Rezan que la amistad es un tesoro que no debe perderse. ¿Pero quién no se deja llevar, en algún momento u otro, por las mareas de lo cotidiano y se olvida de levantar el teléfono o de enviar un correo para saber de la otra persona? Suerte que a veces nos percatamos y hacemos cuanto podemos para nadar contracorriente con tal de buscar un rato, un instante, para ver las caras de viejas amistades.
La semana pasada quedé con viejos compañeros de trabajo, algunos de los cuales conozco desde los tiempos de la universidad (hace más de década y media). Fue un gran acontecimiento verlos después de unos cuantos meses. Pero el acontecimiento bueno de verdad sucedió ayer, cuando viejos -y tan viejos que estamos- amigos del instituto pusimos en práctica lo que llevamos promoviendo desde hace unos meses, volver a vernos las caras después de abandonar el instituto, hace 18 años ya.
Algo informal, rápido, sin compromisos de permanencia. Un sitio donde los que ya han decidido ofrecer al Mundo su continuidad genética pudiesen dejar a los niños jugueteando, sin verse en la obligación de recurrir a padres, suegros, hermanos o canguros de pago, para dejarlos a buen recaudo.
Más de los esperados acudimos a la cita. Hasta una profesora, a punto de jubilarse, se acercó y se tomó algo con nosotros en una de las terrazas de Las Canteras, mientras la próxima generación crecía jugando en la arena. Buenos recuerdos, mejores anécdotas, arrugas en las caras que sustituyen en la memoria a las pieles finas y juveniles que teníamos.
Ninguno de los temidos silencios se presentó, de ésos que les suceden a los que, siendo familiares, parecen desconocidos. Victoria para nosotros.
Queda la ardua tarea de intentar localizar al resto de los que coincidimos aquellos años tan especiales, en los que siendo niños, queríamos ser adultos. Para ello, para poder ofrecer un punto de encuentro, hace tiempo organizamos un grupo en Google, el de las "Viejas Glorias del Experimental", porque nosotros fuimos de los primeros que sufrimos o disfrutamos, elíjase la que se prefiera, los primeros pasos para cambiar el modelo de bachiller.
Algunos nos perdimos de vista hace 18 años y nos hemos reencontrado con 36. Amigos fuimos, amigos somos... ¿amigos seremos? Está en nuestra mano.
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