El post de hoy se ha hecho esperar por motivos que solo se pueden explicar cuando un lunes festivo, siendo el que es en Gran Canaria, sigue a un domingo sin dar ni palo, en un fin de semana en que he hecho de todo menos parar delante del ordenador. Bueno, algo he parado, pero más bien poco.
Como quien dice, ahora mismo estoy entrando por la puerta, y he decidido no demorarlo más y ser fiel en mi "uno al día". Así que aquí va. Recién sacado del horno.
Entrando por la puerta después de almorzar y tomarnos unas copas con una pareja de amigos. Buena parte de la conversación de ellas trataba sobre la descendencia de tal o cual conocida y sobre si lo estaban pasando bien o mal, con los críos. Mientras ellos, los varones (por no decir machos, directamente), hablaban de cuestiones de trabajo y lo aburrido que podía llegar a ser hacer lo mismo cada día. Todos los comensales, en la treintena ya, unos más cerca que otros de los cuarenta, carecemos de descendencia, pero parece que, aún sin la propia, prestamos muchas atención a la ajena. Y es que parece que se ha reinstaurado la moda del baby boom entre la gente de mi generación. Empiezo a sentirme acosado por esta moda.
Hace unas semanas, ya casi dos meses, quedamos antiguos compañeros del instituto. Salvo el caso de otro compañero, soltero y sin compromiso conocido, y el mío, casado relativamente hace poco, el resto ya había traido uno o dos vástagos y estaban encantadísimos con la paternidad, o tenían a su prole en camino. Buscados de forma activa o con carácter accidental, había algunos fetos comiéndose a sus madres por dentro en esa reunión de antigos compañeros del Tomás. Y no faltaron los (¿malos?) amigos que, sin dudar de sus buenas intenciones, me repitieron en más de una ocasión un "¡anímate! ¡verás qué genial es!". A lo que, con toda la cortesía que mi herencia animal de cazador me permitía, respondía con un "tiempo al tiempo", mientras veía a algunos de los futuros herederos de la Tierra dar por culo con la arena de la playa a sus mayores, que estaban más atentos a esos pequeños cafres que de la conversación de aquellos con los que compartierons el crecimiento hormonal.
A la reunión de ex alumnos siguió un almuerzo con dos buenos amigos, ambos padres a estas alturas. Como buenos frikis que somos, suponía que la conversación versaría sobre trabajos, ordenadores, gadgets y tecnología en general. Tarde me percaté de mi error cuando las primeras dos terceras partes de la conversación versaron sobre los encantos y logros de sus descendientes. Relatos y anécdotas hinchadas de puro orgullo paternal, el tiempo pasaba dedicado a hablar de mocos y caquitas. Sumado a que a la conversación yo aportaba un ligero dolor de cabeza, no fue lo que se dice un tema de conversación en el que yo pudiese ayudar gran cosa y, para mi desgracia, tuve que ser espectador pasivo de muchos "y cuando...".
No puedo decir que lo pasara mal, porque no fue así, pero desde luego empecé a notarme como el protagonista de una película de zombis, en el que yo fuese el único que tenía un cerebro sensatamente sano y que el resto de los mortales, incapaces ya de controlar sus fluidos, en especial sus babas, a causa de algún extraño virus en forma de bebé, quisiera arrancármelo para comérselo. Eso cuando no me siento, directamente, un extraterrestre que no logra comprender la naturaleza humana. Como decía antes, me siento acosado por mi generación.
Volviendo al almuerzo de hoy lunes 8 de septiembre, Día del Pino, festividad en Gran Canaria, mientras disfrutábamos de un exquisito sashimi en el restaurante Fuji, la conversación sobre hijos ajenos acabó llevando a los planes de paternidad propios. Ellas parecen tener claro que se les acerca la hora y ya empiezan a hacer planes, en los que ellos (nosotros) no parecemos tener muy clara la oportunidad de llevarlos a buen término. Vamos, lo que se dice practicar el método de hacerlo sí, pero que concluya en un parásito que venga a dar por culo, no termina de ser un plan muy aceptable. Así que al final siempre acaban haciéndome la pregunta: "¿Y tú, Saulo, no quieres ser padre?". A lo que siempre respondo con un "ni sí, ni no; me da igual". Pero como no parece ser suficiente, vuelven a la carga: "¿pero no te hace ilusión tener un 'saulito'?". Así que respondo, intentando zanjar la cuestión, "debo tener un gen tan egoísta que no quiere compartir la play con nadie". Lo que no carece de lógica. De mi lógica, claro.
Aunque en el fondo me preocupa que haya un dios de verdad. O varios. Porque si es cierto que existe al menos uno, sea del tipo que sea y de origen el que tenga, debería hacerme pagar con la misma moneda una pubertad y una adolescencia horribles y demasiado prolongadas que tuvieron que sufrir mis padres y mis familiares. Tuve, se puede decir sin orgullo y sin miedo a errar, una "edad del pavo" horrenda y agotadora. Tener hormonas que te salen por los poros y no dar satisfacción con frecuencia al deseo que te incitan es lo que tiene: frustra y produce dolor de testículos, cuando no de hombro o muñeca.
En fin, que tendré que ir buscando una casa con jardín y de una sola planta, o mudarme a un bajo, porque si mi descendencia sale solo la mitad de cafre de lo que me tocó ser, de seguro que la tiro por la ventana. Al menos, que no se rompa los huesos en la caída.
11 comentarios:
Hombre, menos mal. Ya pensábamos que te había ocurrido algo. Tenías a tus millones de lector@s preocupad@s.
Sí, no he dejado de recibir llamadas y mensajes SMS en el móvil preocupados por mi estado de ánimo y/o salud. "¿Cuándo coño vas a publicar el de hoy?", me preguntaban la mayoría, en tono algo molesto, al enterarse que me estaba poniendo ciego de comida japonesa.
Pero tranquilos, mis amados fans, en la medida de mis posibilidades habrá uno al día y, a poder ser, a primera hora de la mañana. Como os merecéis.
Me quedo mucho más tranquila
:P
LOOOOOOOOOOOOOOL
Coño, no me di cuenta de que lo hubieras pasado tan, er, ¿mal? en la cena del Kioto xDDDD
Lo cierto es que, cuando eres padre, buena parte de tu vida es ocupada por los enanos, así que parece inevitable acabar hablando de ello. De todas formas, para la próxima en el libanés prometo contenerme y hablar de mis partidas al World of Warcraft en lugar de hablar de Claudia xDDDD
No, hombre, no. No es que lo pasara mal. Simplemente me sentía ajeno a ese placer que parecían sentir Jomis y tú hablando sobre el asunto. De todas formas parece que la cosa se pone fea para mí y que este va a ser el año en que ponga a prueba la calidad de mi esperma. Así que, en un par de años, ya podré hablar con conocimiento de causa.
En cualquier caso, que no sea yo el motivo para coartarles en sus placeres coloquiales. Y, para serte sincero, prefiero oirte hablar de Claudia mil veces que de World of Warcraft. ¡Qué horror!
Saulo, mi mejor amigo me anunció la semana pasada que 3.0 está en el horno y estará preparado en marzo del 2009.
De los otros amigos holandeses, todos andan por el 2.0. He desarrollado un gusto exquisito y muy acertado a la hora de comprar regalos para mocosos entre 0 y 7 años. Estoy totalmente al día de las tendencias de las Bratz, Dora, Barbie, Bob the Builder y similares.
El cambio más significativo cuando se pusieron a reproducirse es que ahora en lugar de salir me invitan a sus casas, cenamos, desactivamos las unidades pequeñas a las 20.00 y después nos emborrachamos. Por descontado hago noche en todos esos lugares así que no tener dormitorio de invitados es causa más que suficiente para perder las amistades.
Los amigos de España son más de 1.0 o 0.0, es otro rollo totalmente distinto.
Mi problema no es tanto la forma en que quieran clonarse y la cantidad de veces que deseen hacerlo como el hecho de que, parece la idiosincracia local, que todos piensen que ya puestos a la faena debe ser una actividad común a sus contemporáneos. Es como, si de repente, todo cristo viviente hubiese descubierto lo fantástico y maravilloso que es procrear y tener pequeños vástagos correteando por el mundo que les resulta imposible concebir que otros hayamos preferido mantenernos al margen de la continuidad de la especie.
Saulo, la experiencia me dice que son ellas las que eligen si hay prole, como y cuando. Así que si se pone en fase reproductora no tendrás nada que opinar, habrá saulito/a.
¿Donde está el Kioto que no me suena ahora?
Tatanka,
Eso lo tengo muy claro. Sólo queda asimilarlo.
El Kioto está en la calle Barcelona, cerca del Mercado, y antes de llegar a la calle Alemania, yendo desde Las Alcaravaneras.
Yo lo asimilé con más años de los que tu tienes ahora. A ver si tu tienes mejor "suerte".
Ya caigo en lo del Kioto, Fui una vez, buena decoración, pero la comida no me hizo tilín.
tatanka, a mí lo que me mola es el menú, que por 10 € sales bastante lleno.
Mis dos referentes de gastronomía japonesa son el Fuji y el Kamakura.
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