domingo, 31 de agosto de 2008

Blu-Ray, PlayStation 3 y la terrible estupidez humana por querer ser el primero

Hoy domingo tocaría otra entrega de la fascinante serie dedicada a los jugadores casuales, pero no va a poder ser. Hoy voy a hablar de lo alucinado que estoy con la calidad de mi televisión LCD de 32" y de cómo he descubierto que ya no podré vivir sin la calidad de alta definición que da el Blu-Ray.

Ayer, después de mucho tiempo dejándolo pasar, decidí coger la colección de juegos originales que tenia para la PlayStation 2, junto la consola portátil Nintendo DS y me presenté en la tienda de la franquicia Game del Centro Comercial Siete Palmas. Ya me lo había adelantado un conocido y me lo confirmó el chico de la tienda: "Si aceptas el dinero en vale te pagamos más por tus juegos viejos que en efectivo". Sin pensarlo demasiado, recordando una conversación que mantuve una semana antes con mi padre, le dije "si lo que te traigo supera los 200 € me llevo la Play 3". Pensé, que eso, sumado a los 100 € que ya había sacado en la venta a mi sobrino de la PS2 junto con varios mandos y los micros del Sing Star, bien valía gastar otros 80 € y tener un reproductor Blu-Ray en casa, para comprobar si la calidad es tan buena como decían. Y si no, siempre tendría otra fuente de material para el jugador casual que llevo en mis entrañas, pues ya empiezan a aparecer juegos de la serie Platinum, por debajo de los 30 €, tope que tenía para gastar en un juego de PS2.

La semana anterior, paseando con mi padre, éste me comentó la idea de comprar la PS3 para su casa, porque es un amante del cine y tiene una gran colección de películas en DVD, pensando en ir pasando a Blu-Ray si la calidad de visionado lo merecía. Lo de la PS3, me decía, era porque los reproductores exclusivos son casi tan caros como la consola, y al menos la PS3 la podías conectar en red y escuchar música y ver películas que tuviese en el ordenador, le habían dicho. La experiencia vivida y transmitida por un buen amigo le quitó la idea de la cabeza: hace mucho ruido, le dije. Y acabó la conversación.

Tras veinte minutos esperando a que el dependiente terminase de comprobar que cuido muy bien los discos y que la DS la podía vender como nueva, por el poco uso que tenía y aún conservar el embalaje original, al final obtuve, por una veintena de juegos de la Play 2, más la Nintendo DS y cuatro cartuchos, casi 260 €. Pagando 20 € más (recordemos que ya tenía cien de la venta a mi sobrino) me llevé la PS3. Gasté un poco más, pues obviamente tenía que arrancar con un juego y una película Blu-Ray, que era realmente lo que me atraía, para poder probar el chisme. Sin olvidar el puñetero cable HDMI, que no fue lo que se dice barato. Pero estos gastos los asumo como "fungibles" (vale, vale, es una chorrada).

Al volver a casa no tenía demasiada prisa por probar el aparato, así que no fue hasta llegada la noche que puse, por primera vez en dos años desde que lo compramos, el televisor en alta definición. De hecho en un momento en que no se veía absolutamente nada me recorrió el temor de haberlo jodido al meterle una señal que sus chips ya habían olvidado cómo tratar. Pero no, después de varios cambios visibles de sintonización, acabó apareciendo la resolución máxima admitida. Como el televisor, un Samsung, es HD-Ready sólo llega hasta 1080i. Pero juro por mi madre y sus tetas que se caen con los años, que merece la pena y da una calidad acojonante. Empecé a ver las imágenes de la película con la boca abierta. Pregunté, en voz alta y tono no carente de estupidez por el asombro, "¿mi tele puede dar tanta calidad?". La fuerza de la costumbre, que te hace creer que lo más que puedes conseguir es la calidad DVD.

La película con la que he tenido esta experiencia casi religiosa es Blade Runner, en su versión 'montaje final'. Para ser una obra maestra con un cuarto de siglo, el proceso de remasterización te permite gozar de los poros de la piel de los protagonistas. No me puedo hacer una idea cómo será con películas recientes. Y eso que no es Full-HD (1080p). Tengo ganas de pillar una de acción de estas que tienen una postproducción con procesado digital del bestia. Sospecho que voy a llorar de puro placer. ¿Cuándo sacarán las del señor de los anillos?

Hoy mismo invito a mi padre para que se pase a verla. Lo del ruido debe haberse solucionado en la de 80 GB, porque no se oye nada cuando está encendida. Posiblemente acabe comprándose una yo consiga, con ello, un suministro alternativo de películas en este formato tan maravilloso. También tendré que mentalizarme de la necesidad de retomar las visitas de fin de semana al videoclub para aprovechar el nuevo cacharro. Y esperar a que empiecen a aparecer clásicos por debajo de los 10 €, como pasa ahora con los DVD.

Después de esta experiencia me reafirmo en que la gente puede llegar a ser soberanamente estúpida. Además de por muchos otros motivos, en esta ocasión por el que les empuja a descargarse las películas en mala calidad, con tal de verlas inmediatamente nada más estrenarse. Dicen que la paciencia es una virtud y estoy seguro que la mayoría de la gente carece absolutamente de ella. Es una eterna discusión que he mantenido con los compañeros de trabajo y amigos que me ofrece las películas descargadas de los antros de ese submundo de fechorías que son las redes P2P. ¿Cómo es posible que la gente se gaste una pasta en un plasma de 42", en un home cinema 7.1, y luego se descarguen las películas en calidad screener (término que erróneamente en España se usa para definir las copias grabadas directamente en cine con videocámara, Wikipedia dixit), con una imagen y un sonido que dan tanta pena que piensas seriamente en quitarte la vida después de que tus sentidos hayan sufrido? Usando un símil, poco afortunado tal vez, es como comprarse un Lexus y dedicarse a meterlo cada día por carreteras de cabras. La satisfacción que te podría ofrecer su conducción desaparece tan pronto lo uses para esos caminos. Por ello huyo de estos ofrecimientos como si fuera la peste y no puedo más que pensar que los que se conforman con ésto son unos patéticos cutres con los que deberíamos instaurar la era Soylent Green. Que al menos sus cerebros sirvan para hacer comida.

Si los gilis responsables de las multinacionales, gobiernos y oscuros grupos de recaudación quisieran realmente que la gente no descargase copias de tan mala calidad, se esforzarían no tanto en intentar cambiar el significado de los términos, haciendo aparecer como criminales a la peña que no deja de practicar actividades amparadas legalmente, y se dedicarían a mostrar lo que realmente se están perdiendo por no elegir la mejor de las posibles reproducciones. ¿O será que, con esa doble moral que tienen todos los grupos empresariales, realmente quieren que continuen las descargas para poder obtener beneficios, con el llanto y la pataleta, de difícil seguimiento contable y en base a conceptos de honor retribuible o similares? Al final todo se acaba sabiendo.

Mi consejo para el día de hoy, último del mes ocho del año ocho, es que dejes de hacer ya el gilipollas, descargando películas de las redes P2P, sean estas en DVDRip, DVDScreener, TS-Screener o Screner, especialmente las últimas, y busques las formas de conseguir un grupo de amigos que compren películas en formato de alta calidad y con el que intercambiarlas. O te acercas una vez a la semana al videoclub. Haz algo mínimamente inteligente, que el futuro de la raza humana puede depender de tus genes.

sábado, 30 de agosto de 2008

Tardes de sofá: No te rebajes con la serie Dresden

Ya sé que buscas cualquier excusa para justificar las tardes echado en el sofá, sin dar ni golpe, mientras tu pareja se dedica a preparar la comida de la semana. Ya sé que caulquier cosa a la que te puedas agarrar, para no moverte ni un centímetro, es bienvenida. También sé que lo que quieres es estar rascándote la barriga vegetando delante de tu verdadero amor, la televisión.

Pero por favor, no lo hagas con la serie Dresden File's. La serie en cuestión, basada en una serie de novelas, deja muchísimo que desear. De hecho solo cuenta con una temporada, tras la que no se grabaron más episodios. Y espero que eso siga así.

Tras un piloto más o menos interesante, y un par de capítulos que ya dejaban entrever que sería una serie bastante monótona, la calidad temática del hilo conductor de la serie cayó abruptamente en los siguientes capítulos. Soporíferos, la gran mayoría de ellos. Ni haciendo un esfuerzo hercúleo para conseguir tragarse las boberías de ciencias ocultas con las que justificar las hazañas, narradas además en voz en off, del chavalote, y las tonterías de energías taumatúrgicas, la serie no merece ni un rato de atención.

Por favor, ni se te ocurra comprarla. Apoyo el capitalismo injustificado y la conducta honrada de los buenos chicos que conlleva comprar los originales, pero comprar este tipo de productos es darles otra oportunidad a los productores para que nos castiguen con series carentes de interés. No les des de comer, que te siguen. Te diría que fueses un chico malo y la descargases empleando las oscuras artimañas de las mafias del P2P, pero de verdad, no malgastes el ancho de banda con ella. Mejor continúa descargando las pelis guarrillas para verlas cuando la parienta salga de compras con la madre.

En fin, que hay cosas mejores con las que justificar no echar una mano en casa mientras practicas tu deporte favorito, el tumbing sobre sofá. Usar esta serie con el fin de justificarte te hará sentir mezquino al final. Pero, como dicen por ahí, el cerebro es tuyo y lo jodes como quieras.

viernes, 29 de agosto de 2008

Otros tres tributos y dos bandas sonoras

Hace ya unas semanas comentaba algunas cosillas sobre un tributo a Pink Floyd a base de piano. Mientras escuchaba las adaptaciones para piano de la que fuera una de mis bandas favoritas hace muchos años (las de veces que habré escuchado el álbum The Wall a lo largo de mi vida), me puse a buscar otros tributos y me tropecé con un tributo a Metallica, un tributo a Iron Maiden y un Omaggio Ai Pink Floyd. Apestan. Lo triste es que he descubierto una cantidad inmensa, casi infinita, de llamados tributos. Son los típicos discos de escuchar una vez y tirar, que no merecen la pena comprar y por lo que das gracias a las mafias del P2P y descubres cuan equivocados están los de la SGAE. Los venden como una especie de homenaje o veneración a las bandas y sus míticos temas, pero al no ser el original no tiene la frescura del mismo y, por tanto no puede ser mejor. Lo que, dicho de otra forma, es empeorarlo y/o mancillarlo. ¿Por qué, entonces, gastas tu dinero comprando algo que sabes que no es tan bueno? En fin, cosas del mercado. Una lástima, porque se aprecia que los pianistas son cojonudos, pero no deben tener otra cosa con la que ganar el pan para alimentar a su prole.

Creo que hasta la fecha pocas veces he dicho que una reinterpretación de un tema originalmente bueno, lo supera. No digo que no los haya, pero no es el caso en los discos que comento, por muy amante del piano que seas.

Sin embargo, para no concluir esta entrada de forma tan negativa, voy a recomendar dos bandas sonoras: Batman Begins y The Dark Night. Ambas co-compuestas por Hans Zimmer y por James Newton Howard, dos monstruos en el panorama de las bandas sonoras. Antes de ver la segunda parte de la renovada visión cinematográfica de Batman, lo que hice ayer por la noche, ya había escuchado la banda sonora varias veces, comprada en iTunes. Sí, sí, como lees, la tengo legalmente comprada. A pesar de que usar las redes P2P también es legal (aunque de mente enfermiza, según los defensores del canon digital), opté por comprarla porque las descargadas tenían muchos defectos de ripeo que estropeaban el placer de escucharla. El tema Why So Serious? es un tema oscuro y magistral. Altamente recomendado. Si no quieres usar iTunes (que me toca mucho las amígdalas con su DRM), puedes optar por otros servicios, como la tienda de Amazon.

jueves, 28 de agosto de 2008

Una serie documental que deberías ver: MayDay, catástrofes aéreas

Tenía pensado hablar de esta serie documental más adelante, pero dado que parece que hemos tenido una semana algo movidita en cuanto a incidentes aéreos, he adelantado su presentación, para aquel que no la conociera ya.

Mayday es una serie documental producida por terceros y emitida en España -y creo que en todo el Mundo- por National Geographic Channel (el original aquí), que parece tener ya unas cuantas temporadas a sus espaldas. En los diferentes capítulos de la serie se van repasando muchos de los accidentes y tragedias de la aviación civil. En cada capítulo se recrea y dramatiza un accidente. En algunos puedes escuchar las experiencias de los instantes finales y posteriores de boca de algunos de los supervivientes. En otros no quedaron supervivientes y son sus familiares y amigos quienes hablan. Se van intercalando secuencias generadas por ordenador de los accidentes, con imágenes de actores dando saltos y con cara de acojonados, comentarios de los supervivientes y/o de familiares, así como la investigación subsecuente para desvelar las causas tras el suceso. En algunas ocasiones las investigaciones desvelan fallos mecánicos debidos a -tal vez- malos diseños y debilidades estructurales (con comentarios acojonantes que reseñan que aún vuelan aviones en los que se conocen dichas debilidades). En otros que las operaciones de mantenimiento no se realizaron correctamente para abaratar costes, lo que implica negligencia por parte de la compañía aérea, etc., etc.

En los últimos cuatro años de mi vida laboral he tenido que coger aviones cada tres o cuatro semanas. Muchos de ellos eran vuelos de corta duración (desde Gran Canaria a Tenerife y de regreso), pero desde que empecé a trabajar en la empresa actual, cuya sede principal está en Madrid, fueron muchos vuelos de dos horas y media hasta allí. Nunca me ha gustado mucho volar, como a mucha gente, pero soy consciente que volar, como dice Superman, es el médio más seguro de viajar. Y si lo dice Superman debe ser cierto. ¿No? En cualquier caso no quedaba más narices que hacerlo. Al menos hasta que han puesto la videoconferencia, con lo que hace ya unos meses que casi no es necesario que vuele a ninguna parte por cuestiones profesionales y sí, únicamente, por ocio y disfrute.

Coincidió la emisión de esta serie en el Canal de National Geographics, en el Digital, con la víspera de uno de tantos vuelos a Madrid. Y, como soy de la idea que uno vence a sus miedos si se enfrenta a ellos, no me fui tranquilo a la cama hasta que me tragué tres capítulos seguidos. El vuelo de ida me lo pasé dormitando y soñando con accidentes del avión en el que volaba. Nada del otro mundo, vamos.

En fin, que si no eres un cobarde y tienes estómago para enfrentarte a tus temores y demonios, te recomiendo que veas algunos de los capítulos (algunos resultan infumables por aburridos, aunque otros muy entretenidos y recomendables). En caso contrario, si no eres capaz, entonces corre a esconderte debajo de las faldas de mamá, pero has de saber que los demonios te acabarán encontrando independientemente de dónde te escondas. Recuerda, el Mundo será de aquellos que no teman a la muerte.

Una vez más, antes de cerrar el editor, me queda recordarte que deberías ser un chico bueno y apoyar el libre mercado de consumo, demostrándolo con tus actos y comprando la serie original, consiguiendo con ello que fluya la savia de la economía. Pero si eres un superviviente y crees que hay cosas mejores en las que gastar el dinero, como alimentar a tu prole o en preservativos para evitar tenerla, pero aún así no quieres sacrificar el ver una buena serie documental, recurre a los oscuros escondites donde habitan las mentes criminales del P2P. En tu conciencia quede. O, disfruta de algunos capítulos directamente en línea, como el de la catástrofe de Tenerife. En inglés, eso sí.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Y ya van dos...

Mi ego está que va a reventar, de puro hinchado que anda. Ayer recibí la segunda invitación para que otra de mis fotos aparezca en una de las guías Schmap. En esta ocasión para Salamanca, que visité en septiembre de 2002. Como la otra vez, me mandaron un mensaje ofreciendo una url en la que debía aceptar las condiciones para la inclusión en la guía.

La foto en cuestión es la que hice a detalles de la fachada de las casa de las conchas con la recién estrenada Nikon Coolpix 5700.

Casa de las conchas, en Salamanca

¿Se podrá llegar a decir eso de "no hay dos sin tres"? Ya veremos. Mientras tanto, a disfrutar que mi ego está contento.

martes, 26 de agosto de 2008

Tesoros perdidos reencontrados (VII): "La gran cagada"

Dentro del conjunto de relatos que llegué a terminar, pues muchos los comencé y nunca los terminé, hay uno al que le tengo bastante cariño. Se trata de 'La gran cagada'.

Este relato lo escribí justo en una época en la que había retomado el hábito de visitar a Juan Manuel y a Irene. Ambos vivían en el barrio de al lado, a unos cien metros de mi casa, y los dos vivían en el mismo edificio, por lo que me acercaba a casa de Juanma y subíamos a darle la brasa a Jose y a Irene, pero en particular a Irene. Una de las tardes que Jose no estaba, Irene nos relató el apretón que sufrió estando en una discoteca. Fue la chispa para que nuestras dilatadas imaginaciones rellenasen el resto de la historia. Risas, risas y más risas en aquella tarde, una de tantas entrañables e inolvidables tardes que pasamos en casa de los padres de Irene hablando de mil y una cosas diferentes. Esa misma noche, en casa, me senté delante del ordenador y le di un poco de forma a los disparates que contamos, hilando una pequeña historia.

Al igual que con el resto de relatos que he presentado hasta el momento, éste que he encontrado es una de varias copias que tengo del mismo. Por fecha creo que es la última, la que preparé para el fanzine de la escuela de informática. Supongo que por eso lo de "privado" en el título. No lo sé, pero así se queda.

Que lo disfruten.

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La Gran Cagada (PRIVADO)


adaptación de una loca improvisación de
Juan Manuel Reyes Santana
y
el autor.


Dedicada a Irene Láiz,
que sin desearlo, se vio inmersa
en nuestras desquiciadas fantasías.




Todos éramos conscientes que, tarde o temprano, la raza humana se vería en peligro de extinción; pero nunca imaginamos que ocurriría del modo en que llegó.



Era una noche de verano. Fuera, en el exterior, la brisa marina suavizaba la temperatura ambiente y los más frioleros se abrigaban. Pero dentro, en el interior de la discoteca, hacía mucho calor; en parte debido a la densidad de personas, en parte a la máquina del aire acondicionado, que no estaba funcionando correctamente.

Irene se encontraba junto a la barra, en compañía de Antonio, saboreando el martini recién servido. Estaba en el segundo trago cuando llegó el resto del grupo, compuesto por Celia, Elena y Francisco. Éste último le pasó el brazo por encima del hombro a Irene.
-¿Qué bebes?- preguntó curioso, alzando la voz sobre la estridente música.
-Un martini- respondió sin mirarlo.
-¿Has probado el vodka?- inquirió nuevamente.
-No, nunca.
-¡Que no! ¡Pues tienes que probarlo!
-¡Está buenísimo!- intervino Celia.
-Sí. A mí es la bebida que más me gusta.- aseguró Elena.
-Hagamos una cosa; yo pago una ronda para nosotras tres, y si te gusta, tu pagas otra. ¿O.K.?- ofreció Celia.
-Bueno, por mí vale.
Celia sacó el dinero y pidió tres vodka con limón; los pagó y entregó uno a cada una de las otras dos. Irene miró cómo lo bebían las otras y luego las imitó. Intentó engullirlo de un solo trago, pero a medio vaso se atragantó. Depositó el vaso de vodka en la barra, haciendo un gran esfuerzo por no escupir lo que tenía dentro de la boca. Poco a poco logró tragar y sus pulmones volvieron a hincharse de aire.
-¿Qué, está fuerte, eh?- preguntó Francisco, tomando el vaso de ella, pensando que aquellos gestos eran debidos a otra cosa. Luego terminó con lo que quedaba de bebida.
-Bueno, vosotras esperad aquí, que nosotros vamos un momento al baño- habló Antonio, que ya daba el primer paso y tiraba de Francisco.
Celia y Elena sabían a que iban, pero no comentaron nada por respeto a Irene. Pero ella también lo sabía, porque cuando en el grupo estaba Marcos, el chico con el que estuvo saliendo, él hacía lo mismo: todos iban a gastarse parte de la asignación en la máquina de preservativos.

-¿Te gustó el vodka con limón?- preguntó Elena.
-Si, estaba muy bueno.
-Pues nada, ahora invito yo- terminó diciendo y sacó el dinero.
Cuando acabaron esta ronda, fue Irene la que pagó. Estaban terminando la tercera, cuando regresaron los chicos.
-¿Qué, aún estáis sobrias, niñas?- comenzó diciendo Antonio dando un ligero empujón a Celia, su novia.
-¡Ja, ja y já! Que gracioso es el carahuevo éste- respondió ella intentando parecer dura, pero la sonrisa la delató.
-¡Ufff! ¡Qué calor hace aquí!- exclamó Francisco agitando el cuello de la camisa al tiempo que se apoyaba en Elena.- ¿Por qué no salimos un rato?
Todos, menos Irene, aceptaron la idea. Ella sabía que querían estar solos y se excusó, alegando que parecía haber visto a una amiga de clase. Todos comprendieron que era mentira, pero se lo agradecieron con la mirada. El resto salió; irían a los coches o a algún lugar tranquilo, para gozar de la juventud.
Pidió un martini y, mientras lo bebía, se torturó con los recuerdos de Marcos: aún le dolía haberlo dejado. Decidió que debía encontrar un chico esa noche que le ayudara a olvidar. Bebía el último trago cuando alguien la tocó en el hombro.
-¿Irene?- una voz dubitativa.
Ella se giró y al instante reconoció al poseedor de aquella voz: era Pablo, un compañero de clase. Él era alto, fuerte y tenía una larga melena rubia quemada por el Sol que contrastaba con su piel morena, también expuesta durante muchas horas a la radiación solar.
-¡Ah! Hola Pablo, ¿qué tal?
-Muy bien. ¿Y tú?- preguntó mirando alrededor, como si buscara a alguien que en realidad no conociera.
-Bien. ¿Buscas a alguien?
-No, no...- mintió- ¿Estás sola?- e Irene entendió el porqué.
-No, mis amigos están fue... Mejor dicho: sí. Todos se han ido.
-Pues, si no te importa, me siento a tu lado. Es que yo también estoy solo- y se sentó en un taburete junto a ella.
-¡Muy bien!- y sonrió.
-Veo que tienes el vaso completamente vacío, ¿me permites invitarte a algo?
-Vale, un martini.
-Mejor un Bourbon. ¿O.K.?
-Bueno.
El camarero sirvió las bebidas. Ella comenzó a beber bajo la mirada de Pablo. El sabor del líquido era muy suave y le agradaba mantenerlo un poco en la boca, para tragarlo rápidamente a continuación. De repente se percató que los dos vodka y medio no le habían hecho efecto; «demasiado mitificado está el vodka», pensó y continuó bebiendo. Miró a Pablo, que bebía más lento, y se le ocurrió que aquella era la oportunidad de pasarlo bien esa noche; pero Pablo no se atrevía a entablar conversación.
-¿Bailamos un poco?- preguntó ella.
-Sí, sí... - e hizo amago de levantarse, deteniéndose al advertir que estaba dando la impresión de desesperado. Terminó su bebida un poco más rápido de lo que quería aparentar y se levantó.
Esperó a que Irene se hubo incorporado y se dirigieron a la pista de baile. El discjokey había pinchado un disco de una cantante estadounidense de voz algo chillona. La música no era más que un machacante ritmo extraído de una caja para tal fin y sintetizadores más samplers por todos lados; todo ello culminado por una aguda voz que repetía tres palabras, a modo de estribillo, a lo largo de toda la canción: era el número uno en las listas de ventas de éste verano.
Irene y Pablo bailaron separados, cada uno con su estilo personal. Él prefería moverse poco, principalmente de cintura para arriba, mientras que ella se movía mucho y en conjunto, agitando todo el cuerpo.
La potente música dejó paso a una más apaciguada y tranquila: comenzaba el tiempo para la música lenta. En la pista solo quedarían las parejas, que se juntarían en un asfixiante abrazo.
Ambos se pegaron tanto que, sobre sus respectivas pieles y a través de la delgada ropa, podían sentir el cuerpo del otro. Pablo sentía los pechos de Irene y no pudo resistirlo. Como un acto reflejo, su miembro comenzó a hincharse; pero no quiso apartarse. Ella se dio cuenta y se dijo que esta noche lo pasaría muy bien; ya iba siendo hora de divertirse.
-Tengo calor- confesó Irene al oído de Pablo- ¿Te importa si salimos a tomar un poco el aire?
-Yo también estoy super acalorado- reconoció él.
Dejaron la pista y se dirigieron a la salida; pero cuando se encontraban a mitad de las escaleras que llevaban a la puerta, la mezcla de licores junto a los 'moros y cristianos' del almuerzo y el bocadillo de chorizo de la merienda, todo ello bien agitado, calentado y ligeramente fermentado, hicieron su efecto.
Irene sintió como si una burbuja de aire se dilatara en su estómago y estallara. «¡Oh, no!», pensó aterrada y dirigió su mirada hacia el otro lado de la pista, hacia el baño. Bajó los escalones de tres en tres ante el asombro de Pablo, que ahora la veía abalanzarse sobre las parejas de la pista.
Encontró la primera pareja, empujándola con el brazo para quitarla del medio, provocando que tropezaran y cayeran. Clavó el codo en el abdomen de una imponente rubia, pisó a un chico, golpeó en la cara a un tercero, y todo en su loco ímpetu de alcanzar la puerta del baño. Era el caos, la luz estroboscópica producía un extraño efecto sobre la retina de los asombrados videntes: allí donde había una pareja bailando, ahora había un gran barullo. Tras ella, por encima de la música, se elevaban toda clase de injurias e insultos.
Un corpulento hombre intentó detenerla interponiéndose en el camino, pero ella no lo pensó dos veces: le adjudicó una tremenda patada en los testículos, dejándolo inconsciente. «¡Ánimo, que ya casi estás!», gritaba para sí, sin apartar la vista del objetivo.
Por fin llegó. Abrió de un empujón la puerta y entró. Al volver a cerrarse la puerta, se produjo un extraño efecto de vacío al pasar de intensos sonidos a un escaso murmullo; pero ella siquiera se percató. Buscó una puerta abierta, pero todas estaban cerradas, indicando que los retretes estaban ocupados.
Embistió, al azar, una de las puertas y le dio una tremenda coz. No estaba bien cerrada y se abrió a la primera, descubriendo a una chica de unos dieciséis años que se restregaba por la entrepierna una foto del guaperas de moda: Manolo Sanz. Aquella niña la miraba con el pánico pintado en la cara: ojos grandes y boca estúpidamente abierta; pánico provocado por la imagen de aquella furibunda mujer abalanzándose a por un retrete. Irene la agarró de la larga y rubia melena y la sacó a la fuerza de allí, barriendo el suelo con ella.
Entró y cerró la puerta con fuerza. Se subió la minifalda y casi rompe las bragas al bajarlas con tal violencia que ella, de no estar concetrada en evacuar, se hubiese sorprendido a sí misma. Se sentó y esperó a que saliera por si solo, pero nada ocurrió. Era extraño, porque sentía unos intensos retorcijones y un extraño burbujeo en las tripas. Hizo un poco de fuerza y ocurrió: un terrible estruendo, peor que un trueno, anunció la llegada. La masa fue expelida con tanta violencia que la temperatura subió varios grados alrededor de ella, dando lugar a la formación de electricidad estática en el aire cercano. Hilillos de luz escapaban de la vasija por aquellas sitios donde el culo de Irene no estaba unido a la tapa, produciendo zumbidos sordos al cortar el aire. La atmósfera, enrarecida, se estaba impregnando con un intenso olor a ozono.
Irene abrió los ojos y suspiró aliviado; se había quitado un gran peso de encima. Cuando salió del retrete, vio a la chica de dieciséis años. Encogida, sollozaba en un rincón, con las bragas aún a la altura de las rodillas. Era muy alta, incluso más que Irene; «por eso habrá pasado desapercibida al portero», se dijo. Se dirigió hacia ella y le puso una mano tranquilizadora en el hombro.
-Lo siento mucho, pero lo mío era más urgente- intentó excusarse.
-Es que... es que...- hizo pucheros-. Es que me has roto la foto- y mostró la imagen desgarrada.
-Bueno, perdóname- y se quedó pensativa.- ¡Ya sé lo que vamos a hacer! Quedamos para mañana y te doy un poster que tengo de él.
-¡De verdad!- exclamó entusiasmada, imaginando cuanto iba a disfrutar con una imagen tan grande de su ídolo.
-Si. Mira, mi teléfono es...- sus palabras se vieron interrumpidas por un extraño gorgoteo que salía de dentro de la taza de váter y recordó que no había tirado de la cisterna.
Se levantó para hacerlo, pero al mirar, no sin cierto morbo, al interior, vio una enorme masa burbujeante de color verde-pardusco. Sus fosas nasales se vieron invadidas por el olor del metano. Ella había dado la energía y puesto el recipiente, y la química había hecho el resto. Aquella viscosa materia comenzó a moverse, trepando por la pared de la taza. «¡Está viva!», gritó para sí. Presa del pánico, tiró con fuerza de la cisterna; pero el agua, al entrar en contacto con aquello, se evaporó, formando una densa niebla. Huyó de allí, llena de un inmenso terror.
-¿Qué es lo que ocurre?- preguntó la otra chica, asustada al ver que Irene abandonaba de aquella forma el baño; pero no obtuvo respuesta. Intrigada, se acercó al retrete. La niebla que de allí salía la impidió ver nada hasta que fue demasiado tarde.
En el exterior del baño había terminado ya la música lenta, y el machacante ritmo impidió que oyesen el grito. Irene buscó a Pablo, pero había desaparecido; «No importa, debo marcharme de aquí lo antes posible», y corrió hacia la salida. Allí la detuvo uno de los de seguridad.
-Tu eres la que armó el terrible escándalo antes, ¿verdad? Vas a darme una explicación ahora mismo- dijo amenazante.
-No, no...- e intentó soltarse, pero las fuertes manos del hombre no cedían.- ¡Está viva! ¡Está viva!- gritó histérica, mirando hacia atrás, esperando que en cualquier momento cayera sobre ellos.
-¿De qué coño estás hablando, tía?- preguntó furioso. Pero la respuesta llegó a continuación. Por debajo de la puerta del baño, comenzó a filtrarse la neblina, mezclada con un nauseabundo olor. La música paró. La gente empezó a alejarse de la puerta con pinceladas de miedo pintadas en los ojos. En el interior, el humo neblinoso hizo saltar la alarma, y el sistema antifuego se puso en funcionamiento, regando con una fina lluvia a todos los que estaban allí. A más agua más vapor se producía. Todos se empujaban histéricos, intentando alcanzar la salida de emergencias.

Gracias a la confusión reinante, Irene logró desasirse y alcanzó la calle. Estaba sudando y fuera hacía frío, pero a ella no le preocupaba; su única intención era llegar lo más lejos posible. Corrió por las calles sin dirección alguna.

La puerta del baño estalló en incontables pedazos, alcanzando a algunas personas. La masa hedionda y pestilente salió, expandiéndose por el suelo. Algunos gritaban aterrados. Terminaciones a modo de tentáculos, que modificaba a voluntad, apresaron a los que se encontraban más cerca. Los envolvía para disolverlos, digerirlos con sus jugos, hechos de ácido concentrado. Asimilaba a sus víctimas, sus proteínas, sus grasas; no dejaba nada de ellas.



Nada podría detener 'aquello'. Aún no hemos logrado deshacernos de éste ser, al que algunos han bautizado como "La Gran Mierda" y otros como "La Gran Cagada".


Las Palmas de Gran Canaria
Junio 1991

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¿A que te han entrado ganas de comer después de leerlo?

lunes, 25 de agosto de 2008

En una semana...

Dentro de una semana me reincorporo al trabajo. Como reza el dicho "del dicho al hecho hay un gran trecho" y, desde luego, las vacaciones no se parecen en nada a lo que tenía en mente. No me lo he pasado nada mal, aunque no como yo esperaba. Al final uno nunca logra desconectar, y menos de la familia. Pero menos aún de las decenas de gestiones que se van dejando pendientes hasta tener un rato.

Ayer fue el cumpleaños de mi mujer y, además de regalarle a ella algunas cosas que quería (aunque al final no conseguí la sorpresa que tenía en mente), aproveché y me autorregalé un Compex Mi-Fitness, porque ya que estoy a dieta para adelgazar, a ver si consigo tonificar un poco los músculos. Pero como soy muy gandul, hacerlo de forma desatendida.

Hoy enfrentaré otro día de gestiones y salidas para acá y para allá, pero al menos aún me queda una semana de vacaciones que, aunque no sea como tenía pensado originalmente, sí que pienso disfrutar cada día de los que me quedan. Como llevo haciendo desde el primer día.

A pasarlo bien.

domingo, 24 de agosto de 2008

Viejos tiempos para el jugador casual

Hoy domingo toca otra entrada en mi bitácora destinada a los jugadores casuales. En este caso para aquellos afortunados que poseyeron un magnífico e inigualable ZX Spectrum y quieran revivir momentáneamente aquellos tiempos. Como digo, estas entradas están orientadas a los jugadores casuales, que ven el jugar con ordenadores como algo sano a lo que no dedican más de una hora cada cierto tiempo. Sin embargo, si eres de los que viven para jugar o de los que necesitan reconocimiento social y solo lo encuentras en los mundos de fantasía al estilo World of Warcraft, dejándote horas y horas cada día para conseguir subir de nivel y, con ello, demostrarte que sirves para algo, entonces, si es así, esta serie de artículos no es para ti.

Sin embargo, echarte una partidita a algún juego clásico (y tanto), de aquellos que te hicieron fantasear de pequeño, es uno de los mejores remedios contra ese deseo que recorre tu cuerpo durante toda la semana. Recuerda que matar a tu jefe o a tu pareja está mal. Silenciar a tu suegra tal vez no lo esté tanto, pero tu pareja puede no tomárselo muy bien.

El Spectrum (fui de los elegidos que poseyó el fantástico cuarenta-y-ocho-kas-teclado-de-goma) me proporcionó grandiosos momentos en mi paso de niño a adolescente. Contra lo que mucha gente (y mucha más gentuza) sostiene, la copia de cintas de juegos era un aliciente para crear vínculos sociales con otros niños de mi condición. Sin el Spectrum (y luego resto de ordenadores) posiblemente no me hubiese aventurado fuera de mi barrio con tan poca edad para ir una o dos veces en semana a intercambiar juegos con mis amigos de otros sitios de Las Palmas. Si eres padre, eres de mi generación y tuviste la suerte de poseer un 8 bits (o un 16 bits como el Amiga o el Atari ST) sabrás de lo que te hablo. Así que piratéale la puñetera consola a tu hijo y déjale que vaya a cambiar juegos con sus amigos. Eso sin contar las de horas que pasamos juntos los amigos en casa aporreando las teclas a ver quién batía el record.

De aquella época recuerdo muchos juegos con especial cariño, y de vez en cuando echo una partidita a alguno. No solo para recordar viejos tiempo (los actuales son tan buenos o mejores), sino para mantener mis reflejos un poco en forma. Porque mira que había juegos jodidamente complicados.

Son muchos y muy variados, pero he hecho una pequeña lista con la que podrás pasar una horita entretenido (más tiempo ya cae en vicio), pasando de uno a otro. Los puedes conseguir en páginas como World of Spectrum, Spanish Spectrum Archive, The .TZX Vault o Spectrum Zone (de Computer Emuzone), por enumerar algunas. Como parece que la empresa conocida entonces como Ultimate Play The Game (ahora RARE) prohibe la distribución de sus juegos de entonces -como el Sabrewulf, el Underwurlde, el Jet Pac o el Knight Lore- he optado por jugar a los de Dinamic, juegos entre los que se encuentra el que fue mi favorito durante muchísimos años (incluso habiendo abandonado completamente el universo de los juegos), el Abu Simbel Profanation.

Para entretenerme un rato, hoy he elegido el juego Bugaboo, la pulga, posiblemente el primer juego de plataformas que cargó mi Spectrum; el Manic Miner, al que estuve enganchado mucho tiempo; el Babaliba y el ya mencionado Profanation.





Si eres usuario de Windows tienes a tu disposición muchísimos emuladores. Sin embargo, si tu caso es como el mío, que o usas la manzana mordida o usas Linux, la cantidad de emuladores posibles se reduce considerablemente. Para Leopard he encontrado dos que funcionan, el FUSE y el ZXSP. Como ventaja indiscutible del primero es que se traga cualquiera de los miles de formatos que hay por Internet (SNA, TZX, etc., etc.). Como grandísima pega le encuentro que o juegas a tamaño real (320 x 200), lo que supone quedarte ciego en un monitor de 1900x1200, o juegas a pantalla completa, con sprites que resultan bastante deformes y cuadriculados. En el ZXSP tienes más opciones para controlar el tamaño de la pantalla y del sonido, pero solo soporta los formatos SNA y Z80.

Otra cosa que debes tener en cuenta, si como yo no quieres pasarte una existencia jugando las mismas pantallas, es que con el FUSE puedes obtener un snapshot de donde te encuentres y volver a comenzarlo en otro de esos momentos en que el jugador casual que llevas dentro te llame. A ver si así consigues terminar el casi imposible Abu Simbel Profanation de una vez.

Para concluir, comentar que el Spectrum fue el ordenador con el que, contando 13 años, empecé a programar. Hice varios juegos en el BASIC integrado redefiniendo los caracteres de usuario para hacer los monigotes y las plataformas. Llegando a los 15 empecé a empollarme el lenguaje ensamblador del Z80, que poseía uno de los mejores juegos de instrucciones que recuerdo (sólo superado por el del 68000 de Motorola). Mejor que cualquiera de los de la época (que realmente el único diferente era el Commodore, porque tanto MSX como Amstrad también usaban el Z80).

Hala, venga, a jugar un ratito. Ya sabes que eso te hará mejor persona. O, tal vez en tu caso, evite que empeores, que ya es un logro.

sábado, 23 de agosto de 2008

Tardes de sofá: La amenaza de Andrómeda

Si eres de esos que aprecian la vida sedentaria en su máximo esplendor y que adoran a su sofá de forma casi religiosa, sabiéndolo herramienta absoluta del perfecto hedonista, entonces casi seguro que también adoras los sábados tirado en él desperdiciando tu existencia mirando tu plasma de cuarenta y tantas pulgadas. Si eres de este tipo de personas, entonces me permito recomendarte algo en lo que desperdiciar unas cuantas horas, de forma que por un tiempo consigas la meta de ser algo más feliz, tal vez olvidando el sinsentido de tu propia existencia.

Michael Crichton (sí, sí, el mismo que pergeñó la novela sobre un parque de dinosaurios transgénicos) publicó "La amenaza de Andrómeda" a finales de los sesenta. Es una novela intensa que gusta y gustará a aquellos que, desde pequeños, desarrollaron cierta inquietud por las ciencias. Para el resto seguramente será un buen pisapapeles o, para los genéticamente mejor dotados, un concentrador de ácaros con el que ahuyentar a las visitas no deseadas.

Antes de leer la novela, que creo lo hice con unos quince años, tuve la suerte de tropezar con la película de mismo nombre dirigida por Robert Wise en 1971. Fue un día, por casualidad, en la TV y la vi con mi abuelo. Los dos estábamos encantados. Después de verla quise leer la novela, descubriendo que la película resultó ser una magnífica adaptación. Y precisamente fue de la biblioteca de mi abuelo de donde saqué la novela, que aún conservo.

Te recomiendo que cualquier sábado en que una tarde más adores a, y te fusiones con, tu sofá, disfrutes de esta buena película. La película, por sí misma, merecería la pena esta entrada. Pero como supongo que eres de esos que no se creen los argumentos si en los monitores aparecen cutres gráficos vectoriales, que era a lo más que se podía aspirar al comienzo de los setenta, te voy a hablar de una adaptación moderna.

La amenaza de Andrómeda, además de ser un libro estupendo y una película fantástica, también es una miniserie de dos episodios con una trama muchísimo más rebuscada y que, desde mi punto de vista, no le hace sombra a la película.

Los primeros treinta o cuarenta minutos resultan bastante aburridos o "lentos". Te van presentando a los diferentes personajes que enriquecen el argumento original. La cosa va mejorando sobre la mitad del primer episodio y se mantiene bastante bien durante todo el segundo capítulo, sin llegar, sin embargo, a resultar tremendamente excitante.

En cuanto al argumento, que no te quiero reventar, sí es cierto que le han añadido tramas políticas de traiciones y retraiciones, con periodistas sedientos de verdad verdadera (además de sedientos de alguna sustancia ilegal), con presidentes ultra éticos dispuestos a sacrificarse por el bien de su país, con empresarios maquiavélicos representantes del todo vale, con sicarios sin escrúpulos que igual te cortan que te pinchan que te queman, y con un origen, motivo o razón de ser del bicho, que se lo traga todo, un tanto absurdo, por no tacharlo de estúpido directamente. Alguna explicación paracientífica de risa para justificar ciertas cualidades del cachondo virus que me tocó un poco el chip de la credulidad. Pero bueno, es ficción y, aunque a regañadientes, debe caber (casi) todo. Hubo un momento en el que las cualidades atribuidas al engendro invisible hicieron que recordara al virus de "La voz de los muertos" y de "Ender el Xenocida".

Aunque la tensión dramática se ve seriamente dañada por algunas interpretaciones (o doblajes) poco creíbles, son dos capítulos que te pueden hacer pasar una tarde de sábado tranquila, mientras el colesterol que no quemas por tu vida sedentaria sigue atascando tus arterias. No te preocupes, estás más cerca de un ataque al corazón, pero al menos pasarás tres horas entretenido con La amenaza de Andrómeda en versión siglo XXI.

¿Hace falta que te cuente cómo conseguir los dos capítulos? Si eres un buen chico, adorador del mercantilismo puro y duro, irás ahora mismo a comprarla. En caso contrario, si demuestras una inteligencia maligna de superviviente innato, te harás con tu copia de forma legal, aunque ilícita (éticamente hablando), por alguna de las vías que emplean el resto de malas personas que, como tú, adoran a, y pueblan, las redes P2P. Puede que para hoy no, pero seguro que para el próximo sábado ya la podrás disfrutar fusionado con tu sofá.

Supongo que habrá que esperar otros casi cuarenta años para ver una nueva adaptación.

viernes, 22 de agosto de 2008

Grados de separación en un accidente aéreo

Mi aproximación al conocimiento de la tragedia aérea de anteayer miércoles fue rara, a falta de ocurrírseme otra palabra mejor. Rara vez veo las noticias en televisión (demasiado deporte y demasiado morbo, en general) y tampoco soy muy aficionado a escuchar la radio. De todo suelo enterarme en Internet, en los varios sitios de noticias a los que estoy suscrito, que van actualizando mi Google Reader.

En un momento dado, mientras revisaba varios correos de trabajo, mi mujer se acercó a mí y me comentó que había habido un accidente de un avión de Spanair que había despegado de Madrid con destino Gran Canaria y que había tenido que volver a aterrizar por un fallo en uno de los motores. En esa primera aproximación me comentó que habían muerto dos personas, tal vez por los gases provocados por el fuego en el motor. Teniendo ya esta información de primera mano, cuando vi aparecer los titulares del tipo "accidente de avión", etc., etc. los ignoré.

Unas horas más tarde mi mujer volvió contando que al parecer habían sido veinte las víctimas, porque el motor había estallado antes de despegar y que en la explosión había matado a tantas personas. "¡Coño!", dije, pero seguí con la mente en lo que estaba haciendo. Trabajo.

Ya eran las seis y media de la tarde y estaba buscando en la oficina un contrato para que el director de la empresa, de vacaciones en Gran Canaria, lo firmase para acelerar los trámites de una obra. Al hablar con él por teléfono me preguntó si tenía algún conocido o familiar en la tragedia. Le dije que creia que no. Para mí, en ese momento, seguían siendo veinte los fallecidos.

Seguía trasteando en la oficina, cuando recibí un SMS de una amiga de Madrid, preocupada por si tenía familiares o amigos directos en la tragedia, término que al igual que el director empleó ella. También al igual que al director le dije que no, que por suerte no sabía de nadie. Internamente seguía creyendo que "tragedia" era una palabra demasiado "grande" para lo que yo creía que había acontecido. En un mal fin de semana puede fallecer esa cantidad de personas, incluso más, en las carreteras. No quiero quitar con lo dicho importancia al hecho de que se produzcan veinte muertes. Quiero reseñar que nuestro (creo que no peco al incluir a muchos en ello) umbral de asombro ante números de muertos está demasiado elevado a causa de los telediarios, que nos tienen insensibilizados para con cifras "tan bajas".

Fue ya cerca de las nueve de la noche, volviendo a casa, cuando me enteré de la magnitud de lo sucedido. Entonces comprendí que realmente tragedia es el término que hay que emplear. Creo que con varias horas de retraso con respecto al resto de la población, el golpe me dejó helado. Sobre la marcha me puse a seguir las noticias en televisión intentando saber qué había sucedido exactamente y, como muchos, supongo, si me enteraba de en qué grado me "tocaba" el suceso.

Lo primero que me sorprendió de la forma en que estaban exponiendo la noticia era cómo alargaban la situación para no decir nada o repetir lo mismo constantemente. Me asqueó la forma en que se regodeaban en el dolor, poniendo y reponiendo las mismas imágenes de familiares destrozados, primero por la incertidumbre, luego por la certidumbre. Daba la sensación que esperaban que el morbo de ver a otros llorando sus pérdidas hiciese interesante el suceso y que no cambiasen de canal. "Esto no es forma de tratar la noticia", pensé. A los 15 minutos mi unidad tolerancia a la mediocridad informativa estaba sobrecargada y dejé de mirar la tele para ponerme a hacer otra cosa. Pero seguía teniendo la mente en la esperada lista que, como supongo harían muchos isleños, me lancé a leer tan pronto se publicó.

Una sensación de alivio nos recorrió a mi mujer y a mí tras la primera lectura: parecía que no nos había tocado sufrir en primer grado el accidente. Los padres de unos amigos llegaron justo en el vuelo anterior, que eran las personas de las que teníamos constancia que iban a volar ese día. Sin embargo, durante la segunda lectura nos asaltaron dudas: "¿Cómo eran los apellidos de aquel compañero de trabajo? ¿Y la novia de mi amigo no se llamaba Teresa-tal o Sofía-cual?". Después de repasarla dos veces decidí que creía que no conocía a nadie. Y descansé, pero mi cerebro intentaba imaginar lo que podían estar pasando aquellos que en ese momento volaban a recoger los restos carbonizados de los suyos.

La noche del miércoles al jueves no dormí demasiado bien. La semana anterior habíamos estado planeando volar a Madrid para pasar unos días con amigos. De hecho, habíamos estado mirando para ir el 20 a Madrid y volver el lunes 25. Y mientras el sueño se negaba a llegar para darme descanso, no dejaba de pensar que igual que la fatalidad tocó en el vuelo Madrid - Gran Canaria, podía haber soportado ese y haber sucedido en el de ida, y habernos pillado de haber decidido comprar los pasajes en el último momento. O que podía haber sucedido cualquiera de las decenas de veces que he volado a -y vuelto desde- Madrid por cuestiones de trabajo y de ocio. Logré dormirme con la tranquilidad de saber que el sistema de videoconferencia que hemos puesto en la empresa ha sustituido a los vuelos cada tres o cuatro semanas a Madrid desde hace cinco meses.

Ayer a primera hora de la mañana tocaba, casualmente, recoger a un familiar en el aeropuerto. De camino mi hermana nos contaba a mi mujer y a mí que una amiga de la familia, del grupo de hijos (ella) y nietos (mi caso; era el más pequeño del grupo de nuños) de los amigos que se reunián cada fin de semana, y a la que recuerdo con mucho cariño pese a los años que hace que no nos vemos, perdió ese avión por cinco o diez minutos. Ha vuelto a nacer. Ella, su marido y sus dos hijos pequeños, que venían a pasar dos semanas con sus abuelos, padres de ella, a la isla. Reconozco que me alegró conocer que le había tocado un número ganador en la ruleta de la vida, pero al mismo tiempo no pude evitar pensar que su suerte implica que probablemente otras personas estén llorando ahora otras pérdidas de familiares y amigos, personas que tal vez creyeron ganar otra lotería, contentos de subir al avión tras pasar por lista de espera.

Y eso me ha tenido todo el jueves meditando sobre las tragedias y la teoría de los seis grados de separación. Sigo esperando enterarme, en cualquier momento, que la tragedia del vuelo JK5022 de Spanair me ha alcanza en segundo grado, cuando un familiar o un amigo me comunique que un amigo o familiar suyo ha perecido. Puede que sea aún afortunado y no me alcance en segundo grado. ¿Tal vez en tercero?

Nadando en pensamientos oscuros he visto muchas representaciones de un lazo negro por todas partes como señal de duelo.

Los viernes es el día que tengo reservado para hablar de música o temas relacionado con el iTunes o el iPod. Hoy he preferido hablar, como habrá hecho mucha más gente en la blogosfera, del accidente aéreo de anteayer. Pero hay una canción que viene a mi mente en este momento y con la que cierro esta entrada en mi blog personal: 'The Show Must Go On'. Da igual si es la de Queen (Innuendo) o la de Pink Floyd (The Wall). Ambas me parecen grandes temas, aunque la segunda, la de Pink Floyd, como parte de ese algo más que es ese magnífico disco. De la canción de Queen me permito reproducir un poco a continuación:

[...]
Whatever happens, I'll leave it all to chance
Another heartache, another failed romance
On and on, does anybody know what we are living for?
I guess I'm learning (I'm learning learning learning)
I must be warmer now
I'll soon be turning (turning turning turning)
Round the corner now
Outside the dawn is breaking
But inside in the dark I'm aching to be free
The show must go on
[...]
Descansad en paz.

jueves, 21 de agosto de 2008

Un documental que te sugiero no ver: "Loto y Espadas: Legado de la princesa Zen"

El documental comienza contándonos, de forma breve, la historia de los inicios del budismo en China y el renombrado templo o monasterio de Shaolin (página oficial), ubicado en la Montaña Song Shan (provincia de Henan). Hace un repaso, también breve, a la figura de Da Mo o Bodhidharma, quien se dice padre el Kung fú (sí, sí, aunque no te lo creas, no fue David Carradine el padre de este legendario arte marcial).

Tras estos someros repasos, con imágenes de gran belleza de la zona y los monasterios, comienza a prestar atención especial a la figura de la mujer en la historia del budismo en China, en general, y al relativo a la práctica del Kung fu de Shaolin, en particular. La primera parte, algo extensa, cuenta la historia de las primeras princesas que acogieron y aceptaron una vida de sacrificios para alcanzar la maestría espiritual, y de los problemas que tuvieron con el sexo masculino para demostrar su igual capacidad para alcanzar la maestría en el arte de la lucha. Tras el repaso a las legendarias princesas, comienza a presentar protagonistas modernas que en la actualidad estudian el budismo chan o zen, aunque principalmente te las presentan como maestras del arte marcial, en los varios templos.

En general es un documental bastante aburrido, en el que se combinan imágenes de ejercicios de lucha con ejemplos de destreza y autocontrol, rematado con breves intervenciones de los y las protagonistas de la historia. El mensaje que intenta transmitir, el de la importancia de la imagen de la mujer en el budismo, acaba aburriendo por reiterativo. Se podría haber conseguido transmitir el mismo mensaje con más fuerza y en la mitad de tiempo. No lo salvan las múltiples secuencias de ejercicios de lucha, que muchas veces se perciben excesivamente sintéticos (claramente se ve que la gente se cae sin tocarlos). Aunque hay que reconocer que produce algo de grima y tensión aquellas en las que ves a los practicantes haciendo sus ejercicios al borde de un precipicio. Hay que tener buenos [póngase lo que corresponda según género] para dar saltitos y mantener el equilibrio a mil metros de altitud. Pero en general, si lo que quiero es ver bailarines practicando kung fu, prefiero las películas de Jackie Chan. O eso o disfrutar, una vez más, de la bellísima y pictórica Hero.

Pues lo dicho: A menos que seas una feminista indolente que necesita cualquier excusa para autoconvencerte de -y dar la brasa con- la igualdad e importancia de la mujer, tanto en el pasado como en el presente y el futuro, y en todas las ciudades y geografías, de lo que no tengo ninguna duda, aclaro, no pierdas el tiempo viendo este documental. Aunque tampoco vas a sufrir un derrame cerebral si lo haces. El tiempo no deja de ser tuyo, y cada cual lo pierde como quiere.

miércoles, 20 de agosto de 2008

¿Banda ancha? ¿Autopistas de la información? ¿Sociedad de la Información? ¡Y un cojón de pato!

Hace ya unas semanas leí que Telefónica iba a comenzar a incrementar el ancho de banda de 3 a 6 Mbits, de forma gradual, a todo cristo viviente (pagando 3 € adicionales en concepto de antivirus). Todo "cristo viviente" que ya tuviese 3 Mbits, claro. En mi caso no pudieron actualizar desde 2 Mbits en su momento, así que, teóricamente, tengo (o mejor dicho, tenía) contratado un ADSL de ese caudal a la espera, cuando ellos decidan, de mejorar la infraestructura en la zona donde vivo. Digo "teóricamente" porque, hasta donde yo he podido comprobar, desde hace ya muchos meses no supero el equivalente al adsl de 1 Mbits. Lo que ya tenía antes de pasar -teóricamente- a 2 Mbits.

Aclaro que estoy haciendo uso de "Mbits" en lugar de Mb (o los un poco más sinceros Mbps), tal como lo ofertan, para recalcar que hay que dividir entre 8 para obtener esos Mb. Vamos, que 2 Mbits/Mbps equivalen a 250 Kb (de los de 8 bits el byte). Fin de la aclaración.

Desde que detecté por pimera vez esta anomalía, hace ya más de un año, cada cierto tiempo hago un test de velocidad. Como siempre, la velocidad en torno a los 800 Kbps (unos 100 Kb/s). Una mierda, vamos, si lo comparamos con los teóricos 2 Mbits que supuestamente contraté al principio. Y más mierda si, además, lo comparamos con los futuros 6 Mbits que están ofertando ahora.


http://www.adsl4ever.com/

Estoy casi seguro que al principio -hará dos años y medio- tenía una velocidad mayor (recuerdo que me sorprendían los 200 Kb/s), pero durante bastante tiempo no le presté mucha atención a esto, hasta que me di cuenta que rara vez superaba los 105 Kb/s. Como todas estas cosas se gestionan por teléfono u on line, estuve buscando como loco algún documento impreso para exigirles ese megabit adicional de velocidad que me han estado mangoneando desde no-sé-cuánto-tiempo-hace-ya. Pero no he tenido suerte, así que he llamado para intentar convencerles con mi memoria. No ha colado y aducen que siempre he tenido 1 Mbits y que Telefónica nunca ha ofertado 2 Mbits. O me engañan o me estoy volviendo loco, pero juraría que sí que los llegaron a ofertar. "En todo caso, lo que puede haber pasado es que usted tuviese 3 Mbits pero usando solo dos; pero a mí me aparece en pantalla que en el contrato siempre ha tenido 1 Mbits", me dijo la chica que me atendía.

Agravio comparativo uno: Las inversiones de Telefónica

Dado que mi palabra no era prueba suficiente, pasé a esgrimir el argumento de que en apenas dos años han actualizado e invertido dos veces en otras zonas, pasando primero de 1 a 3 y ahora de 3 a 6 Mbits, mientras que en la zona donde vivo siguen sin actualizar hace bastante tiempo. "Cierto", confesó la interlocutora, "pero Telefónica invierte en las zonas donde hay un buen número de personas interesadas. ¿Está usted interesado en que lo añada en una lista? Igual, si son muchas personas en su zona, Telefónica aceleraría la actualización".

Efectivamente, la zona en la que vivo tiene una centralita un pelín anticuada. Dicha centralita da servicio a un buen número de barrios, de los cuales hay buena cantidad de personas con Internet, estoy seguro de ello. Solo desde mi casa accedo a cinco redes inalámbricas. En un edificio de doce plantas, cuatro viviendas por planta, no es mal porcentaje, dando por hecho que las routers adsl wifi que reparte Telefónica son como las cucarachas (ves uno por cada sesenta que se esconden).

¿Entonces, por qué no actualizan la puñetera centralita? Pues supongo que se debe a sus estupendos estudios de mercado. En zonas como Las Canteras se supone que la "sensibilidad al precio" por parte de los potenciales consumidores es bastante inferior. Sin olvidar a las empresas de la zona. Son zonas con rentas medias más altas, pero hipotecas igualmente altas. Así que, teniendo rentas más altas, pero hipotecas también más altas, ¿qué insensibilidad al precio puede tener esa población? Mi teoría (una de ellas) es que la crisis va a provocar que gente con hipotecas más altas sacrifique antes servicios de lujo como el ADSL o el Canal Digital que gente que tiene hipotecas menos insoportables. El tiempo y los bancos dirán.

Agravio comparativo dos: Mismo precio, servicio peor

Después de quejarme por la injusticia de la centralita obsoleta y desactualizada, le expuse mi segundo punto de vista, motivado por el primero. Hace dos años el "ratio de agravio" era 3 a 1. En muchas zonas de Las Palmas, incluso en barrios periféricos, la gente tiene 3 Mbits de descarga pagando lo mismo que yo pago por 1 Mbits. Pero es que ahora el ratio va a ser 6 a 1. Muy, muy, injusto, le dije. Así que le dije que quería poner una reclamación.

A efectos personales, mantengo la tesis de que los que pagamos 39 € por una conexión de 1 Mbits sufragamos parte del coste en inversión para ofrecer 3 Mbits (pronto 6 Mbits) a los que pagan esos mismos 39 € por una conexión el triple o el séxtuple más rápida.

Salgo perdiendo, siempre

Como sabía que igualmente iba a salir perdiendo, al final acepté una cuota mensual de 29 € al mes por mantener mi conexión de 1 Mbits con la restricción de un límite de descarga de 20 Gb (me encargué de preguntarle varias veces si eran Gbytes o Gbits; "gigabyte", me respondió). A partir de ese tope me bajaría la velocidad a 256 Kbits, sin cargo adicional. Lo cierto es que no creo que llegue a descargar tanto al mes. Al año se supone que ahorraré 120 €. De los cuales le daré la mitad a mi primo para aprovechar sus 6 Mbits de ancho de banda y pasar, cada cierto tiempo, con mi disco duro portátil a "recuperar las presas caídas". Al final, tampoco es tan mala solución, digo yo.

Dentro de seis meses volveré a quejarme, a ver si consigo bajar un poco más. Mientras, además, no estaría de más presentar una carta al defensor del pueblo. Lo iré meditando mientras.

Autopistas de la información = Mayor desigualdad cada año

Independientemente de cómo me haya decidido buscar la vida para intentar no salir perdiendo demasiado, lo cierto es que este segundo incremento de velocidad en apenas dos años, tal como expresaba en el apartado del segundo agravio comparativo, lo que hace es aumentar, cada vez más, la diferencia en las escalas de la sociedad de la información, por referencia. Al incrementar de 3 a 6, ahora el valor de referencia son esos 6 Mbits, por lo que aquellos que mantenemos 1 Mbits empobrecemos de golpe desde -300% a -600% (sin tener en cuenta las diferencias de tarifas) y, por tanto, nuestras "autopistas" pasan de autovía, que era más o menos eso, a carretera vecinal.

Uso el término "empobrecer" porque si, tal como quiere el Gobierno -el del PP antes y el del PSOE ahora- hacernos creer, somos una Sociedad de la Información, la unidad de caudal vale de forma diferente según donde vivas. En mi caso mantener el canuto a 1 Mbits al mes me sale a 2,9 céntimos de euro el Kbits o 0,227 €/Kb/mes. A uno de los futuros beneficiarios de los 6 Mbits le sale unos 0,0072 € (0,72 céntimos de euro) el kbits o 0,059 €/Kb/mes. He realizado los ajustes de precios sin tener en cuenta limitaciones de descarga y otras cláusulas de contrato, pero si las tuviese en cuenta la diferencia sería aún mayor. ¿No hace esto que en la práctica mi dinero valga menos (menor poder adquisitivo)? Una verdadera Sociedad de la Información debería conseguirse evitando ese 400% de diferencia entre unos ciudadanos y otros por un mismo servicio, servicio que da sentido y define a la propia sociedad de la información.

Por cierto, conozco a gente que está trabajando en los proyectos FTTH en Las Palmas y me comentan que, precisamente, en una de las zonas donde ya están con el paso a 6 Mbits empiezan dentro de unos meses a colocar fibra. ¿Dentro de otro año cuánto habrá "empobrecido" mi conexión? Si suponemos una progresión aritmética, será a -900%. Si es geométrica, será de -1200%. Acojonante.

Un último apunte sobre manipulación

De los diferentes tests de velocidad que empleo, el que me resulta más ilustrativo de las diferencias es uno de los que ofrecen en ADSL4Ever. En el que se muestran las barras horizontales a la escala que corresponde. En él se puede apreciar que la conexión de 2 Mbits es el doble de la de 1 Mbits, como se espera que sea.

El caso del test de Telefónica es diferente. Emplean una especia de escala logarítmica, de forma que te inducen a creer, de forma hábil, que el doble de velocidad se alcanza sólo cuando pasas a un orden de magnitud mayor (multiplicas por diez la velocidad, vamos). Si observas la gráfica verás que la barra de 2000 kbps solo es ligeramente superior a la barra 1000 Kbps, y no el doble de larga, como nuestra intuición se esperaría. Tiene doble lectura, claro. Por un lado evitan tener algo que requiera el ancho de dos monitores para representar una barra 20 veces mayor que la de 1000 kbps. La otra -¿neuroventa?- es hacer creer que no es tan grave la diferencia de velocidades, o que debes invertir mucho más dinero cada vez para conseguir incrementar aritméticamente tu velocidad. Al menos eso es lo que yo creo.

¿Hace falta que lo ponga?

Es suficiente por hoy.

martes, 19 de agosto de 2008

Tesoros perdidos reencontrados (VI): Intentos de hacer un cómic

Criado leyendo El Jueves y secreto admirador del Profesor Cojonciano, cuando apareció el fanzine de la escuela de informática, "Eyaculación digital", tuve ganas de intentar crear y mantener un personaje de cómic. Hice un par de intentos, pero no llegué a publicar ninguno. Soy realmente malo dibujando, así que le evité al resto de los mortales que sufriesen mis trazos.

Rebuscando entre las toneladas de papeles que mi Síndrome de Diógenes y yo han acumulado durante tantos años, tropecé con uno de los intentos de hacer algo decente. Se nota (o debería) la "mala" influencia que tuvo la revista que sale los miércoles en mi adolescencia. ¿Qué opina usted, doctor?



Si eres un puritano posiblemente pienses que estoy enfermo. Si no eres un puritano, posiblemente también. Pero no te equivoques, estoy enfermo... ¿O no?

lunes, 18 de agosto de 2008

Mi experiencia con el sigma 10-20

De siempre he querido tener objetivos de esos que llaman ultra gran angulares y, aunque suene muy extraño, los quería, además de para lo típico de este tipo de lentes, para experimentar con retratos.



El objetivo Sigma 10-20 me lo regaló mi mujer con excusa del viaje a Egipto de 2007, antes de pillarme la Nikon D200. Es un objetivo con el que he obtenido buenos resultados, para mi gusto, pese a no ser especialmente rápido o luminoso (se mueve entre una abertura que va desde f:4 a f:5,6).

La experiencia de usarlo durante el primer viaje transfronterizo que realizó este objetivo fue muy positiva. Es un objetivo que me gustaba dejar siempre puesto en alguna de las dos cámaras, en detrimento de zoom genérico 18-55 o del tele 70-300.

Abu Simbel

Pirámide (escala humana)

Pirámide

Mezquita de alabastro Saladino

Siempre es una cuestión de gusto, pero para mi gusto la nitidez que da este objetivo, tanto con la D50 como con la D200 es más que aceptable. Algo de viñeteado y una ligera pérdida de definición -que muchas veces es imperceptible- en las esquinas.

Usando el factor de multiplicación de los modelos DX de Nikon, el 10 - 20 de Sigma equivaldría a un 15 - 30 en formato completo, algo nada despreciable, sea dicho.

El único gran inconveniente que le encontré, lógico por otra parte, era que para emplear el polarizador se tiene que quitar, salvo que desees horrible viñeteado, el filtro skylight que tengo fijo a modo de protección. Además, que al ser un filtro polarizador circular, para ajustar el grado de filtrado tenía que desatornillar el palito para poder girarlo si quería mantener el parasol de pétalos que trae de serie la lente. Y aún así era muy jodido girar el filtro con el parasol puesto.

Todas estas pegas sin incluir o contar con el hecho demostrado que una vez que empiezas con grandes angulares, los 10mm mínimos que te ofrece la lente se te hacen demasiado largos y ya estás deseando comprarte un ojo de pez.

Edificio Meneses

Playa de Vallehermoso

Como decía al principio, pese a lo que sugieren los puristas y expertos en materia, es un objetivo que me gusta mucho para usar en retratos, tanto personales como de grupos. Particularmente me agradan los efectos deformantes que produce este tipo de lentes en las personas. Más acentuado cuanto más lejos se encuentren del centro de la imagen. Para mi gusto, fotos de retrato diferentes a las típicas en que todo el mundo aparece bastante plano. Cuestión de gustos. Los míos son raros.

Como soy un maniático de la privacidad de las personas, he incluido un par de ejemplos a un tamaño muy reducido, con objeto de que se hagan una idea de lo que se pude hacer en este terreno con la lente, pero intentando salvaguardar la identidad de los fotografiados. Aunque, desde luego, no son las que más me gustan (las que prefiero suelen tener a los protagonistas algo más deformados).



Resumiendo, una lente que siempre me acompaña en mis viajes. Y también a muchos de los eventos familiares. Una lente que vale el dinero que pagamos por ella, aunque un pelín excesivo para nuestros bolsillos (y para los de muchos), y que ha demostrado ser algo más versátil -dependiendo de gustos y purismos- que ser una lente únicamente para arquitecturas o para paisajes. Si no te puedes hacer con una mejor de la marca, piensa en ella como una más que buena opción. Para mí es una imprescindible.

domingo, 17 de agosto de 2008

Pasar el rato jugando a viejos juegos de PC

Seguimos en la línea de buscar alternativas a eliminar a la parienta y descargar esa presión y frustación que te causa trabajar en lo que no te gusta, con esta tercera entrega para el "jugador casual". En esta ocasión, en lugar de centrarnos en juegos creados o adaptados para las máquinas modernas, vamos a darte la oportunidad de disfrutar de viejos clásicos. Si eres de esos que ya han llegado al ecuador de su esperanza de vida, seguramente agradecerás recordar durante un rato aquellos viejos juegos que te hicieron pasar tan buenos momentos cuando los granos de la cara te iban a reventar.

Como supongo que habrás hecho bien tus deberes y te has bajado el Super Kutre Invaders y has instalado el DOSBox (algo extremadamente sencillo si lo haces en Mac, como es mi caso), vamos a reaprovechar el esfuerzo dedicado y vamos a quedarnos en el PC y sus juegos para pasar una horita descargando tensión y pulsión sexual. Para ello nada más sencillo que visitar alguna de las muchas páginas dedicadas al abandonware. La isla del abandonware, El sótano del abandonware o XTC abandonware son algunos de los muchos sitios en Internet donde podrás descargar una copia de alguno de los juegos con los que olvidaste, por un momento, tus fracasos sentimentales con las compañeras de instituto.

En mi caso, para pasar el rato, he optado por echarme unas partiditas al Another World, uno de los mejores juegos que se crearon nunca, seguido del Lemmings, un rápido paseo por el Golden Axe, al que todo sea dicho jugué poco, y terminé rematando la faena con la primera entrega de los Doom. En total poco más de una hora. ¿Quién puede pedir más?









Si me has sido infiel y no tenías ya la DOSBox instalada, la hazaña más complicada que te separa de echarte unas partidas, es la de copiar el contenido de los zip's que te descargues de las páginas mencionadas y conseguir echar a andar el DOSBox. Para la primera parte deberías tener una carpeta en tu directorio de usuario (hablo de Mac) que se llame, por ejemplo, DosGames. Cuando arranques el DOSBox -como cualquier otro programa- escribe (para arrancar el Another Wolrd, por ejemplo):
Z:>mount c: ~/dosgames
Z:>c:
C:>cd anothe~1
C:>world
Si tienes alguna duda sobre cómo obtener el carácter ~ que sepas que hay que mantener pulsada la tecla Alt (opción) y pulsar, en el teclado numérico, 126, sin soltar la primera. Posiblemente el teclado en DOSBox aparezca configurado en inglés. Yo suelo pasar de cambiarlo, porque para obtener los ":" solo tienes que pulsar la tecla "ñ" con el Shift (mayúsculas).

Si no sabes cuál es el ejecutable que debes lanzar, pues usa
C:>dir *.exe
y seguro que algo aparecerá. Por lo demás, cada juego/programa era de su padre y su madre y si ya no recuerdas cómo se hacía... Entonces es mejor que esperes a la siguiente entrega de esta divertida serie.

Y recuerda, se trata de pasar un rato, no de estresarte más de lo que ya estás, así que elige juegos en los que no te masacren constantemente o cuyo desarrollo requiera dos décadas para completarlo.

sábado, 16 de agosto de 2008

Y al final la cogieron

Sé que es tremendamente inmodesto por mi parte, pero me siento bien por ello: al final han seleccionado la foto de Place des Vosges.

La fotografía me atrajo desde pequeño, cuando veía a mi padre con un trasto pegado a la cara meditando los parámetros de la fotografía. Y luego las largas horas metido en el cuarto oscuro revelando y ampliando, horas que compartí muchas veces con él, estorbando más que ayudando. Desde entonces he intentado practicar esto de la fotografía con mejor o peor resultado (generalmente pero que mejor) y nunca he terminado de encontrar el género o estilo fotográfico en el que me sienta a gusto. En broma siempre digo que soy un fotógrafo de desnudo femenino fracasado antes de comenzar, pero en realidad no me atrae demasiado esta temática. Durante un tiempo, hace ya mucho, quise ser fotógrafo de guerra. Me atraía la idea romántica de ayudar a entender los horrores de lo que pasa por el Mundo, cuando todos miran para otro lado preocupándose de si van a poder irse de vacaciones a Orlando o si se tendrán que conformar con otra quincena en el sur, en un apartamento. Aunque después de meditarlo mucho tampoco me veía pasando las penurias que sufren los reporteros en los conflictos y decidí mirar también para otro lado. En mi caso a la que era en ese entonces mi novia y ahora mi esposa.

Creo que he intentado acercarme a cada género. Al menos a aquellos en los que contaba con materia prima (no he encontrado chicas que quieran desnudarse en mi presencia; al menos para ser fotografiadas) o herramientas (¿alguien ha intentado hacer microfotografía sin microscopio?). Pero nunca termino de encontrar en ellos el grado de satisfacción que puede encontrar, por ejemplo, el Doctor Frikosal en sus espléndidas macrofotografías de bichos variados. Y es que lo mío no es tanto el control de la técnica, como el inmortalizar instantes.

Así que, tras mucho probar y mucho fotografiar, al final creo que lo que realmente me gusta es retratar a gente en sus quehaceres. Eso y la fotografía de ciudades y paisajes, aunque los paisajes mucho menos. El problema con fotografiar gente es que soy muy tímido y no me gusta fotografiar a nadie que no conozca, y tampoco pido permiso. Y a la familia ya estoy cansado de fotografiarla. Así que me queda fotografiar ciudades, pero para eso me temo que no tengo tanto dinero como para estar viajando constantemente desde Gran Canaria, que moverte a cualquier parte del Mundo te sale más caro.

Creo que voy a vender mi equipo fotográfico y dedicarme a otra cosa, me digo muchas veces. Suerte que cosas como que usen tus fotos para promocionar o presentar sitios ayuda a que no cometa tremenda estupidez. Es cuestión de seguir probando.