Jenny (agosto 2008)

Además, Jenny es una chica a la que le gusta hablar mucho, muy extrovertida y con la que congenias rápidamente. Charlando con ella te das cuenta que adora lo que hace, que lo suyo es pura vocación y, además, se le da muy bien. Hay gente que nace con dones, y otros que tienen que hacer lo mejor que puedan aprender hacer. Seguramente habrá mejores masajistas que ella, pero para ella lo que hace es su vida, y lo hace lo suficientemente bien como para tener una clientela (o pacientela) más o menos fiel y a la que no le cobra especialmente caro, porque como buena profesional con vocación, el dinero no es lo más importante y sí el poder hacer lo que realmente le gusta. Es algo que ya he repetido varias veces: de nada sirve cobrar mucho si al final no te gusta lo que haces, o cómo lo haces, o dónde lo haces. Además, sabe, como saben los buenos comerciales, que puedes cobrar más, pero a veces es mejor fidelizar al cliente, porque a la larga te pedirá más y más, como es mi caso, y con ello garantizarás un entrada más o menos constante.

Después de las 'terapias duras', en las que hubiera agradecido un palo que morder para no gritar de dolor cuando trabajaba los gemelos de mis maltrechas piernas, quise saber qué más tipos de masajes ofrecía o podía ofrecerme a mí, en particular. Porque en su tarjeta de visita ofrece diferentes terapias y, como soy curioso por naturaleza, quería probar alguno diferente. De ahí que acabara exponiéndome a una primera sesión de shiatsu, hace una semana. Aunque acabé molido, repetiré, eso seguro, y ya estoy deseando que llegue la siguiente sesión.

Como decía, Jenny tiene una oferta interesante, y la curiosidad me llevó a preguntarle, aprovechando sus infinitas ganas de hablar, que me contase cómo era posible que diese tantos tipos de masajes. Su respuesta, como te la daría cualquier profesional con vocación, es que no para de apuntarse a cursos y más cursos en los que aprender nuevas técnicas. No necesariamente para ofertarlas, sino porque le gusta aprender. De hecho me comentaba que posiblemente pase un tiempo fuera, en la Península, para aprender técnicas de un masajista muy bueno; aunque de momento va a comenzar con los dos años que le habilitan para ofrecer tratamientos osteopáticos. Dice que tiene a mucha gente mayor a la que no puede -ni quiere mientras no sepa- dar este tipo de masajes. Esta chica tiene muchos de los ingredientes para llegar a ser una gran profesional: vocación, buenas herramientas (unas manos fuertes) y unas ganas infinitas de seguir aprendiendo y mejorando.

En muchos aspectos Jennifer me recuerda a mí mismo. No son pocos, ya, los años que separan este momento de aquel en que empecé a trabajar. Sin embargo, y pese al tiempo pasado, hay algo que me ha acompañado durante todo este tiempo, una constante que es universal en mi vida: seguir aprendiendo cosas nuevas. Obviamente no siempre ha sido así, porque aquellos que me conocen mínimamente bien, cercanos o lejanos, saben que a veces se han presentado factores exógenos, y otras veces endógenos, al trabajo, que me han empujado a querer abandonar esta profesión. Aunque al final acabo volviendo, porque me gusta lo que hago y cómo lo hago. Y, además, en la actualidad dónde lo hago. Con cada regreso vuelven otra vez las ganas de aprender cosas nuevas, y de reforzar las ya aprendidas. En mi caso, mi herramienta no son las manos, sino el cerebro. Y aunque no tan bien dotado con él como Jenny con sus manos, es cierto que sirve para trabajar intelectualmente en demasiadas cosas y áreas, así que tiendo a devorar casi de todo y casi cualquier cosa que, de alguna forma, crea puede servirme -cercana y directa o lejana e indirecta- para seguir mejorando en mi profesión, porque como ella, yo quisiera ser un gran profesional, y seguir ofreciendo mis servicios.

Pero esto es una reflexión puntual a causa de las manos de Jenny, porque a ese constante anhelo de seguir mejorando me ayuda mi mujer, la que siempre diré que no termino de merecerme, que comparte conmigo el querer mejorar siempre -ella en lo suyo, claro- y que, con ello, me anima a seguir intentándolo. Si Jennifer es esa imagen momentánea que te recuerda lo imporante de amar lo que haces, mi mujer es esa constante que evita que me de por vencido cuando las cosas no marchan como debiera y que me sigue animando a que no tema a equivocarme en mis decisiones. Y es que al final, no hay nada como tener buenos ejemplos que admirar y a los que querer emular.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Un documental que podrías ver: Los juegos de Hollywood

Los juegos de Hollywood, o Hollywood Goes Gaming, como se llama en su versión original, es un entretenido documental sobre la historia de la relación entre la industria de los videojuegos y del cine, siendo ambas las dos principales industrias de entretenimiento a día de hoy (la del sexo bajo demanda no es legal, aún). ¿Cómo que la industria del videojuego no da dinero? Si lo dice el Mundo tiene que ser completamente cierto, que fueron los únicos que dijeron la verdad sobre la conspiración del 11-M. Al menos eso es lo que ellos creen. Y si en España da esos resultados, imagínate en lo que no es España.

Tanto si te gusta jugar, como si no sabes de la misa la mitad, es un documental entretenido, en el que se van contando anécdotas de juegos viejos y rancios y de adaptaciones modernas, y del enfoque que han dado sus directores, algunos especializados en adaptar videojuegos, como el cutre e infumable, pero hiperproductivo, Uwe Boll, que más que hacer, lo que se dice hacer, parece cagar películas. Anecdótico el reto de partirle la cara a los críticos en un cuadrilátero.

También anecdótico el horripilante fracaso de la adaptación a la consola Atari de la película ET. Sí, sí, el programador original sigue vivo y no lo quemaron en una hoguera alimentada con los cartuchos que devolvieron los compradores.

En fin, es un documental que merece la pena ver, aunque si no te va mucho la temática tampoco te va a aportar nada de importancia vital a tu existencia, y del que tampoco puedo extenderme más porque entonces te lo contaría entero. Y se trata de que lo veas tú. A estas alturas ni te voy a decir que no infrinjas las normas del buen consumista y esas cosas, porque eres un caso perdido y tu mente ya es esclava de los vicios que ofrecen las mafias del P2P. Qué pena. Parecías buena persona, después de todo.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Anecdotarium (III): Mi accidente de coche

Creo que contaba con ocho años -puede que fuesen nueve, incluso diez- cuando tuve mi primer, y último hasta el momento, accidente de coche. La mente es muy curiosa. No recuerdo la edad exacta, pero sí muchos de los detalles de aquel día y de los posteriores. Camino del colegio me atropelló un coche que, según fuentes presenciales, adelantaba a un camión que estaba detenido delante del paso de peatones, invadiendo en el adelantamiento el carril contrario y llevándome por delante cuando yo salía, según conductor, corriendo de delante del vehículo detenido. Según un amigo que estuvo presente volé, como solo un niño delgado cual fideo, y más bien bajito para su edad, puede volar cuando un coche de una tonelada le mete un machangazo de la leche, como el que dicen yo recibí. Exagerando, porque no dudo que mi amigo exagerase, volé diez o doce metros después de estampar mi cabeza contra el capó del coche que me atropelló. Según paquito, así llamábamos a quien me lo contaba, con la cabeza abollé el capó mucho, muchísimo.

Todo esto lo cuento basándome en lo que recuerdo que me contaron, a su vez, los que dijeron estar presente. La versión del conductor fue ligeramente distinta. Yo lo único que recuerdo, claramente además, es salir de casa con prisas después de almorzar. En aquel entonces al colegio se acudía por la mañana y por la tarde y tenías dos horas para comer. A mí me daba tiempo de volver a casa, a 15 minutos caminando, y retornar al colegio para las dos horas de la tarde. Como decía, lo que recuerdo claramente, con una vivacidad extraña después de casi tres décadas, fue despedirme de mis padres y cerrar la puerta corriendo porque ya se me hacía tarde. Temía escuchar la sirena del colegio, que se oía a dos kilómetros de distancia, antes de haber cruzado el puente de Pedro Hidalgo. Iba un poco justo de tiempo. Al cruzar el puente, corriendo, llegaba en un minuto al colegio. Realmente corriendo estaba en el colegio en cuatro o cinco minutos. Lo de los quince era porque nos lo tomábamos con mucha calma para volver a casa o ir a primera hora a la escuela. Es muy posible que la versión del conductor de cruzar corriendo por el paso de peatones y sin mirar fuera cierta, pero me atropelló en un paso de peatones a la puerta del colegio yendo él en sentido contrario. Según cuentan, claro.

Lo siguiente que recuerdo fue despertarme a oscuras en una habitación extraña, con la luz de la calle levemente proyectada en algunas partes del techo y sombras indistinguibles por todas partes. Recuerdo despertarme y preguntar "¿papá?". Estaba casi a oscuras, pero de alguna forma era consciente que mi padre estaba por allí, esperando angustiado a que despertase. No sé si les entendí después que los médicos estaban preocupados porque no despertase al poco tiempo. Eso ya no importa. Lo cierto es que, desde que me atropellaron hasta que me desperté, pasaron unas trece o catorce horas. Inconsciente -o en coma- todo ese tiempo.

Durante casi una semana, la siguiente, estuve recuperándome de mis heridas y recibiendo a mi preocupada familia durante los tiempos habilitados para visitas que tenía el Hospital Insular. La mayoría de las cosas las recuerdo vagamente, ha pasado mucho tiempo. Lo que sí recuerdo es que cada vez que me quedaba solo lloraba porque quería volver a mi casa, con mis padres. Lo hacía cuando dejaba la habitación de juegos que tenía la planta infantil y caminaba por el pasillo para volver a mi cama, a leer algún comic. También recuerdo a una enfermera muy guapa, de ojos verdes, que me descubrió llorando un día y me dijo que no me preocupase, que hablaría con el doctor para que me diesen el alta pronto. Sí recuerdo a un chico que tuvo menos suerte que yo, compañero de habitación, que llevaba once días ingresado tras ser, también, atropellado. Y la visita de un tipo extraño que se acercó a mí y me dijo que había sido yo el que se había lanzado a la carretera, corriendo porque me perseguían otros niños, también lo recuerdo. Sí, era el conductor, que en su única visita para ver que había salido del estado vegetal y no había quedado tetraplégico aprovechó para convencerme que tenía tendencias suicidas. El hospital era un sitio triste, todo blanco, de ese blanco que usaban los hospitales hace casi tres décadas.

Ningún hueso roto, pero la cara deformada por los raspones con el asfalto y el labio partido y con unos cuantos puntos de sutura que hacían el abrir la boca para tragar una tarea insufrible. No digo ya masticar, porque me dolía la mandíbula, que por suerte no estaba rota. Pero esos daños no impidieron el alta, que vino cinco días después de ser ingresado. Aún recuerdo el dolor, unos cuantos días más tarde, al quitarme los puntos del labio. Aun se puede apreciar la cicatriz. Sobretodo cuando hace mucho frío y tengo el labio inferior lívido.

Las heridas de la cara eran muy feas. Mi abuela materna se lamentaba a su señor dios que podría quedarme desfigurado de por vida, aunque a los médicos, y a mis padres, les preocupaban más los daños cerebrales. Eran principios de los años ochenta, así que los avances para ricos que vemos en Dr. House eran más bien ciencia ficción para la Seguridad Social canaria. No era la primera vez que probaba la dureza de mi cráneo, a veces duro como el diamante. Con seis años, jugando en una pequeña ladera, perdí el equilibrio y decidí -de forma involuntaria- hacer de proyectil contra una roca. Cinco minutos inconsciente, mucha sangre, el director del colegio acojonado gritando, llevado por dos amigos, el coche del director, la casa de socorro, seis puntos y una fea cicatriz en la frente, como recuerdo y a modo de resumen. Pero esta vez no habían sido unos minutos minutos inconsciente, fue algo más de medio día completamente perdido. Tremendo meneo tuvo que llevarse mi tierno e infante seso para permanecer tanto tiempo en ese estado. Así que los médicos, sabios ellos, decidieron hacerme un electroencefalograma que, pese a lo que pese a muchos, no salió plano (algunos, que conozcan mi historia blogueril, entenderán el chiste -que es muy malo, confieso-). Plano no, pero demasiada agitadera tenían aquellas rayitas que proyectaban mis ondas cerebrales. No sé si fue desorden intelectual profundo o daño cerebral crónico severo lo que dictaminó el médico que le explicó a mi madre, con cara de circunstancia, la dolencia sufrida. Por supuesto, como buena madre que es, se rió del doctor. Mi madre, joven e ilustrada como pocas madres de la época, sabía cómo debía realizarse la prueba y cómo era, de especial importancia, hacerla en condiciones de total tranquilidad. No fue el caso. Recuerdo, creo que claramente, cómo cada dos por tres la enfermera -morena, de pelo rizado y algo feucha- me pedía que cerrase los ojos cuando, tras haber 'despellejado' a alguien -¿del trabajo?- con otra enfermera compañera, se daba cuenta que estaba prestando atención a lo que contaban y, por lo que sé ahora, un niño tierno e inocente no debería escuchar. Eso sin contar los portazos que daban en una de las puertas laterales, los gritos de dolor durante las curas de un niño en algún cuarto cercano o las veces que abrían la puerta principal para entrar, salir, entrar, salir, entrar, salir y que aprovechaba para buscar a la figura paterna que estaba sentada en un taburete en el pasillo. Vamos, que de tranquila no tuvo nada la sesión. Pero para el médico yo debía ser la reencarnación del anticristo con aquellos movimientos violentos de las curvas de mi genial intelecto. Puede que realmente se estuviesen gestando poderes telequinéticos o telepáticos que luego no he sabido desarrollar, de ahí las curvas tan inquietas. Tampoco importa.

No faltaron las vecinas que dijeron a mi madre, por aquel entonces todavía puericultora de la guardería de Tres Palmas, que tendría que haber muerto en el accidente. Tal vez sea cierto o tal vez no, pero deberías hacerte la siguiente pregunta mientras fantaseas con la idea de mi fallecimiento tan prematuro: ¿Qué habría sido de tu triste existencia sin mí en ella para ayudar a definirte como persona?

Por cierto, no hay nada más allá. Al menos yo no recuerdo nada de mi estado de coma. O tal vez aún sigo en él y esto no es más que mi fantasía soñando cómo habría podido ser mi vida después del accidente. Igual me despierto dentro de diez años para descubrir que el Mundo ha seguido sin mí. O no me despierto nunca, por lo que igual tú no has existido y cuando yo muera desaparecerás y todo lo que tú realmente sientes es lo que yo quiero, en mi eterno sueño, que sientas. ¿A que suena interesante? Disfruta de tu existencia, sea o no fantasía mía, porque no sabes cuándo puedo despertar o cuando te puede atropellar un coche.

martes, 23 de septiembre de 2008

Tesoros perdidos reencontrados (XI): Las noticias del fanzine

Llevo ya unas semanas contando batallas sobre el fanzine de la escuela de informática, la ya conocida Eyaculación Digital, y hoy no va a ser diferente. Del fanzine solía encargarme de la página de noticias que, desde luego, no eran más que tonterías extraídas y adaptadas a partir de los sucesos que acontecían en nuestro entorno durante aquellos años.

Ha sido toda una sorpresa tropezarme con los archivos conteniendo las noticias de tres de los números publicados, aunque no están todos. Creo que participé durante ejemplares del fanzine publicando esta sección con el seudónimo Ender 2011 (siempre me gustó el sobrenombre de Ender, como en el libro El juego de ender, que te recomiendo encarecidamente si no lo has leído). De los cuatro he encontrado nada más que dos en formato Word Perfect, uno de ellos también impreso, que aprovecho para escanear e incorporar (los dibujos no son míos, pero merecen la pena perdurar en la eternidad del ciberespacio), y otro solo en formato impresto, que también escaneo e incorporo, para disfrute o tortura del respetable.




A continuación las que he conseguido rescatar en formato 'original':

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*.- El prestigioso departamento de Algoritmos y Estructuras de Datos de la Universidad de Las Palmas ha logrado desarrollar un Sistema Experto basado en decisiones hiperinteligentes y en reconocimiento de patrones mediante árboles octários hilvanados en postorden. Los estimados componentes del grupo investigador nos han cedido, como muestra de su esfuerzo, parte del algoritmo programado bajo Lenguajes de Sexta Degeneración con metodología de Programación Orientada a Cosas:

10 PRINT "HOLA, MANOLA"
20 GOTO 10

El proyecto parece haber interesado a la NASA, a la OTAN y a otras entidades, tanto privadas como públicas, que están ofertando varios millones de Dolores (las más pechugonas) para hacerse con él.

*.- Próximamente el profesor Gabino, que imparte la asignatura de Informática de primero en nuestra escuela, impartirá una didáctica conferencia titulada: "Del efecto del Punto Flotante en la juventud de nuestra sociedad actual y la influencia que tendrá cuando descubramos inteligencia fuera de la Tierra".
Asimismo, destacar que éste profesor ha encontrado recientemente la MANTISA que se había fugado sin permiso de una de sus clases.

*.- El profesor Gabriel, que enseña Física General a los alumnos de primer curso de la Escuela Universitaria de Informática, ha decidido escribir un libro basado en una reciente experiencia paranormal que tuvo. Uno de los posibles títulos que está barajando éste joven autor es: "De cómo dejé el coche por la noche y no estaba por la mañana, ó de la misteriosa desaparición de la materia". Esperemos que tenga el reconocimiento que se merece.

*.- Gustavo, que entre otras cosas imparte clases de Algoritmos y Estructuras de Datos, ha declarado que no piensa dejar su despacho de Subsecretario de la E.U.I. y, textualmente, que del barco de Chanquete no lo moverán (¿¡!?).

*.- Una reciente investigación de la prestigiosa Universidad de Oxford, en el terreno de la Psicología y la Psiquiatría, ha demostrado que los Ingenieros Superiores adiestrados en La Universidad de Las Palmas de G. Canaria son los de menor coeficiente intelectual y que poseen una mayor atrofia de su imaginación. En base a esto las empresas del ramo de la construcción se están peleando por adquirir a nuestros ingenieros para emplearlos en el estudio y diseño de materiales.
Acerca de los alumnos que estudian en la Universidad de La Laguna no han querido pronunciarse, pero filtraciones de confianza aseguran que el resultado ha sido el de "Cabezas de Chorlito Irrecuperables".

*.- Gabino ha vuelto a ser noticia, aparte de por una futura conferencia, por el escandaloso título de un nuevo libro que se va a publicar próximamente bajo la serie erótica de la Editorial Paraíso. "Mis devaneos con los números binarios en exceso siete y medio" es el nombre de la obra.

*.- Esther, profesora de Estadística, ha hecho recientemente declaraciones polémicas sobre su infancia: "Yo siempre quise ser bailarina, pero mis padres me obligaron a estudiar". Su psicólogo afirma que esto ha producido en ella una terrible desorientación y que por ello se la ha encontrado varias veces mirándose en el espejo mientras decía ser una Distribución Binomial. Todos esperamos que te recuperes rápidamente,¡ánimo Esther!.

*.- Los profesores encargados de enseñar Cálculo en primero han explicado a esta revista que gracias a ellos hay una nueva tradición en la Escuela y aseguran que "el problema del perro" no faltará a su cita con los señores alumnos en los futuros exámenes parciales y/o finales. Están muy esperanzados en que esta nueva práctica se haga tan, o más famosa, que la Fuga de San Diego.

*.- El brutal resultado de una encuesta realizada por los profesores encargados del Inglés ha obligado a cambiar los planes de estudio para el próximo curso; "A partir del próximo año se dará Japonés", ha declarado Octavio.


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Solamente si estudiaste informática en la ULPGC, y en particular en esos años, de movimientos estudiantiles como el monstruo del espagueti volador manda y luchas encarnizadas de poder por los machos alfa del departamento, entenderás parte de los chistes. En caso contrario, pues como que te quedarás en blanco y con el encefalograma plano, lo que para la mayoría de los consumidores de Gran Hermano, entre los que posiblemente te encuentres, no está muy lejos de ser independiente de este artículo y alcanzar el grado de tautológico.

Aún recuerdo la votación del centro y la tensión que había en el ambiente. Cómo se tiraban los trastos tan inteligentes profesionales de la docencia y la investigación. O cómo nos peleábamos con Julio Esclarín porque quería adelantar mes y medio el parcial, incluyendo toda la infumable materia de Cálculo programada para cuatro meses, porque el buen hombre quería irse un año a investigar a Francia. O cómo intentaron -supuestamente- comprar algunos votos de representantes para que saliese uno de los dos bandos, motivo por el que renuncié a mi cargo de representante; no tanto porque fuese cierto -que a mí nadie me ofreció nada por el escaso valor de mi voto, que hubiese vendido barato-, como por el mal rollo que se estaba viviendo entre los representantes partidarios de un bando o de otro (lo que me llevó a publicar el decálogo en otro número). Etc., etc., etc.

Pues lo dicho, si estudiaste en la Escuela o la Facultad de Informática de la ULPGC durante esos años (92-95), es más que posible -o sea, probable- que algunas de las cosas narradas de forma tan escueta te suenen por su totalmente intencionado parecido con la realidad. Si no tuviste la suerte de estar con los grandes en aquellos años (vamos, que estudiaste después, no llegando a ser más que un FP algo evolucionado), entonces lo esbozado en esos párrafos sucedió en la época dorada, justo la que tú no viviste, antes de degradarse la raza de los grandes informáticos -a la que pertenezco- a meros ingenieros -a la que perteneces-. ¿Se nota que no tolero muy bien a los ingenieros, y en particular a los industriales? Eso lo contaré en otra ocasión, tal vez como anécdota.

La próxima semana, más (aunque no sé si mejor).

lunes, 22 de septiembre de 2008

Mi experiencia con el Sigma 70-300 1:4-5,6 DG

No se le puede pedir peras al olmo (al menos al que no es transgénico), pero a un objetivo tan barato, se le puede pedir una más que decente calidad de imagen; aunque todo apueste en contra.

Recuerdo que lo compré a escondidas de mi mujer, que aunque es demasiado buena conmigo (y no me la merezco), le preocupa mi tendencia a despilfarran innecesariamente y, con ello, poner en peligro la economía familiar. La excusa de que fuese bastante barato (unos 150 €) coló, aunque sus palabras, viendo el precio al que estaban los "buenos" fueron algo así como "¿Para qué te compras esta mierda de objetivo? Porque si es tan barato debe ser una porquería. ¿No?". Lo cierto es que tuve mis dudas, pero sabiendo que en 15 días lo podría devolver, me lo llevé con la palabra del vendedor, que me aseguraba que la relación calidad precio no la superaba ningún otro objetivo. Y yo quería un -relativamente bueno- teleobjetivo zoom para mi recién adquirida, de forma indirecta gracias a mi padre, Nikon D50. El 18-55, el objetivo que viene de serie con todas las Nikon de entrada, y el 105 2.8, no resultaban suficientes. Para la mayoría de las ocasiones que merecen la pena fotografias cuando paseas, lo mejor es un buen zoom, como el 70-300 de Sigma.

Abu Simbel

Miradas

Madrid

Hasta el momento en que compré el 18-200, había sido un fiel acompañante en mi bolsa de fotografía, demostrando un comportamiento más que aceptable en muchas condiciones. De hecho me estoy pensando seriamente darle la patada al 18-200, pese a lo que diga el Rockwell de los cojones, y volver a usar el 70-300, junto con el 18-55 (o alguno que lo sustituya), que desde entonces pasa todo el tiempo guardado en un cajón. No he querido venderlo (o regalarlo, que era la otra opción) porque, para mi gusto, ha dado buenos resultados y nunca se sabe cuándo te pueden venir bien esos 200-300 que ahora mismo no tendría con el resto de lentes.

Orcas del Loro Park, Tenerife

Madrid

Delfines del Loro Park, Tenerife

No quiero decir con lo anterior que sea una maravilla o un milagro de la industria óptica. Tan solo es un objetivo de plástico, que se nota de baja calidad de manufactura en general, pero que ha salido bueno y cuyo comportamiento es más que decente, incluso bueno, en la mayoría de las situaciones que tengan buena iluminación. Más que suficiente para gran parte de los fotógrafos aficionados, como yo. Por supuesto me encantaría tener un Nikkor 70-200 f:2,8 VR, que cuesta la nada despreciable cantidad de 1.600 €. Pero como no soy rico y esto es un hobby y no una forma de ganarme la vida, de momento voy bien con lo que tengo hasta el momento. Tal vez dentro de un par de años. ¿Te animas a regalárme el Nikkor?

Madrid

Delfines del Loro Park, Tenerife

Con la Nikon D50 el enfoque es bastante lento, aunque aceptable. Con la D200 la cosa va bastante mejor, aunque en condiciones de luz algo limitadas se complica y, además de muy ruidoso, no es raro que tenga que volver al principio para realizar todo el barrido nuevamente, antes de dar con la posición exacta de enfoque. Sin embargo, como decía en el párrafo anterior, en condiciones de buena luz, días soleados por ejemplo, el comportamiento es muy bueno, dando un resultado más que admirable para lo poco que cuesta la lente.

Navegando por El Nilo


Pingüino (Parque Loro, Tenerife)

Para mi gusto es una buena lente para el rango 70-200, siendo bastante mediocre, y simplemente aceptable, en el rango 200-300, donde la definición de la imagen cae demasiado, aunque las imágenes siguen siendo utilizables. Cuando lo he usado para retratos, se ha comportado más que bien, dando unos resultados muy agradables gracias a que el bokeh que produce es muy suave.

Teatro Häagen-Dazs

En fin, que si eres un pobretón que acaba de gastarse una fortuna en un cámara de tipo SLR, pero que aspira a tener algo más de alcance que el ofrecido por la lente de serie (que espero no hayas hecho la bobería de pillarte el 18-200) y quieres experimentar con algo más, aunque sin dejarte el otro riñón en la adquisición, el 70-300 de Sigma es una más que buena opción. En días luminosos lo vas a disfrutar muchísimo. Y en días menos luminosos, pues vas a seguir obteniendo imágenes más que decentes para un fotógrafo aficionado. Siempre te quedará seguir soñando con las lentes profesionales. Tal vez si vendes a tu pareja en el mercado negro de tráfico de órganos... ¿De verdad se te ha pasado por la cabeza hacerle eso a tu pareja?

domingo, 21 de septiembre de 2008

Un fin de semana absolutamente improductivo

Suelo escribir los artículos de mi blog el día anterior. Generalmente por la noche. Sin embargo ayer la cosa se torció bastante. Después de satisfacer un antojo, saliendo a desayunar churros con chocolate, y pasar por Canaima a recoger un libro que tenía encargado, volvimos a casa con la intención de bajar a la playa un rato. Y ahí fue donde se jodió el plan. Debía ser el bochorno del día, pero al llegar a casa me quedé tumbado. Me caía para los lados y no podía con mi alma. Y esa sensación de agotamiento duró todo el santo día. El bochorno que hacía, esa mezcla de calor y humedad, o el haberme metido con el cielo de los musulmanes y sus vírgenes celestiales -que el castigo divino también cabe en las teorías conspiranoicas-, hicieron de mí algo menos que una persona. Aunque yo me decanto más por las velas negras que han estado dedicando mis enemigos a mi persona durante las semanas pasadas. Si el amor mueve montañas, el odio es capaz de reducirlas a gravilla y hacer una bonita urbanización a partir de los escombros.

Las prisas por conseguir el DNI el viernes estaban motivadas porque quería ir el fin de semana a Tenerife y, para volar, hace falta tener el documento. Suerte que al final optamos por quedarnos en casa, porque para estar en mi peor estado posible, prefiero tener la televisión y la cama cercas.

Hoy me he levantado tarde y he esperado a recuperarme un poco, pues aún me encuentro sudando como un pollo apenas me muevo y con un dolor de cabeza que me acompaña a todas partes.

Odio los fines de semanas improductivos. Entre los plantes para este fin de semana estaba el de empezar a mirar temas de programación Web, porque tras mucho años trabajando en 'trastienda' me apetece meterme con la parte de interfaz más directa. Por eso y porque tengo la idea de montar un negocio en Internet. ¿Quién sabe dónde acabaré? Seguramente en el paro, como la mayoría de la gente cuando la crisis se convierta realmente en crisis y no en este malestar mediático que nos tiene a todos con los nervios a flor de piel.

Bueno, por hoy el esfuerzo ha sido bastante. Paso de seguir escribiendo y voy a seguir vegetando un rato frente a la tele, a disfrutar de la película Pozos de ambición, que por cortesía del videoclub Óliver la veré en calidad Blu-Ray y sonido 5.1, por 2,6 € (caro, pero no tanto como comprarla). ¿Quién necesita ir al cine para disfrutar de la experiencia de ver una buena película con la máxima calidad? Además, así no me estorba la peña comiendo roscas o cuchicheando durante la peli.

Si eres de mis enemigos que se han dedicado a odiarme intensamente y proyectarme su energía maligna no te preocupes, me recuperaré para que sigas odiándome un poco más durante algo de tiempo, ya que parece que esa es tu razón de ser. Me queda mucha guerra que dar. De momento alégrate porque esté tan hecho polvo este fin de semana y ahórrate unos euros en velas. Al menos hasta que me recupere.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Tardes de sofá: ¡Por favor, no veas Flash Gordon!

Querido lector, aunque tengo en poca estima tu capacidad intelectual, porque te tragas lo que te echen en la televisión, te ruego, no, te suplico de rodillas, que por favor no veas la serie de televisión Flash Gordon. Estoy convencido que no solo produce calentamiento global innecesario, también hace a la gente más idiota. Y tú ya estás en el límite que te diferencia de una ameba. ¡Por favor, no sigas por ahí!

Como buen ciudadano moderno, que tiene varios ordenadores en casa, suscrito al canal ADSL, el de la gran mentira de la banda ancha, desde hace una década y, como gran seguidor de la causa friki, no podía hacer menos que visionar el primer capítulo de la mentada serie. Horrorizado, no, espantado me quedé tras tragarme, respirando por la boca, que la nariz la tenía congestionada por la pestilencia de lo visionado, el primer capítulo, o lo que le dicen 'piloto'. ¿Piloto de qué, de inmunda podredumbre?

Fue tan horripilante la experiencia de ver el piloto -o primer capítulo-, que hasta he llegado a creer que la película de Flash Gordon, que pese a su banda sonora de Queen era una bazofia intragable, resulta ser una obra maestra del cine moderno de aventuras y ciencia ficción.

Solo alcanzo a creer con absoluta firmeza que la producción de esta serie debe haber significado el exterminio de decenas de especies desconocidas en el universo, porque algo tan ruin es imposible contenerlo dentro de nuestra atmósfera y se debe proyectar, muy a nuestro pesar, por los agujeros de gusado y las arrugas del espacio y del tiempo, devastando cual Atila, todo a su paso. ¿Recuerdan el comienzo de la película Contact? Cualquier raza superior que reciba las ondas electromagnéticas fugadas de la Tierra, portando en ellas la emisión de tamaña aberración, estará abocada a morir autoexterminada. ¡Socorro!

Su visionado no solo daña seriamente el humor, también produce mutaciones genéticas, tumor cerebral y un deterioro absoluto y permanente de la capacidad cognitiva y de la coherencia racional. Es un producto que empeora la especie y, si mis temores conspiranoicos no andan mal encaminados, debe ser el instrumento de tortura y previa invasión de unos ETs con muy mala hostia y aliados con lo peorcito del gobierno estadounidense (aquí tienen la verdad la Scully y el Mulder). Mientras la sufres tan solo alcanzas a desear arrancarte los ojos para dejar de sufrir.

Los actores son intragables, y junto a un guaperas con cara de huevo kinder tenemos a una tipa que va de guapa pero que es un callo malayo adefésico, sin olvidarnos del típico científico rarito de cojones y medio amorfo que lleva sin mojar el churro desde que fue óvulo, lo que explica que al final no solo sea increíble que tremendo reptil humano tenga un cociente intelectual superior al de la media, sino que además resulta evidente que es un lerdo absoluto al que debe haber repudiado hasta su madre. No me extraña que los estadounidenses, siendo capaces de ver este tipo de series, se tragasen el cuento de las armas de destrucción masiva iraquíes. Si es que se lo tragan todo.

No logro imaginar qué puede ser más destructivo para una especie supuestamente inteligente que visionar esta serie. ¿Se imaginan miles, millones, de personas sentadas delante de sus televisores de plasma fullhachedemilochentape siendo intelectualmente mutilados al contemplar, fotograma tras fotograma, esta inmundicia? Lo siguiente que harán sera abrir blogs. Y así nos va.

¡No lo hagas, por dios bendito y los cuernos de tu madre! Salvo que desees la extinción de tu especie, no se la recomiendes ni a tus peores enemigos. Una vez comienza, ya no hay vuelta atrás. Cualquier cosa, hasta matar a tu jefe o ayudar en las labores doméstica, es mejor que ver otro capítulo de esta serie. En última instancia déjate sodomizar, sufrirás menos.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Molido como un perro e indocumentado en un viernes de septiembre que se prevé gris

Mientras me recupero de la molienda terrorífica de mi primera experiencia Shiatsu (sí, tienen razón: la primera vez duele), y me obsesiono por recordar dónde coño he puesto el puñetero DNI, que recuerdo ver por última vez el miércoles por la tarde, al tiempo que me planteo con cuál de los dos libros que acaban de llegar empezar primero, si con Dinámica de sistemas o si con Teoría de la decisión y de los juegos, miro mi monitor con una sensación de agotamiento absoluta y la mirada boba perdida en el finito universo de los píxeles tricolores, con la mente vagando por cielos y edenes repletos de vírgenes deseosas de sataisfacer todos mis deseos, que son muchos y variados. ¿Por cierto, se han preguntado qué hacen con las vírgenes cuando han dejado de serlo? Me refiero al cielo ese que dicen que tienen los musulmanes que se sacrifican por la causa de dios. ¿Las tiran del cielo? ¿Hay un basurero de vírgenes usadas? Porque supongo que esos que se matan, y asesinan, con bombas atadas al pecho, creyendo que les recibirán como héores en un cielo lleno de vírgenes para ellos solos, esperarán poder poner fin a esa condición femenina. ¿Para qué si no, entonces, sueñan con vírgenes que les esperan? Si no es para mojar les daría igual si ya están catadas o recatadas. Ahora bien, también debe ser muy jodidio ser una virgen en el cielo, esperando un tiempo infinito, maullando por las noches como una gata deseosa de macho, a que te lleguen los cachos de algún Muyahid -al menos que te llegue el "cacho" importante- con los que poder poner fin a tantos eones de celibato forzado y dar rienda suelta a esa líbido que te viene consumiendo desde que tienes recuerdos. ¿Y qué pasa después de desfogarte? ¿Te tiran del cielo? Porque se supone que la creencia es que es un lugar repleto de vírgenes, pero si también está repleto de no-vírgenes, entonces tampoco es tan atractivo y, para palmarla hecho un puzzle de carne e ir a un sitio con las mismas características de población femenina que se encuentra en la Tierra, casi que me quedo entero en ella. Al menos esto lo conozco. ¿Además, quién cree sinceramente que mola estar mojando el churro toda la eternidad sin complicaciones? ¡Si lo cojonudo es desarrollar estrategias para conseguir vaciar las bolsas escrotales y no que te vengan ellas solas! Sinceramente, creo que al final estos hombretones que no encontraron forma mejor de alcanzar su sueño que dinamitarse, se aburren y se ponen a sodomizarse unos a otros. Por variar un poco. ¿Será pecado todo lo que acabo de escribir?

Como decía al principio estoy molido. Aunque no lo parezca. Nunca imaginé que restablecer mi chi y desbloquear mis chacras fuese tan doloroso. Horrible, es la palabra. Hoy estoy tan roto que no tengo ganas de ponerme a reflexionar sobre ningún concepto familiar. Imagínate si encima es extraño. No sé si igual de roto que si me hubiese reventado una bomba en el pecho, pero debería haberme ganado unas cuántas vírgenes que me consolaran.

En fin, que en este lamentable y deteriorado estado, he decidido darme el día de hoy libre de bitácora (al menos en cuanto a hacer algo que no sea llorar y quejarme), y me lo voy a tomar con calma para dedicarme a recuperar mi documento de identidad, aquello que me reconoce como Español. Y, aunque crea que hay nacionalidades mejores y socialmente más evolucionadas que la española, también sé que las hay peores y no tengo ganas que me deporten por mi apariencia de guiri a algún país donde no se escribe con el alfabeto latino y te susurran tovarich al oido mientras te encuentras maniatado, amordazado, a cuatro patas, con los calzoncillos por los tobillos y con lágrimas de dolor recorriendo tus mejillas. Yo no quiero ser el virgen de nadie.

Dicho todo lo anterior, me voy -estaré ya en camino cuando salga esto publicado- a la oficina. A buscar el dichoso DNI, que dudo encontrar allí, porque ayer por la tarde no estaba. Al menos eso creo. Queda ir de urgencia a la comisaría, a ver si consigo que me hagan otro. Esta vez electrónico, que como me mola la tecnología, creo que no debería aspirar a menos.

¡Ay! Y encima el pronóstico es que lloverá.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Un libro que deberías leer: El economista camuflado

Hoy jueves he decidido cambiar, al menos por una semana, los documentales por los libros. Si esperabas un documental tendrás que esperar, mucho me temo, a la próxima entrada de esta serie de artículos.

Acabo de terminar de leerme el libro El economista camuflado de Tim Harford. Ha costado que terminase de leerlo, porque llevo una época rehuyendo el libro impreso, forzando su disfrute exclusivamente a los veinte minutos antes de quedarme completamente dormido. A mi velocidad de lectura, podríamos habernos extinguido y haber sido sustituidos por la cucaracha inteligente e industrializada antes de concluir la lectura. He decidido darle un empujón en la última semana, ya que me estaba gustando mucho y quería saber si al final el asesino de la especie será o no China. Hay motivos para creerlo.

Reconozco que no empecé muy bien con su lectura: Las primeras páginas me parecieron un tostón tremebundo cuando en la playa y a la sombra de una sombrilla, además de comer ensaladilla, me lancé a su lectura, posponiendo otro de la serie Mundo Disco de Terry Pratchet que tenía para leer. Con un "¿y esta mierda es un best seller?" estuve tentado de aparcarlo de forma indefinida, aunque decidí, con acierto, darle una segunda oportunidad y continué con su lectura. Menos mal, porque al final ha resultado ser un buen libro que merece la pena y deberías leer, al menos si te crees tan afortunado de ser el propietario de algo más de dos neuronas raquíticas, encargadas en la mayoría de la población de la cansina tarea de estimular algunas de las zonas de tu cerebro dedicadas, principalmente, al placer; al autoplacer.

Firmemente creo, hasta que me demuestren lo contrario, que al igual que cada uno de nosotros tenemos culo (con su agujero) y tenemos nuestras opiniones, también es cierto que hay opiniones que, al igual que los culos poseídos, apestan más que otras. Tim Harford, como ser humano de reconocida capacidad, no deja de tener sus propias opiniones sobre cómo deberían gestionarse los diferentes aspectos de las economías. ¿Pero éstas apestan? Pues no seré yo el que diga que lo hacen, porque en general hay algunas ideas que me han gustado y por las que siento algo de respeto, como analfabeto en la materia que soy. También es cierto que, nuevamente sumergido en mi miserable condición de analfabeto en la materia, no les termino de ver práctica aceptable a muchas otras.

Particularmente me encantó el capítulo dedicado a los sistemas sanitarios, con sus limones y sus melocotones, y la solución propuesta. La solución me gustó tanto que la aprovecharía, también, para las prestaciones de desempleo, por ejemplo. Ajustándola a la coyuntura e idiosincrasia del pueblo español -al menos en su mayor parte, que hay zonas del norte que son para darles de comer aparte- y de ese deseo que corrompe a la población y cuyo único objetivo parece ser convertirse en funcionario para olvidarse, y enajenarse, de la realidad participativa y los riesgos que conlleva el vivir en un mercado capitalista que, por otra parte, quieren hinchar con sus sueldos asegurados de por vida. Vamos, como jugar al póker y enriquecerse sin apostar. Es mi opinión, tal vez de fuerte hedor -que yo no percibo-, creer que una sociedad en que sus miembros aspiran, mayoritariamente, a vivir de la teta del Estado, acabará sumiéndose en la más absoluta de las miserias, seguida de un período de exterminio de los menos afortunados y un resurgir de los efluvios intelectuoloides fascistas. Pero eso a ti te trae sin cuidado, seguramente. Como el resto de los españoles en lo más profundo de tu miserable condición de ser y padecer, también quieres enquistarte en el funcionariado. Suerte.

Para un amante del saber, por el puro placer de saber, el libro me ofrece ese acercamiento que llevo buscando desde hace tiempo a la ciencia económica. Sin demasiada profundidad, eso sí, puede ser un punto de partida, sin demasiada carga dogmática al mismo tiempo, para aquellos que estén interesados en conocer algunos de los misterios de ese universo que son los mercados libres. Por fin he conseguido entender la esencia de la bolsa y cuán equivocados estamos al creernos las mentiras de, por ejemplo y haciendo un ejercicio de libre apreciación, las inmobiliarias y sus crecimientos desmedidos.

La teoría de juegos, esa otra gran desconocida que deseo conocer, tiene un pequeño capítulo dedicado casi al final del libro, haciendo uso de las subastas para contarnos un caso real con el que ejemplificar el uso de dicha teoría por parte de los economistas que asesoraron a los gobiernos que quisieron subastar el espacio radioeléctrico, pero sin profundizar nada en absoluto en la teoría matemática subyacente.

En fin, un libro de divulgación que no parece tener más misión que esa, divulgar y acercar a la gente, que demuestre al menos un poco de interés y capacidad cognitiva, algunos de los principios y fundamentos de la economía.

Si por cerebro tienes un adoquín -algo muy probable en estos tiempos que corren- y los principios que hacen que pagues una pasta, más pasta de la que merece, por una hamburguesa con queso te la traen floja -no te preocupes, seguramente serás comida para gusanos como el resto, pero más idiota- no deberías gastarte ni un euro en el libro. Por otro lado, si tu pituitaria ofrece algún estímulo reflejo cuando escuchas algún término relacionado con la economía, pero tu cerebro carece de un desarrollo específico en este área, es un buen libro que deberías no perder la ocasión de leer, sean o no acertadas y/u oportunas las opciones y soluciones que ofrece. Lo peor que puede pasar en estos casos es que llegues a desarrollar una opinión propia. Lo sé, puede ser doloroso, pero al final acaba compensando.

martes, 16 de septiembre de 2008

Tesoros perdidos reencontrados (X): Oda al tabaco

A vueltas con la Eyaculación Digital, aproveché mucho del material que había generado -excretado para algunos- durante los años anteriores. Creo que fue en COU cuando escribí unos pseudo versos porque detestaba el olor del tabaco y del aliento de la gente que fumaba. Al menos la primera versión, porque años más tarde, en segundo de ingeniería industrial, recuperé parte y reescribí el final. El segundo manuscrito aún lo conservo.

Tiempo después, cuando comencé a participar en el fanzine de la escuela, preparé un boceto de un cigarro asesino y se lo pasé a mi amigo Izzat, que tenía una mano genial con el dibujo (yo no he dicho que los genes de genialidad heredados de mi padre me dotasen de buena mano para el arte, como es su caso). Estaba bastante contento de mi boceto, pero él consiguió que el resultado fuese muy bueno. El boceto, por cierto, se destruyó en el proceso de entintado.


Creo que cuando publicaba en el fanzine tenía como cinco o seis alias que usaba para las diferentes cosas. En esta ocasión fue un especie de doble alias... Qué cosas más raras pasaban por mi cabeza.

Antes de comenzar a publicar cosas con cierta frecuencia y escribir directamente en el Word Perfect, y luego en el Word, lo que hacía era llevar siempre conmigo papel y lápiz (prefería el lápiz al bolígrafo). Escribía en cualquier sitio, cuando tenía ganas, que no era siempre. En la guagua, en la sala de espera del médico, en mi cama a las tres de la madrugada e, incluso, en la puerta del cine Galaxy's, esperando una vez a unos amigos para ver una película de Schwarzenegger, creo recordar. Luego los pasaba a limpio en el ordenador -el WordPerfect para Windows 3.11 me parecía un procesador estupendo, por aquel entonces; inestable, pero muy bueno-, los imprimía y volvía a escribir sobre los documentos o los continuaba. Iteraba un par de veces, antes de cansarme y dejar la historia que tuviese en la sesera.


El primer boceto que hice de la alimaña con aspecto de cigarro fue muy cutre, lo reconozco. Y sí, también lo sé, lo mío no es la caligrafía.

Bueno, para acabar el artículo de hoy martes, día dedicado a los 'tesoros perdidos', voy a transcribir la oda, para que no tengas que quemarse las pestañas con la pésima copia escaneada.

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¡Oh, Tabaco! De todos los vicios,
eres tú, el más aterrador.

Me encanta inhalarte y sentir
cómo obturas mis bronquios,
de tal manera que,
cuando apenas doy diez pasos,
asfixiado estoy.

¡Oh, Tabaco! De todos mis vicios,
eres tú, el más amado.

Y en ese encantador estado,
en el que respirar
es una aventura,
comienzo a toser,
escupiendo purulentos trozos
de pulmón por mi boca.
Gracias te doy,
porque de otro modo
nunca conocería mi interior.

¡Oh, Tabaco! De todos mis vicios,
eres tú, el más deseado.

Mas, generoso soy,
porque cuando yo fumo,
deseo que otros compartan
mi placer respirando
las sobras del humo asesino.

¡Oh, Tabaco! Sin ti, no habría placer
en el Mundo entero.

Me encanta besar a mi amante
y dejarle el agridulce
sabor nicotinoso en su boca.
Y al orgasmo llego
cuando mis putrefactos
amarillentos dientes muestro.

¡Oh, Tabaco, TE AMO!

Cuando otros te rebajan
al nivel criminal del alcohol,
a ti el más mortal,
mi cuerpo retiembla de ira
y odio siento hacie ellos:
pobres ignorantes.

¡Oh, Tabaco! Sin ti,
no soy nadie.

Por todo ello,
si elegir la muerte pudiera,
de cáncer pulmonar quisiera
entre espasmos de dolor y dentera.

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Vale, vale, que ya sé que lo mío tampoco es la poesía. Pero ahí queda. Para las próximas generaciones, que tendrán menos cerebro que las actuales y no sabrán diferenciar lo que es bueno de lo que no. Espera, espera... ¡Pero si a la actual ya le pasa! Confiesa. ¿Cuántas veces has visto Torrente y has dicho que es un peliculón?

Hoy es el primer día del horario normal. Hoy toca comer en el trabajo y salir sobre las seis y poco de la tarde. Hoy también creo que va a resultar un gran día.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Más de los 8 bits para el jugador casual

¿Cómo llevamos la pulsión de muerte? ¿En particular el deseo de ver a tu jefe repartido por FEDEX, en cachitos casi infinitesimales, alrededor del planeta? Bueno, para tranquilizar los ánimos y desconectar un poquito, preparando la mente para el lunes, vamos a dedicar otro día de domingo a desarrollar los buenos hábitos que requiere la gente sana y que se refleja, mejor que en cualquier otro arquetipo, en el perfil del jugador casual.

Después de una semana con la novedad y novelería de la PS3, en la que me acabé un juego -sí, como lees, me acabé un juego, el Devil May Cray 4- sacrificando mi propia salud mental, al exponerme más tiempo del recomendado, y pagando por ello solo 4€, en concepto de alquiler, en un juego que se vende a un precio un orden de magnitud mayor -con lo que al final me salió el ratio de coste de ocio a unos 0,34 €/hora-, es hora de volver a las opciones de los clásicos para aquellos jugadores casuales y ocasionales que, de paso, quieran recordar los viejos tiempos en que se sentían importantes por saber, ante la atónica mirada de sus padres que creían que aquello eran malas artes, cómo cargar un juego desde un casete.

Para estos jugadores casuales nostálgicos y tacaños, que no quieren gastarse ni un céntimo en el Spore (página oficial), hoy vamos a repasar las opciones que tenemos, en Mac, para disfrutar de lo que nos ofrece otra de las que fueran las verdaderas máquinas culpables de que hoy todo cristo viviente, y alguno de los que no están vivos (o debieran no estarlo), tengan un ordenador en casa: El Commodore 64 (y el 128). Para Mac, el único que he podido probar es el VICE Si eres un poseedor de Windows, ya sea porque realmente crees que merece la pena sufrirlo, o porque no te llega el sueldo de mileurista para hacerte con un Mac, has de saber que las opciones para el sistema operativo de las ventanas superan en cantidad a las que podrás encontrar para la manzana mordida, aunque no necesariamente mejores.

Mi padre, después de insistirle durante algún tiempo, volvió a caer en la trampa de creer que un Commodore haría llegar más lejos a su hijo. Bueno, tampoco me he quedado en poca cosa, podría decirse, pero lo que conseguí en aquel tiempo fue divertirme el doble teniendo tanto el Spectrum como el Commodore 128. También es cierto que algo positivo tuvo. Al igual que hice con el Spectrum, aprendí a programar en el lenguaje ensamblador del corazón de la bestia, así como a disfrutar de mi primera vez en el uso de los coprocesadores de gráficos (VIC) y sonidos (SID), desarrollando un poco el conocimiento de cómo se programaba pensando en interrupciones (cuando el haz llegaba a cierta línea de la pantalla, lanzaba una interrupción). Diría que todo esto lo conseguí con 14 y 15 años y que era un adelantado para mi época, pero dado que tampoco hice gran cosa con ese conocimiento, no es mucho de lo que vanagloriarse. Del lenguaje BASIC del Commodore mejor no hablar.

Algunos de los sitios desde donde podrás descargar juegos con los que pasar el rato recordando viejos tiempos son: C64.com y la zona de C64 de Emuzone, especializada en juegos españoles. Por poner dos.

Como todo en Mac, la instalación de VICE es muy sencilla. Lo único que tendrás es que decidir cuál de las dos versiones compiladas quieres usar. Yo elegí la basada en X11, aunque es un poco coñazo para usar porque los menús contextuales solo salen si se pulsa sobre la imagen el botón principal o el secundario, dependiendo de las opciones que quieras visualizar, y se mantiene pulsado hasta elegir la opción.

Para poder cargar un juego o cualquier programa ya no es necesario que sepas dónde está la tecla Run/Stop ni las combinaciones extrañas que eran necesarias, como el 'LOAD "*",8,1', por ejemplo. Existe la opción de menú que te permite vincular un archivo con los datos del disco -terminado con la extensión .d64- y solicitar su autoejecución. En la mayoría de los casos cargará sin más (aumenta la velocidad de emulación para que la descompresión y carga tarde menos). De lo contrario tu experiencia de regresión podría ser innecesariamente sufrida. Eso sí. La simulación del joystick es un poco complicada, así que si el juego te da la opción de emplear teclas, mejor no pierdas la opción de jugarlo de esta forma.

Para la ocasión me he echado unas partiditas, unos 30 minutos no más, que tengo que compensar los excesos de la novedad de la PS3, a los juegos Bruce Lee, Max Mix Game y The Last Ninja. Pocos de los muchísimos que recuerdo con cariño de aquella época.



Y para los que se quejan que solo hablo de Mac, venga, una captura del emulador VICE en Windows, en un momento de debilidad antes de formatear de una vez por todas mi viejo PC, con el Freddy Hardest, juego malo malísimo donde los hubiera, pero de origen hispano y que, por eso, merece unos minutos de atención.


Para la época en que tuve este maravilloso ordenador, su -ahora cutre- procesador/generador de sonido FM era la repera y muchísimos protoinformáticos adorábamos los ruidos emitidos por aquella máquina. En los años siguientes aparecieron memorables compositores que parieron fantásticas bandas sonoras que superaban en calidad a los juegos mediocres para los que se crearon. Muchos de los adolescentes con granos por toda la superficie de la jeta y que tiraban sus futuros, a ojos de sus preocupados progenitores, jugando y jugando horas y más horas a la máquina infermal, mientras sus cerebro no recibían más sonido que la música -por llamarlo de alguna forma- emanada por aquel infermal trasto, ahora se han dedicado a hacer buenas adaptaciones de las obras magistrales de antaño. El lugar de referencia donde podrás encontrar una buena cantidad, algunas muy buenas, es Remix.Kwed.Org. Si tienes lo que hay que tener aguantarás un poco, lo justo, hasta que empieza lo realmente bueno, de la genial versión para piano de la banda sonora del juego Parallax. Otra versión más technomoderna que también está muy bien y que te recomiendo uses para correr por el parque.

Dentro del universo de los juegos, y dado mi marcado carácter extrovertido y social, siempre aprecié los juegos para más de una persona. Jugar en solitario está bien -más si es con mi "cosita"-, pero es mejor jugar con o contra otros. Y encontré uno que particularmente me encantó, el Racing Destruction Set, juego tremendamente entretenido, pero cuyo principal contratiempo era lo tedioso que suponía jugarlo por las largas esperas entre carga y carga de cualquier pista o modelo de coche. Si te ponias a fabricarte tus propios circuitos la cosa ya podía tacharse de masoquismo demencial. Pero nos lo pasábamos teta diseñando pistas imposibles, con gravedades irreales, para ver volar los coches al tiempo que intentábamos putearnos el uno al otro, cuando jugaba, principalmente, con mi amigo Juan Manuel, que lo tenía original.

Racing Destruction Set era uno de esos juegos, al igual que el Abu Simbel Profanation, que durante un buen tiempo de mi vida, mientras estudiaba el instituto y creía que dedicarme a programar juegos podía ser una buena profesión, quería intentar adaptar a las nuevas generaciones de ordenadores (primero para el Commodore Amiga y luego para PC). Pero era algo que siempre iba posponiendo, porque parecía una tarea imposible. Hasta que se acabaron las ganas de ganarme las judías con los videojuegos y lo dejé como una de esas cosas "y si...". Y parece que no fui el único. Ya hay uno que intentó hacer una versión para PC. Lástima que él también lo abandonase. ¿Alguien se anima a intentarlo?

¡Hala! Con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho... y media. Y recuerda, desear el mal ajeno, aunque sea a tu jefe, y aunque seguramente se lo merece, está muy mal. Y si me lo deseas a mí, está aún peor.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Tardes de sofá: Pásalo bien con la serie Torchwood

¿Qué? ¿Cómo llevas las excusas para escaquearte de las labores del hogar? ¿Se te han acabado y tu pareja parece insistir demasiado en que cojas la aspiradora y te pongas a mover los muebles para abducir polvo que lleva generaciones debajo de ellos? Bueno, no te preocupes, que hoy voy a darte otra excusa para no mover tus articulaciones más allá de lo necesario que requiere manejar el mando a distancia de la televisión y del vídeo.

La oferta de hoy será el spin-off de la serie sugeridad la semana pasada, Doctor Who, y que lleva por nombre Torchwood. La serie cuenta las peripecias de unos cazadores de bichos extraterrestres mal maquillados con muy mala leche y peores intenciones, en general. Es curioso cómo -de forma subconsciente se diría- lo peor de la escoria de las galaxias conocidas y desconocidas viene a parar siempre a La Tierra. Y es que, como reza el dicho, la mosca siempre acude a la mierda.

A diferencia de Doctor Who, esta serie tiene un talante y un desarrollo ligeramente menos inocente que la primera, y el sexo -y la sexualidad- es un componente importante en algunos de los capítulos. Así que no permitas que los niños la vean. O sí, que a estas alturas ya saben más que tú y tu patética explicación de las flores y las abejas.

Si eres mujer heterosexual, y hombre que pierde aceite hasta por las orejas, te lo vas a pasar pipa disfrutando de un Jack Harness interpretado por un guaperas y superbuenorro actor, que es el nexo de unión entre las dos series. Ahora bien, si eres un celoso/a imposible, con una autestima inexistente, mejor que evites que tu pareja la vea, porque entonces te va a poner el listón muy alto, después de ir al baño a gemir con fantasías de este adonis televisivo para aliviar, por un rato, la frustración sexual que le ocasiona tu infravalorada autoestima en la cama. Pero si lo que te van son las féminas, la protagonista posiblemente no despierte tu líbido en exceso. Simpática y provista de una turgente "personalidad", es imposible no sentir cierto rechazo a esa separación entre paletas que le traen a uno a la memoria las imágenes de los esforzados y aterrados constructores del puente de Brooklyn y el pánico a caer al gélido mar en un mal paso.

¿Tras todo lo dicho, a qué estás esperando para poner a trabajar tu maquiavélica mentalidad criminal y descargarte los primeros episodios acudiendo al hampa del P2P? En su segunda temporada ya, en el momento de escribir esto, vas a tener para un buen número de tardes de sofá rascándote el ombligo y mejorando, de forma exponencial, tu probabilidad de sufrir obesidad y, con los años, angina de pecho y muerte dolorosa. Pero limpiar y recoger no se puede comparar a disfrutar de esta serie. ¿Qué coño haces pensando en las obligaciones domésticas, entonces? Atendiendo al dicho "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", y sabiendo por cierto que no se pueden hacer dos cosas a la vez, entre limpiar y disfrutar de la serie, lo segundo está mejor. Te lo digo yo. Que la goces así como yo la he gozado.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Mis 25 más escuchadas, según el iTunes, y las gráficas de colorines

Debí sufrir una conmoción cerebral de niño, pues hay ciertas manías contra las que no puedo, y la verdad que no quiero, luchar y cambiar. Espera, espera... ¡Anda, que sí que sufrí una conmoción de niño! Estuve inconsciente durante catorce horas, hospitalizado, después de ser atropellado y lanzado unos cuantos buenos metros por el aire -volé, sí, volé- por un coche, camino del colegio. Eso podría explicar muchas cosas... Pero que me odies por ser tan genial no es de las que puede explicar. Eso es deficiencia de vitaminas y problema mental enteramente tuyo.

A lo que iba. Desde hace un tiempo casi incontable, y poco después de la desaparición del último de los dinosaurios, mi bisabuela, he sufrido del 'síndrome del contador', cuyo término voy a registrar para que no empiece a usarse indiscriminadamente por la fauna descerebrada que pulula e hincha, cual fosa séptica, la mayoría de las bitácoras. Y es que me gusta tener registrado y ver cómo avanzan los indicadores que yo mismo defino. Ejemplo de ello podría ser la aplicación que comentaba la semana pasada, en la que puedo disfrutar de cómo se abusa de y violenta a la CPU de mi bien amado iMac.

Así dicho, no es de extrañar que encuentre fascinante el contador de reproducciones -que no es el de las veces que mis genes egoístas intentan clonarse en este universo- que ofrece el iTunes para cada una de las canciones que tengo en mi biblioteca, algo engordada, por cierto. Y contar lleva a conocer cuáles son, desde que vengo usando el iTunes como reproductor y herramienta de sincronización del iPod, las canciones o temas musicales que más escucho. La siguiente imagen es la captura de lo que hay clasificado como "mis 25 más escuchadas". En su momento amplié la lista para que fuesen 100 y no 25, pero no me cabían tantas líneas en la pantalla a la hora de capturar, así que lo dejamos en 25 y no se hable más.

Aunque injusto con las dos décadas anteriores, de adicto a la música, que llevo escuchando por herencia desde muy pequeño, lo cierto es que, salvando ciertas distancias, lo que recalca la lista es que lo que me molan son las bandas sonoras, sin ningún tipo de duda. Además, y otra vez excluyendo algunos casos extremos, algo que comparten la casi totalidad de las 100 canciones que hay en la lista, es que el promedio de escucha por canción, al que me empuja mi carácter obsesivo compulsivo, se sitúa entre las veinte y las treinta veces, estancándose más o menos en esa cantidad.

Si fueras muy quisquilloso, que seguro que lo eres, estarías pidiendo explicaciones de algunos temas que aparecen en esa lista y por qué, por ejemplo, no tienen las estrellitas de las que deberían ser merecedores por estar en tan alta posición en el ranking. La explicación es sencilla si atendemos a que me encanta caminar y que hay épocas en las que, cuando lo hago y quiero llevar una buena marcha, me meto música algo 'más cañera'. De hecho estuve escuchando la selección de canciones elegidas para la banda sonora de la película Matrix durante casi un mes, todas una detrás de otra y repitiéndolas cuando, cada tarde, caminaba, casi trotaba, durante hora y media a la salida del trabajo. Las canciones sin las estrellas, sin embargo, han sido repetidas veces rechazadas cuando el iTunes me las ha ofrecido de forma aleatoria. Algún día les pondré su justa medida.

Pero esta lista es parcial e incompleta, porque es estática. Solo suma, acumula o incorpora y es demasiado reciente para tomarse como cierta e infalible. El disco Tubular Bells o el disto The Wall los habré escuchando más de cien veces en mi vida, y no aparecen ahí, en esa lista, porque eso fue hace casi una década. Se puede concluir, por tanto, que introducir contadores en un instante determinado desvirtúa la realidad y emborrona el pasado. Pero también es cierto que la realidad la reescribimos con cada palabra, así que menos da intentar ordeñar una mosca.

El otro problema es el carácter estático. Sí, son las veinticinco más escuchadas en los casi dos años que tengo el iPod, pero por ejemplo, si quisiera estudiar los cambios según época, no me serviría. iTunes no te ofrece, hasta donde yo he podido observar, la posibilidad de conocer las 25 más escuchadas en agosto, por ejemplo. Ni en el último semestre, tampoco. Con ello, a medida que pasa el tiempo, va perdiendo valor, por saturación, este indicador. Sí, dentro de 10 años, y suponiendo que el promedio de escucha activa de la música que me gusta oscila entre 30 y 50 veces, no podré saber cuándo ni en qué momento ascendieron unas u otras. Y es que le falta, para mi gusto, la dimensión tiempo. Porque reconozco que soy, además de un enamorado de los contadores, un enamorado de las gráficas de colorines. Me apasionan.

Por cierto, 2 años de escucha activa de música solo representa un 0,07% de los años que llevo sodomizando mis oídos con toda clase de ruido que algunos llamamos música.

En la empresa actual me he visto recompensado con la posibilidad de cabalgar un proyecto para la representación y análisis de datos en tiempo real, recogiendo e ilustrando KPIs para un buen cliente. Ha sido un proyecto muy entretenido, no sin contratiempos -porque si no no sería entretenido- que siempre se han podido salvar gracias a la profesionalidad de la gente que tenía a mi alrededor. Creo que el resultado neto final ha sido satisfactorio y que lo importante, que es que el cliente obtenga un buen producto, se ha conseguido.

Como arquitecto de la solución global, de lo que -permítanme ser inmodesto- me siento bastante orgulloso, y enfrentado a muchos requisitos de restricción, lógico por otra parte, pues el tiempo para hacer filigranas no es infinito, me siento particularmente contento de lo vistoso del resultado, en el que gracias al trabajo de muchos se ha conseguido una buena herramienta. Eso sí, el toque visual final fue enteramente curro de la desarrolladora web. No ha lugar a mostrar nada que pertenece a la empresa, por lo que nos conformaremos con lo que aparece en la web de la biblioteca empleada: JpGraph. ¿A que son hermosas? Las gráficas de colorines tienen un no sé qué difícil de describir. En particular la última es de la que más orgulloso me siento.

Me gusta programar. Y dado que la programación es lo que me ha permitido llegar bastante arriba en la profesión, muchas veces me gusta practicar un poco el arte que llevo aprendiendo durante dos tercios de mi vida y del que aún no me considero experto. Así que igual, por eso de no perder sensibilidad ni forma, me pongo a meterle la dimensión tiempo a las 25 más escuchadas del iTunes y me dedico a hacer gráficas de colorines que solo servirán para mi propio disfrute personal. Algo así como practicarme una doble masturbación intelectual.