Después de una semana con la novedad y novelería de la PS3, en la que me acabé un juego -sí, como lees, me acabé un juego, el Devil May Cray 4- sacrificando mi propia salud mental, al exponerme más tiempo del recomendado, y pagando por ello solo 4€, en concepto de alquiler, en un juego que se vende a un precio un orden de magnitud mayor -con lo que al final me salió el ratio de coste de ocio a unos 0,34 €/hora-, es hora de volver a las opciones de los clásicos para aquellos jugadores casuales y ocasionales que, de paso, quieran recordar los viejos tiempos en que se sentían importantes por saber, ante la atónica mirada de sus padres que creían que aquello eran malas artes, cómo cargar un juego desde un casete.

Mi padre, después de insistirle durante algún tiempo, volvió a caer en la trampa de creer que un Commodore haría llegar más lejos a su hijo. Bueno, tampoco me he quedado en poca cosa, podría decirse, pero lo que conseguí en aquel tiempo fue divertirme el doble teniendo tanto el Spectrum como el Commodore 128. También es cierto que algo positivo tuvo. Al igual que hice con el Spectrum, aprendí a programar en el lenguaje ensamblador del corazón de la bestia, así como a disfrutar de mi primera vez en el uso de los coprocesadores de gráficos (VIC) y sonidos (SID), desarrollando un poco el conocimiento de cómo se programaba pensando en interrupciones (cuando el haz llegaba a cierta línea de la pantalla, lanzaba una interrupción). Diría que todo esto lo conseguí con 14 y 15 años y que era un adelantado para mi época, pero dado que tampoco hice gran cosa con ese conocimiento, no es mucho de lo que vanagloriarse. Del lenguaje BASIC del Commodore mejor no hablar.
Algunos de los sitios desde donde podrás descargar juegos con los que pasar el rato recordando viejos tiempos son: C64.com y la zona de C64 de Emuzone, especializada en juegos españoles. Por poner dos.
Como todo en Mac, la instalación de VICE es muy sencilla. Lo único que tendrás es que decidir cuál de las dos versiones compiladas quieres usar. Yo elegí la basada en X11, aunque es un poco coñazo para usar porque los menús contextuales solo salen si se pulsa sobre la imagen el botón principal o el secundario, dependiendo de las opciones que quieras visualizar, y se mantiene pulsado hasta elegir la opción.
Para poder cargar un juego o cualquier programa ya no es necesario que sepas dónde está la tecla Run/Stop ni las combinaciones extrañas que eran necesarias, como el 'LOAD "*",8,1', por ejemplo. Existe la opción de menú que te permite vincular un archivo con los datos del disco -terminado con la extensión .d64- y solicitar su autoejecución. En la mayoría de los casos cargará sin más (aumenta la velocidad de emulación para que la descompresión y carga tarde menos). De lo contrario tu experiencia de regresión podría ser innecesariamente sufrida. Eso sí. La simulación del joystick es un poco complicada, así que si el juego te da la opción de emplear teclas, mejor no pierdas la opción de jugarlo de esta forma.
Para la ocasión me he echado unas partiditas, unos 30 minutos no más, que tengo que compensar los excesos de la novedad de la PS3, a los juegos Bruce Lee, Max Mix Game y The Last Ninja. Pocos de los muchísimos que recuerdo con cariño de aquella época.




Para la época en que tuve este maravilloso ordenador, su -ahora cutre- procesador/generador de sonido FM era la repera y muchísimos protoinformáticos adorábamos los ruidos emitidos por aquella máquina. En los años siguientes aparecieron memorables compositores que parieron fantásticas bandas sonoras que superaban en calidad a los juegos mediocres para los que se crearon. Muchos de los adolescentes con granos por toda la superficie de la jeta y que tiraban sus futuros, a ojos de sus preocupados progenitores, jugando y jugando horas y más horas a la máquina infermal, mientras sus cerebro no recibían más sonido que la música -por llamarlo de alguna forma- emanada por aquel infermal trasto, ahora se han dedicado a hacer buenas adaptaciones de las obras magistrales de antaño. El lugar de referencia donde podrás encontrar una buena cantidad, algunas muy buenas, es Remix.Kwed.Org. Si tienes lo que hay que tener aguantarás un poco, lo justo, hasta que empieza lo realmente bueno, de la genial versión para piano de la banda sonora del juego Parallax. Otra versión más technomoderna que también está muy bien y que te recomiendo uses para correr por el parque.
Dentro del universo de los juegos, y dado mi marcado carácter extrovertido y social, siempre aprecié los juegos para más de una persona. Jugar en solitario está bien -más si es con mi "cosita"-, pero es mejor jugar con o contra otros. Y encontré uno que particularmente me encantó, el Racing Destruction Set, juego tremendamente entretenido, pero cuyo principal contratiempo era lo tedioso que suponía jugarlo por las largas esperas entre carga y carga de cualquier pista o modelo de coche. Si te ponias a fabricarte tus propios circuitos la cosa ya podía tacharse de masoquismo demencial. Pero nos lo pasábamos teta diseñando pistas imposibles, con gravedades irreales, para ver volar los coches al tiempo que intentábamos putearnos el uno al otro, cuando jugaba, principalmente, con mi amigo Juan Manuel, que lo tenía original.
Racing Destruction Set era uno de esos juegos, al igual que el Abu Simbel Profanation, que durante un buen tiempo de mi vida, mientras estudiaba el instituto y creía que dedicarme a programar juegos podía ser una buena profesión, quería intentar adaptar a las nuevas generaciones de ordenadores (primero para el Commodore Amiga y luego para PC). Pero era algo que siempre iba posponiendo, porque parecía una tarea imposible. Hasta que se acabaron las ganas de ganarme las judías con los videojuegos y lo dejé como una de esas cosas "y si...". Y parece que no fui el único. Ya hay uno que intentó hacer una versión para PC. Lástima que él también lo abandonase. ¿Alguien se anima a intentarlo?
¡Hala! Con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho... y media. Y recuerda, desear el mal ajeno, aunque sea a tu jefe, y aunque seguramente se lo merece, está muy mal. Y si me lo deseas a mí, está aún peor.
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