Es un hecho corroborado por generaciones pasadas, y corroborable por las venideras, que la tozuda realidad acaba imponiéndose siempre. Que se lo pregunten a Rajoy, que de esto sabe mucho, y que ya declaró hace unas semanas que no hacía lo que quería no porque no quería, sino porque la realidad era distinta a lo que él suponía que tenía que ser cuando pensaba que era de otra forma. Vamos, un discurso a lo Monty Python en toda regla. Como la mayoría de sus acciones y las de su gabinete, ya puestos a despotricar.
Pero volvamos a mí, único protagonista full time de mi propia vida. Juro, aseguro y reitero, que estaba realmente emocionado, en grado supercalifragilísticoespialidoso, con los cursos en los que me matriculé en el último momento en Coursera. Sí, ya sé que últimamente no hablo de otra cosa, y mira que tengo cosas de las que hablar, pero es que no tengo apenas tiempo para hacerlo, y ya se saben, como el mismo Marianico practica, lo importante no es hablar, sino actuar, que en casi un año de mandato apenas se le ha escuchado comentario inteligible, ya no digo siquiera inteligente.
A ver. Volvamos a intentarlo. Centrémonos, ¡coño! Decía que aún sabiendo todo lo que tenía que hacer de aquí a final de año, decidí matricularme en dos cursos que iban ya por la mitad. Lo hice muy ilusionado y el fin de semana siguiente, casi ignorando a mi mujer, y eso que se supone que vengo a Las Palmas a pasarlo con ella, me dediqué en cuerpo y alma —más bien lo segundo, porque para lo primero únicamente hay que permanecer con el culo sentado durante horas, algo en lo que ya tengo sobrada práctica— a ponerme al día. Y entonces fue cuando me tropecé con la tozuda realidad. O, mejor dicho, con los «Hard Deadline». En román paladín, las fechas máximas para entregar las respuestas de los ejercicios. Y claro, yo no contaba con que de un curso de siete semanas, estando ya en la cuarta, los de las tres primeras no puntuaban por mucho esfuerzo que pusiera en ello. Y así fue. Tres dieces como copas de pino, porque eso es lo que saqué en cada uno de los ejercicios, y una puntuación acumulada de cero patatero en el expediente del curso. Frustrado decidí darme de baja con la esperanza de que, en un futuro no muy lejano, repongan esos cursos y que, de paso, no coincida con otros a los que les tengo también echado el ojo.
Mi consejo: Apuntarse con tiempo suficiente para empezarlo con calma. Es más, algunos cursos tienen la opción de preview desde unas semanas antes, y uno se puede coscar por adelantado de las clases y de los ejercicios. Sea como fuere, yo ya tengo un plan de estudios que abarca desde el mes que viene hasta el mes de abril del próximo año, si los mayas lo permiten con su dichoso fin-del-universo-y-todo-lo-demás, con algunos de los cursos aún con la fecha de inicio pendiente. Espero no tener que abandonar más barcos de aquí al año que viene.
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