martes, 22 de enero de 2013

¡Nieve!

Y no me estoy refiriendo a mi mujer comiéndome la ese final, práctica habitual en los canariones, no. Lo que quiero hacer notar es que está nevando y yo estoy aquí para verlo.


Ahora les voy a pedir que imaginen una escena, bastante común, por otra parte. Visualicen esa imagen del bebé regordete bañándose en su bañerita y chapoteando a gusto mientras se ríe. ¿La tienen? Así se siente el cerebro cuando se le suministra experiencias novedosas. Chapotea como un bebé en agua calentita. Para un hombre nacido y criado en el áfrica noroccidental, donde la temperatura media en costa rara vez baja de los diez o doce grados, y por muy de vuelta que esté de todo, ver nevar es de esas experiencias que siempre me alegran el día (salvo que me parta la crisma cuando pise hielo) y ponen juguetona la materia gris encerrada en mi respetable cráneo.

Curioso con qué tontería me he alegrado el día. Al menos compensa el mal humor con el que me levanté por haber dormido mal a causa del frío.

4 comentarios:

Amanda dijo...

¡Qué guay!
;)

Luis dijo...

Si, para nosotros los del sur del sur de Europa ver nevar siempre nos alegra.

Me alegro que lo hayas disfrutado.

sulaco dijo...

Con el tiempo que llevas en Madrid yo creía que ya habías pillado alguna nevada. No te voy a decir nada de la cantidad de nieve que hay en mi jardín pero puedes calcularla tú mismo: cien metros cuadrados y unos quince centímetros de nieve. Si añadimos la parte delantera de la casa debo tener algo más.

Uno+Cero dijo...

Amanda, qué guay, sip :-)

Pues sí, Luis, como no es de esas experiencias a las que esté acostumbrado, siempre me alegra la novedad. Aunque la verdad que ayer hacía tanto frío que se te caían laah-sorejas del dolor, esa tercera parte del cuerpo que para los canarios empieza con ese. Las otras dos son looh-sojos y looh-sombros, para el que lo desconozca.

Sulaco, hombre, sí he visto alguna nevada. No muchas, porque tampoco abundan. Salvo el La Sierra. En ciudad es muy complicado que nieve. Aunque en 2009-10 pude asistir a una nevada increíble en plena Puerta del Sol, algo que parece no ser muy normal. Este es mi tercer invierno en Madrid y, aunque pocas, alguna he pillado. Generalmente, de nevar, lo hace por la noche y te encuentras el cuadro ya pintado al salir de casa. Aunque no es mi primera vez, ver nevar es de esas cosas que, tal vez por infrecuente como he mencionado, hacen que mi cerebro se llene de serotonina por un rato y disfrute especialmente. Soy raro, lo sé. Porque también me encantan la lluvia y el viento. El frío no tanto, ya ves. Por debajo de nueve grados dejo de encontrarme en mi zona térmica de confort.