jueves, 24 de enero de 2013

Donde vamos encontramos lo que llevamos

   […] Por eso me parece necesario y fundamental recordar que allá donde vamos encontramos lo que llevamos. «Todos los sitios son lo mismo, lo único que importa es quién está allí». Lo dijo el personaje de Miles en el relato "Babilonia" de Scott Fitzgerald. Y todos sabemos que es así.

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Pilar Alberdi

martes, 22 de enero de 2013

Papas con chorizo

No, no, tranquilos, que no les voy a regalar el sentido con otra receta a lo falsarius chef como la última de macarrones, perdón «cacarrones». A decir verdad, aún me quedan macarrones (exagerando un mucho) y estoy ahíto de la cocina.

Hoy he almorzado en el trabajo. Pagando una pasta inmensa por lo que suele ser un menú ridículo. En el menú del comedor de hoy disponían como opción A para primer plato de unas «patatas con chorizo». Para un canario, papas con chorizo. Inmediatamente mi cinismo cívico (¿cinivismo?) me hizo comprender que aquello era la metáfora culinaria perfecta de la realidad sociopolítca de España. En las Cortes hay mucho papa (relleno, para el que no lo pille) y mucho chorizo. Chapó por el cocinero (o el que diseñó el menú). Porque el resto eran también platos para pobres (los que nos quedamos con los restos). Que si menestra y pollo con papas. Y todo a precio a caviar, si nos ponemos. Vamos, este país reflejado en una suerte de tres platos más bien mundanos que se venden como de lujo y no dan opción a otra cosa. ¡Si había crema catalana de postre! Postre único, además.

Madre mía, entre lo de la nieve y lo del menú político de hoy, mi cerebro bulle de satisfacción autosatisfecha casi onanista.

Por cierto, yo aún más humilde, opté por la crema de nabo —si es que hasta esto deja claro la forma en que se puede ascender, comiendo y mamando mucho…— y verduras y un poco de pollo con papas fritas. De postre yogur natural. Que uno no tiene el cuerpo para tanto nacionalismo independentista ni tanto radical libre… digo, tanto hidrato de carbono.

¡Nieve!

Y no me estoy refiriendo a mi mujer comiéndome la ese final, práctica habitual en los canariones, no. Lo que quiero hacer notar es que está nevando y yo estoy aquí para verlo.


Ahora les voy a pedir que imaginen una escena, bastante común, por otra parte. Visualicen esa imagen del bebé regordete bañándose en su bañerita y chapoteando a gusto mientras se ríe. ¿La tienen? Así se siente el cerebro cuando se le suministra experiencias novedosas. Chapotea como un bebé en agua calentita. Para un hombre nacido y criado en el áfrica noroccidental, donde la temperatura media en costa rara vez baja de los diez o doce grados, y por muy de vuelta que esté de todo, ver nevar es de esas experiencias que siempre me alegran el día (salvo que me parta la crisma cuando pise hielo) y ponen juguetona la materia gris encerrada en mi respetable cráneo.

Curioso con qué tontería me he alegrado el día. Al menos compensa el mal humor con el que me levanté por haber dormido mal a causa del frío.

miércoles, 16 de enero de 2013

Cuadernillos de «economía de guerra»: «Cacarrones» con verdura (y algo de carne) a lo Fussion

Cuando aún era más pequeña, escuché un día a mi sobrina pedir a la abuela cacarrones con tomate. Como soy muy básico y me mola mucho el humor culo-caca-pedo-pis, en mis cisuras cerebrales se plantó la nueva palabra y ante cualquier situación en que salga el término «macarrones» mi mente lo sustituye por el nuevo vocablo entonces acuñado. Así de tonto me han parido, qué le vamos a hacer.


La foto la hice anoche, con una luz de mierda en la cocina, y con la cámara super cutre del iPad. Hay tanto grano que parece un festival de pubes super hormonados. Y visto así parece comida enfermiza. Aseguro que los colores eran mucho mejores (los macarrones se veían más blancos, no tan amarillo-verdoso-anaranjado). Y el sabor también es mejor de lo que puede parecer a simple vista.

Soy un negado en la cocina, y me da mucha pereza aprender a estas alturas. Aunque mi mujer sigue depositando una fe casi ciega en que eso cambiará algún día. Así que tiendo a ejecutar recetas (e improvisar) que requieran no demasiado tiempo y supongan un bajo riesgo de fallo. Los cacarrones rara vez fallan. Pero me apetecía algo más que los facilones «con tomate». Así que dediqué un ratito, cogí cuatro cosas, y me preparé una receta medio improvisada, medio basada en una que me dio mi mujer para hacerla con arroz. Eso sí, en mi caso tirando de lata y de productos baratitos, para ahorrar. Tiempo, principalmente.

Ingredientes:

  • Media cebolla de tamaño moderado (las he visto grandes como melones, de esas no).
  • Un calabacín pequeño o la mitad de uno grande
  • Dos hamburguesas de esas que venden en el Día en paquetes de seis por 2,5€. Yo las prefiero de ave (pavo-pollo).
  • Una lata de champiñones laminados.
  • Una lata de alcachofas troceadas.
  • Un tercio de un paquete de macarrones.
  • Un bote de tomate frito.

Preparación:

Ponemos la Fussion Cook a 15 minutos, que vaya calentando, y echamos un chorrito de aceite de oliva en la cubeta. Hasta cubrir el piso con una película fina. Echamos la cebolla cortada en rodajas unos minutos. Cuando empiece a sofreir (aceite ya caliente) echamos el calabacín troceado en cuadrados (del grosor de un dedo).

Cuando la combinación vaya cogiendo color, y los dados de calabacín empiecen a reblandecer un poco, echamos la carne de las hamburguesas cortadas a pellizcos. (Son curiosas las propiedades de esa masa que llamamos carne de hamburguesa que te venden en el Día ya empaquetada; es una especie de gelatina babosa al tacto difícil de trocear). Salamos un poco (a mí me gusta sal gruesa) y vamos removiendo periódicamente para que vaya haciéndose de forma homogénea.

Entretanto habremos lavado el contenido de la lata de champiñones y de alcachofas para eliminar un poco ese regusto a lata que deja tanto tiempo acumulado. (Consejo de mi mujer). Cuando la carne haya perdido el color a carne cruda, lo echamos y rehogamos conjuntamente unos minutos.

Apagamos la Fussion, enfriamos la mezcla con un vaso de agua, echamos los macarrones (el tercio del paquete, aprox.), sumamos el bote de tomate frito (uno pequeño basta) y terminamos de cubrir con agua. Mezclamos todo, echando otro pizco de sal gruesa, cerramos, programamos cinco minutos (menú pasta) y presión. Cuando el característico pitido de aviso de la maquina nos indique que la cocción ha concluido, despresurizamos manualmente, abrimos y, aún caldoso, lo servimos. En mi caso con un toque de albahaca, para reforzar la idea de que estamos comiendo pasta.

A lo tonto, en 20 minutos, hemos preparado macarrones con verdura y toque de carne para tres o cuatro personas. O para tres o cuatro días, según gusto del consumidor.

Personalmente diré que mientras se preparaba tenía poca fe. Por un lado por mis comedidos conocimientos culinarios. Por otro porque la alcachofa daba una peste horrible mientras se cocinaba y no sabía si sería capaz de meterme el resultante en la boca. Pero he de decir que, una vez completado el ciclo, estaba de muerte. Y espero que no por intoxicación botulínica. Vamos, que «de muerta» en plan rollo positivo.

En resumen:

  • Coste del plato: 4,5€ aproximados (teniendo en cuenta gasto eléctrico, que Soria nos tiene fritos).
  • Tiempo de preparación: 20 minutos más lo que te haya costado ir al super a comprar. El mío lo tengo a 2 minutos.
  • Número de comensales: 3 o 4. O días que tienes para repetir.

Hala. A lo tonto ya tengo mi primera entrada cocinillas en condiciones.

jueves, 3 de enero de 2013

Principio de Hanlon

Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez.

[@ Wikipedia]
Escuchado en el vídeo de Aleix Saló: Simiocracia [@ YouTube]

miércoles, 2 de enero de 2013

'Simiocracia'

En lo tocante a literatura, terminé el año comentando un cuento gráfico de Aleix Saló, 'Españistán' [reseña], y decido que la primera reseña del año corresponda a la última obra del mismo autor: 'Simiocracia', con el pretencioso subtítulo «Crónica de la Gran Resaca Económica».

Lo compré el mismo día que el anterior porque estaba a dos euros y medio. Vamos, que me llevé las dos obras del autor por menos de lo que te cobran en un pub por dos cañas. Aunque tras leer/ojear el primero no estaba demasiado animado a leer/ojear este segundo. Para el que no haya leído la entrada correspondiente, o lo haya olvidado ya (y mira que solo hace dos días de eso), no me convenció nada. Muy simplón, fue el regusto final que me dejó. Pero bueno, había que aumentar las estadísticas de lectura del año, y si mi amigo sulaco considera que escuchar libros es leer yo me autoconcedo que ojear un comic es también leer. Aunque, para ser sincero, en el caso de 'Simiocracia', hay mucho más texto que viñetas. En este caso, además, las viñetas no cuentan la historia, sino que están para acompañar las explicaciones textuales e incorporar alguna gracia, chiste visual o apunte cómico a las palabras del autor.

La tarea de este libro, tal como su subtítulo señala, no es moco de pavo. Hacer un análisis de los motivos de la actual crisis (o resaca económica, como la tilda el autor), no debe ser sencillo y se presta mucho al mensaje populista (¡ay! ¡la herencia, la culpable herencia!) y al prejuicio facilón. Vamos, que tras la experiencia del anterior, ya iba con la mosca detrás de la mosca ante tan pretenciosa intención. Y más en un cómic. Pero ya en la introducción el propio autor hace autocrítica y avisa de que lo que nos va a exponer peca de simplista, algo que agradecía y me permitió disfrutar de otra forma de lo que iba a consumir.


Y me ha encantado. Sí, simplista, que no simplón, pero muy acertado. Bastante neutral en sus tesis —aunque resulta imposible ocultar algún que otro prejuicio—, pero con un lenguaje cotidiano de calle o barra de bareto con los colegas. Un lenguaje muy latino, a fin de cuentas. Viene a ser como la explicación para dummies de porqué estamos donde estamos a estas alturas. Y repleto de ilustraciones divertidas. De hecho más de una vez me partí de la risa con la combinación. Realmente efectivas. Y con muy mala leche (alguna de ellas). Lo que hacen que me gusten más.

Desde que ha empezado esta crisis he escuchado, he participado y, a fin de cuentas, he discutido múltiples veces en ese infinito bucle que es la búsqueda del culpable último de la situación actual. Somos un pueblo propenso a practicar ciegamente aquello de la paja en el ojo ajeno y, autocondonándonos los peores de los pecados —sí, hijo sí, la envidia, la avaricia y la soberbia son pecados capitales—, nos prestamos a poner erecto el índice y señalar a los malos de la película con la rapidez que dan los prejuicios. En una variante perversa del lejano oriente estadounidense, aquí no sobrevive el que hace una reflexión más pausada y neutral, sino el que es capaz de autoexculparse más rápido empujando a otro a la hoguera. Forma también parte de nuestro carácter latino. Y si no es eso, nos lo pasamos teta jugando al pingpong de las acusaciones. «los bancos abusaron de la confianza», «nadie le puso una pistola en el pecho para que pidiera una hipoteca», «los políticos son todos unos corruptos», etcétera, etcétera, etcétera. ¿Quién es el verdadero culpable? con esa idea empecé a leer el libro. No porque yo crea que hay un «verdadero culpable» o una conspiración en la sombra, sino porque pensé que el autor nos lo colaría en algún momento. Y aunque señala algún posible, o mejor dicho deja algunos cabos sueltos, en realidad llega a la misma conclusión que llegué mucho tiempo ha, y que es difícil de aceptar: esto nos lo hemos sancochado nosotros solitos. Hemos sufrido una especie de histeria colectiva, esa misma que hace que los espectadores salten al campo de fútbol y se pongan a dar leña al del pito, pero en un ciclo de realimentación positivo y perverso parecido a una cinta de Moebius que se enrosca en sí misma. ¿Son culpables los bancos? Sí, de avaricia. ¿Y los especuladores? También, por lo mismo. ¿Y los hipotecados? De envidia (¿o es que tan difícil era aceptar que con mil euros no podías emular lo que hacía el vecino que estudió medicina y que tampoco era necesario estrenar una casa porque «tú sí que vales» y te lo mereces todo?). ¿Y los políticos? De soberbia. Extrema, además. Un cóctel jodido de consecuencias trágicas que nos toca vivir. Que dejará a muchos en el camino y, espero, la mayoría consiga sobrevivir. O, en palabras de nuestro actual presidente del gobierno y contextualizadas al día en curso, nos tocará vivir un año muy complicado.

En resumen, un… ¿libro? —si al otro me costó clasificarlo dentro de las novelas gráficas, este ya ni te cuento— o lo que sea, muy recomendable. Simple —pero sin caer en la argumentación simplona y manida— y al tiempo contundente. Algo que se lee en un rato y con el que te ríes. Que debería despertar nuestro sentir crítico y, ya para terminar, que sí hace honor al vídeo [@ YouTube] con el que promocionó su libro anterior. Este sí es heredero de aquel magnífico ejercicio crítico que fue el vídeo. Por cierto, que este también tiene su vídeo promocional [@ YouTube, también]. Y es rematadamente bueno.

¿He dicho ya que lo recomiendo? ¿Y que tienes que ver los dos vídeos también?

martes, 1 de enero de 2013

(Des)Propósitos para el 2013

Ya hemos entrado en el 2013 (y despedido del 2012). En este momento deberé estar con resaca alimenticia, y algo de resaca alcohólica como mal bebedor social que soy, después de tanto atracón natural por estas fechas. (Mañana a dieta desintoxicante a base de líquidos). Por la hora a la que se publica esta entrada debería estar desperezándome mientras pienso, medito y sufro con que la cosa aún no ha terminado. Todavía queda el almuerzo de Año Nuevo (hoy) y el del día de Reyes. Apunto recordatorio para invertir en las empresas de infusiones digestivas para el año que viene. En enero se deben forrar los de Pompadur y los de Hornimans. Por si las moscas, dejé programada —milagros de la técnica— esta entrada ayer, cuando aún no había sucumbido al dios Baco.

Signo de nuestra tontería supina es aprovechar el cambio de año, tal vez por la felicidad que provoca el contexto amigable y familiar, o por la sensiblería etílica, para hacer propósito de enmienda con nosotros mismos y darmos una nueva oportunidad para hacer todo lo que no hemos hecho ya. Tal vez la enésima vez sea la vencida, nos convencemos. Hinchamos pecho y sin despeinarnos ni ruborizarnos —ya se sabe que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver— hacemos la lista de todo lo que vamos (o pretendemos) hacer en el año que nos recibe con los brazos abiertos. Aunque al final —y tal como ha demostrado este 2012 pasado— lo que tiene abierta es la boca y no los brazos. De forma tal que el paso del año es lo mismo que el tránsito intestinal y, tras 365 o 366 días, acabamos comiendo las uvas celebrando que acabamos de salir por el ano del último año, o sea ser defecados, mayoritariamente intactos, y que tenemos oportunidad de repetir experiencia en la montaña rusa que será el que estrenamos.

Aunque talludito ya —que a mis cuarenta años y medio debería demostrar con mayor ahínco que tengo los pies en el suelo—, no puedo evitar mentirme otro año más y proponerme dedicar tiempo a infinitas cosas. Tal vez influya mi creencia desde la cabeza a los pies de que lo último que uno tiene que perder en la vida no es la fe sino la ilusión. Ya lo decía Einstein con su «La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente». Pero no sé si en esta frase «ilusión» hace más referencia al deseo y la pasión por hacer y ser (valor positivo) o si en realidad da igual el tiempo verbale que siempre seremos unos ilusos (valor negativo). Hoy prefiero quedarme con la primera opción.

Así que, sin más dilación, aquí va la lista de lo que me gustaría hacer este año. La salvedad es que, tal vez por viejo ya, le he puesto una probabilidad de éxito. Iluso invencible, optimista irredento, pero no tan irresponsable como para afirmar tozudamente que lo haré.

  1. Sobrevivir al 2013. Probabilidad de éxito (pde) del 99,9% [1]
  2. Comprar un Raspberry Pi y conectarlo a la tele como Media Center. pde: 90%
  3. Convertirlo en algo más útil mediante programación. pde:30%
  4. Adquirir un Netduino. pde: 75%
  5. Hacer un robot programado con el anterior (o proyecto igualmente interesante). pde: 5%
  6. Acudir a clases de piano. pde: 10%
  7. o comprarme un teclado similar a un piano. pde: 20%
  8. y ponerme en plan autodidacta. pde: 5%
  9. Terminar "Abu Simbel Profanation Tribute" para iOS. pde: 30%
  10. Terminar Juego 1 (no doy normbres para mantener la sorpresa). pde: 20%
  11. Terminar Juego 2. pde: 10%
  12. Terminar la página Web de pinturas de mi padre. pde: 40%
  13. Terminar mi web personal. pde:15%
  14. Aprobar el curso de Coursera Game Theory. pde: 70%
  15. Aprobar el curso Pattern-Oriented Software Architectures for Concurrent and Networked Software. pde: 60%
  16. Aprobar el curso Linear and Discrete Optimization. pde: 50%
  17. Aprobar el curso… Tengo en plan unos 12 cursos en Coursera, de momento. Al cuarto le asigno un pde de 30%, al quinto un 10% y al resto un 1%
  18. Obtener el carné de conducir. pde: 30% [2]
  19. Retomar (y aprobar el primer cuatrimestre) del Grado de Matemáticas. pde: 20%
  20. Bajar 1-5 kilos de peso (pde: 75%), 6-10 kilos (pde: 55%), 11-15 kilos (pde: 20%) y bajar 18 kilos (ideal, pde: 1%)
  21. Apuntarme a clases de Tai Chi. pde: 10%
  22. Cuando consiga bajar 10 kilos (pde: 20%) aplicar y conseguir el plan c25k. pde: 5% [3]
  23. Recuperar los kilos que pierda, y algunos más. pde: 100% [4]
  24. Aprobar el First Certificate o equivalente de inglés. pde: 50%
  25. Retomar las clases de alemán (y llegar a nivel de preguntar por direcciones). pde: 25%
  26. Retomar las clases de japonés (y llegar, también, a nivel de preguntar por direcciones). pde: 10%
  27. Retomar las clases de esperanto [5]. pde: 1%
  28. Leer un libro no técnico [6] a la semana. pde: 1%
  29. o leer un libro no técnico cada dos semanas. pde: 25%
  30. o leer un libro no técnico cada tres semanas. pde: 80%
  31. de paso, aprovechar y terminar ya de una vez la colección de Terry Pratchet [7]. pde. 40%
  32. Ahorrar. pde: 1% (¿A quién pretendo engañar?)
  33. Para acabar, ser mejor persona. pde: 0%

Salvo porque las estadísticas dicen que tengo una probabilidad de casi el 100% sobrevivir otro año más, y de que da igual lo que adelgace que al final volveré a coger el peso que tenía de partida, sé que casi nada de lo que pongo en la lista anterior lo llegaré a conseguir/hacer/lograr. En fin, aunque de ilusiones no se vive, ahi quedan lanzadas las mías, un año más, al vacío sideral del ciberespacio. En general ajeno a todo lo que yo quiero hacer. Pero esto, en lugar de hacerme sentir peor, me empuja a seguir intentándolo.

Que tengan un muy buen comienzo de año y, reitero, no pierdan las ilusiones por hacer cosas. La vida es demasiado breve. Y lo peor es descubrir que ya no queda tiempo para hacer todo aquello que soñaron hacer algún día. Sueñen y, en la medida en que esto sea posible, sean mejores personas. En especial con ustedes mismos.


[1] Extrapolado toscamente del informe «Patrones de mortandad en España en 2009», disponible en http://www.mspsi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/estadisticas/estMinisterio/mortalidad/docs/Patrones_de_Mortalidad_en_Espana_2009.pdf.
[2] No, no tengo carné de conducir. Es una historia vieja, pero la realidad es que nunca lo he echado de menos. Aunque claro, mi mujer me recuerda de forma repetida lo bien que vendría que yo también tuviese carné. Tal vez debería hacerle el gusto este año.
[3] No puedo empezar antes porque me reventaría las rodillas y los tobillos por el sobrepeso.
[4] No es que me haga gracia ni que sea realmente un proyecto, pero la realidad es que al finalizar cada año, más o menos cuando toca la revisión médica de empresa, he recuperado todo el peso que hubiera podido perder durante el año. A veces incluso ganados unos kilos.
[5] Hace mucho tiempo se me metió en la cabeza aprender esperanto (en lugar del klingon, que me parece demasiado friki) y me puse a ello. Algunas cosas aprendí a decir, pero ya las he olvidado completamente. Me gustaría retomar y ser capaz de escribir una entrada sencilla en el blog en esta lengua sintética.
[6] Entiendo por «técnica» todo lo que leo referente a mi profesión. Intento a día de hoy que el 50% del tiempo que dedico a leer sean libros que no tengan que ver directamente con mi trabajo. Aunque sean técnicos en el sentido propio, no lo son para mi profesión. ¿Qué, nadia se ha puesto a leer sobre mecánica de coches últimamente?
[7] Y así liberar una estantería. Para 2020 (si llego), me gustaría que todo lo que poseo esté en formato digital exclusivamente.

¡Feliz y próspero 2013!

Pues es lo que toca ahora, ¿no? Vayan en este apunte mis mejores deseos para el año que acaba de caernos encima. Buena suerte en todos los proyectos que acometan y con todos los buenos propósitos que se propongan hacer. Y que no falte felicidad, respeto, cariño y prosperidad para y entre los suyos. En resumen,

¡Muy Feliz y Próspero año 2013!

De todo corazón y para todos, lean o no esto.

Tradicionalmente este es el día en que cada uno reinicia ese contador que llevamos dentro, reflexiona sobre el año pasado y se propone qué quiere hacer de este, qué proyectos acometer y qué cosas realizar. En definitiva, qué propósitos tiene para los próximos 365 días. En un rato publicaré los míos.

Sin embargo, y mientras tanto, aprovecho para despedirme del 2012 a mi estilo:


Imagen elegida [1] porque refleja mi sentimiento (y sospecho que el de muchos) hacia este año que tantas ampollas ha levantado en la sociedad y, en especial, a los políticos de nuestro gobierno, a los mayas y a los que aprovecharon el miedo ajeno para forrarse y hacer lo que les vino en gana. A ver qué desastre nos venden este año.


[1] Encontrada en http://www.cosas-que-pasan.com/gorila-con-peineta/. En el original no se indica autor, así que no puedo incluirlo.