lunes, 31 de agosto de 2009

Reflexión

Desde hace unos días ando intranquilo por cuestiones laborales. Me perturba haber llegado a un estado en el que ando enfadado la mayor parte del tiempo. No me reconozco en ello. Para colmo me tropiezo con estas palabras, atribuidas a Mahatma Gandhi:

Cuida tus Pensamientos porque se volverán Palabras.
Cuida tus Palabras porque se volverán Actos.
Cuida tus Actos porque se harán Costumbre.
Cuida tus Costumbres porque forjarán tu Carácter.
Cuida tu Carácter porque formará tu destino
Y tu Destino será tu vida…


Hermoso pensamiento...

Mi mini opera y yo...

Aquí estoy publicando una entrada desde mi móvil usando el Ópera Mini. En principio parece que voy a trabajar en un proyecto para móviles y estoy probando algunas cosas en el mío.

viernes, 28 de agosto de 2009

'Pacífico sur'

Confieso que no puedo considerarme una persona con una red social demasiado amplia. Es más, diría que apenas tengo interacción humana fuera de las horas de trabajo, si no contamos a mi mujer, claro. Y tengo mis dudas de que lo que sucede durante las horas laborales se pueda llamárselo interacción. Soy muy sociable, muy extrovertido, pero la mayoría de la gente me aburre. Y yo los aburro a ellos. No piensen que soy un elitista, ni un intelectualoide que mira a la gente por encima del hombro. No me considero así. Simplemente soy incapaz de interesarme por lo que la mayoría de la gente parece estar interesada. Dietas y gorduras, fútbol y deportes, famoseo y amarillismo, o echarle la culpa de todo a Zapatero, son la mayoría de los temas que discute la población cercana. Eso si no pasamos ya al tema directamente de lo esotérico, de supersticiones y religiones, que eso sí inicia intensos y acalorados debates. Recuerdo, en los años de carrera, que la siguiente generación de prohombres y promujeres de nuestra sociedad estaban infinitamente más interesados en el más allá que en el más acá. ¿Qué carajo importa si existe o no Dios -o los fantasmas- cuando hay tantos problemas que resolver en la convivencia del propio ser humano? Es una pena que, cuando le comentas a alguien algo como «en Filipinas hay una planta carnívora que es capaz de comer ratas» lo más que obtienes es un casi inaudible «vaya» o un «mira qué bien» y a continuación vuelvan a quejarse de que la Campanarios -¿quién coño es la campanarios?- se haya comportado como un bicho en el programa de televisión de la noche anterior.

El cerebro de la mayoría de la gente es impermeable ante las curiosidades de la Naturaleza y del mundo que les rodea. Lo más que puedes obtener es un pequeño destello de interés, generalmente acompañado por una ceja enarcada, que a veces sospecho se trata más de un «te lo estás inventando». Destello que con la misma celeridad que llegó, desaparece. Lo dicho, mis intereses suelen ser ajenos a los ajenos, y a la mayoría de la gente le importará un pito que en el Pacífico, por poner un ejemplo, haya casi veinte mil islas, o que haya tanta diversidad natural que uno no dejaría de asombrarse con los bichos tan raros que habitan y que están especializados a lo que hay en cada isla. Cosas que a mí sí me han dejado con la boca abierta de asombro. La Tierra es una maravilla y el Pacífico contiene una buena muestra de ello.

'Pacífico Sur' es una serie documental de seis capítulos que nos acerca, o lo intenta a aquellos que sientan un poco de curiosidad, la maravillosa fauna, la sorprendente cultura y la curiosa geografía de uno de los océanos más desconocidos que hay en el planeta. Y es que hay que ver la cantidad de bichos raros y extremadamente singulares que han evolucionado a formas tan curiosas a causa de un aislamiento de milenios. Como preguntas recurrentes durante toda la serie tenemos: «¿Cómo llegaron estos seres vivos a estos lugares, algunas veces a miles de kilómetros de islas más cercanas?» «¿Cómo consiguieron adaptarse a éste medio?» Algunas de las teorías son realmente sorprendentes. Como sorprendentes son algunos de los animales que habitan en esas islas. Así, para muestra un botón, tenemos al kákapu, simpático loro nocturno con algo de sobrepeso que haría honor al chiste «¿qué hace un pájaro de 90 kilos en una rama?» y que, por desgracia, está en serio riesgo de extinción y que tal vez, en dos generaciones, quede como una rareza disecada en algunos museos (o como imagen digital en Internet). Como otras tantas especies animales, sometidas al desplazamiento de la colonización humana.

Durante la serie se nos plantea el reto que deberemos asumir para conseguir que esta variedad, esta riqueza natural, que hay en esa parte del mundo sobreviva a los constantes asaltos del hombre contra los ecosistemas del océano Pacífico. Ecosistemas que, por suerte de un fenómeno de globalización anterior, pero muy anterior, al propuesto por el neoliberalismo del capital, influyen significativamente en el resto del Planeta. Uno no debería dejar de sentir nunca cierta vergüenza al descubrir cómo, mientras los países desarrollados siguen esquilmando mares de la otra cara del planeta, o empujan a los menos desarrollados a hacerlo en su nombre, muchos de los pueblos que habitan en esas islas han aprendido a convivir en armonía. Y cómo aquellos pueblos que no lo consiguieron, los Rapa Nui por ejemplo, casi se extinguieron completamente, llevados por el desenfreno y la eliminación sistemática de su bosque primario de palmeras gigantes y, en cadena, sus recursos naturales. ¿Es eso lo que nos espera si seguimos a este ritmo de explotación de unos recursos ya exhaustos?

'Pacífico Sur' es lo suficientemente reciente como para que la estén poniendo estos días en las cadenas de las plataformas satélites. En Canal+ la pusieron hace poco. Para aquellos que no tenemos contratado dicho servicio -bueno, a mí me provee mi padre-, siempre podrán recurrir a las redes de vagos y maleantes que aglutinan a la gente de dudosa integridad moral. Dios los cría y ellos se juntan, dicen. Supongo que también se podrá conseguir por la lícita vía de comprar los DVD originales. Es tu decisión, pero mi recomendación es que dejes los conflictos de conciencia como algo secundario y disfrutes de esta magnífica e interesante serie documental.

jueves, 27 de agosto de 2009

'LHC - El acelerador de partículas'

Antes de comenzar, decir que a la hora de escribir este artículo, al igual que hago con el resto, intento localizar alguna referencia o vídeo que pueda enlazar. Con el de hoy he descubierto un sitio en Internet que pasa a ser de visita obligatoria: http://www.docuciencia.es/. Pero si ese es flipante, http://www.documentalesonlinegratis.com lo es aún más. Y hay muchos más por la red. Es como una mala gripe. Se ha puesto de moda. Esos sitios serían algo así como el edén para cualquier aficionado a los documentales. Por desgracia la calidad promedia de visionado es bastante mala. Que sí, que sí, que muy mala. Una pena que sea tan exigente con la imagen y el sonido, pero creo que las películas documentales, y sus hermanos pequeños, los documentales de metraje medio, son ventanas a una realidad que se nos ofrece con cariño. Nosotros debemos corresponder intentando que esa experiencia sea consumida con la mejor calidad posible.

El título en el inglés original del documental de hoy es 'The Next Big Bang', y en esta ocasión, una vez más, a la hora de traerlo a España, han hecho lo que les ha salido de los cataplines y lo han llamado 'LHC - El acelerador de partículas'. Por lo visto es importante lo de anteponer LHC por lo del Gran colisionador de hadrones (o Large Hadron Collider, de su original en inglés), y luego decir en tono trágicamente grandilocuente «¡El acelerador de partículas!». Me recuerda a esa manía de las productoras españolas de reiterar en su gusto por los nombres grandisonantes típicos del cine Z: «Vea ¡POL! ¡El ataque de las polillas mutantes!»

He de confesar que la película me ha gustado. Me resultó muy ameno el enfoque. Muy dinámico. El dinamismo se ha conseguido, en parte, intercalado intervenciones de los diferentes protagonistas para construir explicaciones muy sencillas, comprensibles para el común de los mortales. Además de utilizar bastantes símiles y metáforas visuales con el fin de hacer aún más digestivo lo que intentan explicar.

Al principio hubo un momento en que estuve a punto de apagar el documental directamente. Fue justo cuando el segundo narrador en off cuenta «L-H-C son las siglas en inglés de Gran Colisionador de Hadrones, que significa que es muy grande y que acelera y hace chocar hadrones, que son partículas.» ¡DIOS! ¡Que me revientan el cerebro con tantas evidencias! «Dos perogrulladas más como esa y me tiro por la ventana», me prometí a mi mismo. Por suerte para la vecina del bajo la cosa mejora inmediatamente y no me veo obligado a mancharle el patio con mis fluidos corporales.

Tampoco me gustó la voz en off del primer narrador. Yo no sé si están familiarizados con algunos de los sintetizadores de voz comerciales que existen, pero les aseguro que la voz y la entonación parecen generados con uno en particular que está más o menos extendido.

Por lo demás, el documental creo que ayuda a entender los motivos de uno de los proyectos de ingeniería más grandes de las últimas décadas. Con él se intentará expandir el conocimiento de lo que sucedió en los nanosegundos posteriores al Big Bang, cuando la temperatura era tan tan tan tan alta que no podías sancochar un huevo porque, directamente, no existía materia para formarlo primero. O averiguar qué es la materia oscura, si es que a estas alturas ya no lo han averiguado. Tampoco está mal la idea de intentar saber cuántas dimensiones existen realmente y si el Universo es realmente elegante. O, ya para los más alarmistas y catastrofistas, si efectivamente, cuando se ponga en funcionamiento, el agujero negro resultante acabará con la vida en la Tierra. En fin, que si las inquietudes del lector van algo más allá de los programas tipo Gran Hermano, es una película que puede resultar interesante.

El documental ha sido emitido por el Canal Historia, pero sobra decir a estas alturas que inmediatamente después de su emisión (por no decir paralelamente a la misma), lo peor de lo peor de la raza humana ya lo ponía a disposición de las mafias de P2P para disfrute del resto de los mortales. Lo mejor es que tampoco tienes que descargarlo para verlo. Si tienes cierta tolerancia, por no decir directamente gusto, por ver las cosas en calidad baja o mediocre, aquí podrás tragártelo enterito.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Vaya acidez que tengo...

... joder, que se me va a hacer un bujero en el estómago

'Planeta Tierra'

Mantengo y persisto en que aquello que se desconoce es imposible de amar realmente. Más allá de que las inquietudes personales te lleven a tal o cual tema de interés particular, la Tierra es tan extraña, tan cargada de singular belleza, que no aprovecharla para extasiarte y maravillarse, aunque sea solamente una vez cada mucho tiempo, es un crimen hacia ti mismo y hacia lo que el Cosmos ha dejado ahí para que lo apreciemos. Es un cuadro soberbio que está ahí, tejido con pinceladas preciosas y precisas, de entramados infinitos y de matices incontables, que nos resistimos a apreciar, mirando siempre para otro lado. El ser humano se ha caracterizado por mirar siempre para otro lado. No seamos como el resto. Marquemos la diferencia.

Dentro de ese conjunto de documentales especialmente selecto por su enorme calidad y que nos brindan la ocasión de asomarnos, como una ventana que se abre ante nosotros, a lo que nos ofrece la Naturaleza, tenemos la serie documental de la BBC 'Planeta Tierra'. Dividida en once capítulos, 'Planeta Tierra' realiza un repaso a los diferentes rincones, lugares y elementos que encontramos alrededor del globo. En la web de Discovery Channel hay una excelente presentación a modo de fichas con el tema de cada uno de los capítulos. Cada uno de ellos se centra en un aspecto determinado y da la vuelta al mundo mostrándonos todas esas maravillas que nos estamos perdiendo. Estamos angustiados por un estilo de vida cada vez más enclaustrado y empobrecido.

Es posible que mucha gente camine insensibilizada ante la majestuosidad y exuberancia de la fauna y la flora, ante lo curiosamente entrelazado que está todo en el mundo, pero por mucho que nos neguemos a verlo, todo ello seguirá estando ahí. No sé si este sentimiento de negación se debe al temor de perder nuestra hegemonía ficticia que nos fabricamos dentro de nuestro universo personal. Tal vez existe el temor a sentirse miserablemente prescindible en este mundo si reconocemos que la Naturaleza está ahí, y seguirá estándolo cuando ya no quede un solo hombre para ver cómo la vida se apega a la existencia. Tal vez. Tal vez nuestro destino sea siempre mirar para otro lado. Pero la realidad es que constantemente se nos ofrecen posibilidades únicas de entender, de apreciar y de amar todo lo que nos rodea. Es una tontería perder y despreciar la oportunidad. Desaparecer desapareceremos igualmente. ¿Por qué no hacerlo valorando y respetando aquello que ya estaba aquí antes de llegar nosotros? Aquello que ha forjado el paso del tiempo mucho antes de que nosotros lo enclaustráramos en horas, minutos y segundos. 'Plante Tierra' es una de estas impagables oportunidades. No pierdas la ocasión de asomarte a esta magistral ventana que se abre ante ti.

Una vez más, para hacernos con este tipo de contenidos podremos acudir a las redes P2P, pero la serie completa está por apenas 40 € en alta definición. Sinceramente creo que merece la pena ahorrarte el esfuerzo de localizar los enlaces y esperar a su descarga. Frente a lo que te gastas en chorradas prescindibles durante un fin de semana, tendrás placer audiovisual para rato. Es tu decisión. En cualquier caso, recomiendo no perder la oportunidad de disfrutar de esta magnífica serie. Preferiblemente en alta definición, repito y repetiré. Muy recomendable.

martes, 25 de agosto de 2009

'Home', precioso canto de amor a la Tierra

Ayer comentaba lo impresionado que había quedado con la película no verbal 'Baraka'. Me considero especialmente sensible a la fotografía, en especial a la de naturaleza, y esa película es un lujo para la vista. Pero no se queda atrás la película 'Home' (ficha imdb; web oficial).

Yann Arthus-Bertrand pone la dirección y una impresionante fotografía a una película terriblemente hermosa y sensible. Un canto de amor a la Tierra y una denuncia de la influencia destructiva ejercida por el ser humano sobre ella.

Nada más empezar mosquea el agradecimiento a los empleados del grupo PPR. ¿Cómo demonios empresas del tipo FNAC, YvesSaintLaurent, etc. pueden estar detrás de una película documental que quiere hacer ver lo malo que ha sido el hombre, en general, y la industria, en particular, con el planeta en el que vivimos? Reconozco que mis prejuicios ya empezaron a jugarme una mala pasada. Para colmo, aunque la voz de Juan Echanove resulta agradable y conduce estupendamente durante las dos horas de película, los primeros quince minutos resultan un tanto aburridos. Salvados únicamente por las fantásticas fotografías aéreas. Pero luego todo cambia y los siguientes cien minutos pasan como un rayo. Quedas enganchado. Petrificado. Todos los elementos, fotografía, voz y una magistral banda sonora a cargo de Armand Amar, encuentran el equilibrio justo y tú, homo sapiens, formas parte activa de esta soberbia poesía. Sin poder oponer resistencia, tus procesos mentales te hacen reconocer la sobrecogedora verdad, la hermosura de lo que queda, la tragedia de lo que se fue, del drama de la desigualdad entre hermanos, de la pérdida de ayer y de aquello que se podría perder mañana, y el inevitable advenimiento de lo peor si no cambiamos, en una toma de consciencia, inevitable e irreversible, del mundo en el que vives y del que, aunque duela reconocer, eres un auténtico ignorante.

Los datos son demoledores:
  • El 20% de la población mundial consume el 80% de los recursos del planeta.
  • Los gastos militares mundiales son 12 veces mayores que las ayudas a los países en vías de desarrollo.
  • Cinco mil personas mueren cada día por beber agua contaminada.
  • Mil millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable.
  • Mil millones de personas padecen hambre.
  • Más del 50% de los cereales comercializados en el mundo se destinan a la alimentación animal y a la fabricación de biocombustibles.
  • El 40% de las tierras cultivables está degradado.
  • Las tres cuartas partes de los recursos pesqueros están agotados, en declive o a punto de estarlo.
  • Etc., etc., etc.

La Tierra es nuestra casa, nuestro hogar. La Tierra es donde estamos obligados a vivir y donde habrán de vivir los que vengan después, humanos o seres diferentes a nosotros. La Tierra es lo único que tenemos y lo que dejaremos en herencia a nuestros hijos, nietos y biznietos. Sin embargo, como niños inconscientes, malcriados y egoístas nos hemos cagado y meado debajo de las alfombras de nuestro hogar. Hemos destrozado y malgastado caprichosamente los recursos que cuatro mil millones de años de evolución han puesto ahí para nosotros. Hemos quemado la tierra y envenenado los mares y los cielos. Estamos a punto de cambiar la química de la atmósfera de un modo que nadie podría imaginar hace décadas y que pocos tienen la capacidad de suponer qué deparará. ¿Cómo será la atmósfera del siglo que viene? ¿Cuánto monóxido y dióxido de carbono, metano y otros gases venenosos habrá? ¿Serán capaces los nietos de tus nietos de hinchar sus pulmones caminando sobre la superficie de la Tierra?

Porque no se puede amar aquello que se desconoce, es importante que la gente, empezando por uno mismo, aprecie y aprenda sobre lo que tiene y lo que queda. Este tipo de documentos acerca mejor, de una forma eficaz y efectiva, ese conocimiento a todos. Pero es necesario que se haga un esfuerzo por continuarlo, por trasladarlo y transmitirlo, por hacerlo llegar a aquellos que no quieren mirar. «Es demasiado tarde para ser pesimista». Tú también puedes hacer algo: GoodPlanet Foundation. No mires para otro lado. Aunque sea por puro egoísmo, por poder disfrutar durante el viaje fugaz que es la vida de una Tierra que aún es hermosa, haz algo. No dejes que otros estropeen lo que también es tuyo y de los tuyos. «Es demasiado tarde para ser pesimista». No hagamos cierto el dicho «no se aprecia lo que se tiene hasta que lo pierdes para siempre». Quiero creer que no es así. «Es demasiado tarde para ser pesimista».

Si te gusta la fotografía aérea de Yann Arthus-Bertrand, aquí tienes una colección de wallpapers que podrás usar como fondo de escritorio. Son un placer para el sentido de la vista. ¿Por qué no decoras tu trabajo con ellos? Tal vez, aquellos que solo miran sus pies sientan curiosidad por saber qué se están perdiendo. Porque el mundo es un lugar muy grande, pero al mismo tiempo es un rincón muy pequeño. Es tu casa. Es mi casa. Nuestro rincón.

Aún estamos a tiempo.

lunes, 24 de agosto de 2009

'Baraka', maravillosa obra de arte

Con esto del «uno al día» junto con el «un día, un tema» se van acumulando anotaciones de aquellos temas a los que dedico más tiempo. Así que he decidido que esta semana la voy a dedicar a ponerme al día, al menos un poco, con el tema de los documentales. Si el género documental no es tema de devoción del lector, puede volver -lo que agradeceré enormemente- la próxima semana. En caso contrario, espero que saque provecho a lo que irá apareciendo esta semana.

Hay veces, que entre tanta basura que uno se apropia ilícitamente por ahí, hundiendo el alma en las cloacas más profundas de las mafias del P2P, tropiezas con una joya que bien merece la pena el riesgo de degradarse moralmente con actos ilícitos. En el fondo, aunque sea legal, no es bueno hartarse con tanta mula. Todo ha de ser consumido con moderación, porque hasta lo sano, en exceso, es malo.

Decía que hay veces que uno tropieza con auténticas joyas. Me descargué 'Baraka' (ficha imdb) porque estaba catalogada como documental. Soy un fanático de los documentales y tengo más de un centenar aún por ver. Entre los que grabo de Canal Satélite y descargo de Internet, pronto tendré que comprar otro disco duro externo. Como pasa con muchas otras descartas, me olvidé que existía. Me senté a verla varias semanas después de haber concluido su descarga. Más de un mes, creo. Y por casualidad. Buscando algo con lo que pasar el rato uno de esos días tontos, repasando la lista de lo que había en el disco duro, le di al play cuando la tenía seleccionada -me había olvidado de ella y me pregunté «¿Baraka? ¿De qué carajo va Baraka?»-. Lo siguiente fue un choque. Casi me caigo de culo nada más empezar a verla. Me hubiese caído si no hubiese tenido ya los glúteos apoyados en el sofá.

Ron Fricke quita el aliento y demuestra una maestría absoluta de la fotografía casi desde el primer fotograma. Te paraliza en el sillón sin haber tenido tiempo de soltar el mando. Es una película que debería ser vista por cualquier amante de la fotografía. Independientemente de su contenido. Preciosa es un calificativo que le hace poca justicia.

Sé que me he sumado tarde al carro de aquellas personas que ya la han visto, la película data de 1992, pero aseguro que no se aprecia su maravilloso acabado hasta que no se disfruta en alta definición. Y dudo que el DVD le hubiese hecho siquiera justicia. A momento de escribir esto ya la he visto tres veces y he propuesto a familiares -los únicos que me entienden en estos asuntos, en especial mis padres- que vengan a casa a disfrutarla conmigo. Es casi una experiencia mística de trascendencia. Me siento delante de la televisión y me dejo inundar, sin resistencia, por unas imágenes abrumadoramente nítidas y hermosas, y por una banda sonora magistral que viene de la mano de Michael Stearns y que en el home cinema suena exquisitamente bien. El visionado de la película es casi hipnótico y consigue que entre en fase armónica con el cosmos. Me relaja profundamente y salgo renovado, en paz conmigo mismo, tras apenas noventa minutos. ¿He dicho que es una película magnífica?

Tal vez la mejor forma de resumirla sea citando la breve sinopsis de la entrada de la Wikipedia:
Documental filmado en 24 países que narra, en términos eminentemente visuales, aurales y musicales, la evolución de la Tierra y de la Humanidad, al mismo tiempo que señala las formas en que el ser humano se ha relacionado con su medio ambiente. La aparente fragilidad de la vida humana es contrastada con la grandeza de sus obras, al mismo tiempo que se subraya la desigual relación entre hombre y naturaleza. En medio de estos contrastes, la espiritualidad de la humanidad surge como el elemento más importante que la distingue de otras especies.

Poco más se puede decir, salvo que hay que verla para comprenderla y disfrutarla de primera mano.

Yo la conseguí por la vía poca ética de las redes P2P, pero nada más verla por primera vez me lancé, VISA en mano, a pedir mi copia en Blu-Ray por Internet. De momento solo está disponible en Amazon UK en formato PAL, así que creo que esperaré un poco a que la editen en España (espero que no tarden mucho). Recomiendo a todo el mundo que no pierda la oportunidad de hacer lo mismo. De momento, si estás interesado, en Amazon ofrecen un video con el making of.

'Baraka' no es la primera película del género, que se ha venido en llamar no verbal, pero es la primera que tropiezo de un género que acaba de ganar otro incondicional. En Spirit of Baraka podremos encontrar referencias a otras obras del mismo estilo. De momento, y mientras llega esta magistral película a las estanterías de las tiendas especializadas, yo ya estoy esperando que saquen también la trilogía Qatsi en alta definición y sigo hurgando en las redes de la inmundicia a ver si consigo alguna más en alta definición. Aunque el 9 de septiembre pasaré por caja y me pillaré Chronos.

En serio. No lo pienses dos veces. Es una experiencia realmente mágica a la que deberías darle una oportunidad. Y más de una también.

domingo, 23 de agosto de 2009

'Sounds of the Universe' - Depeche Mode

Hace tiempo leí que Depeche Mode sacaba otro disco: Sounds of the Universe. Vi el vídeo y escuché la canción y me molaron mucho, tanto que me dije «me lo compraré». Y hace un par de semanas llegó el momento. Toda la música que compro en los últimos tiempos la compro en iTunes. Si me gusta y me lo puedo permitir, prefiero comprar la música que me apetece escuchar. Me hace sentir mejor conmigo mismo y, como apenas tengo otros vicios -casi nunca salgo de juerga ni me gasto dinerales en bebidas alcohólicas-, siempre tengo dinero que puedo malgastar siendo legal.

Depeche Mode es de esos grupos a los que he sido bastante fiel. Nunca me he descargado nada de ellos y, aunque no soy de los fanáticos que se lo compran el mismo día que sale, acabo pasando por caja al par de meses para hacerme con mi copia. Así desde que en el último año del instituto mi primo me prestó su copia del fantástico y magistral directo: 101. Disco que, de haber sido de vinilo, lo hubiese gastado de tanto que lo escuché. Tenía 17 años y la falta de novia la compensaba con comportamientos compulsivos. Mis padres tuvieron que pedirme que variase un poco porque iban a vomitar de tanto escucharlo.

Como decía, hace un par de semanas decidí sacar la tarjeta de crédito y pagar a la iTunes por mi copia. En la misma línea que los últimos discos del grupo, no ha terminado de engancharme. Cierto que, como pasa con muchas otras cosas, cuando las abandonas durante mucho tiempo -hace como un año que no escuchaba a Depeche Mode-, cuesta retomarlas. Ya me pasó con Playing the Angel, disco que tuve que escuchar unas cuantas veces antes de comenzar a apreciar lo bien elaborado que está y poder reconciliarme con el grupo después de meses sin escuchar nada de ellos. Hay temas de ese disco que han pasado a formar parte de mi top cien. La historia se repite con Sounds of the Universe. Es un disco potente con letras que cautivan y sonidos electrizantes, pero que hasta el momento no ha conseguido engancharme completamente. Es muy posible que esté envejeciendo y que mis oídos prefieran escuchar sonidos más relajantes. En cualquier caso le daré un poco más de tiempo a ver si consigue enamorarme y me hace sentir como el magnífico Songs of Faith and Devotion. De momento el tema Wrong sí ha conseguido toda mi atención. Hole to Feed y Corrupt son los otros temas que impiden que crea haber malgastado el dinero. Encima me compré la versión deluxe.


A modo de recordatorio, aquí explico cómo -de forma general- califico la música en iTunes. Aún no escuchado tanto el disco como para afinar mejor los valores.

Actualización (24/8): Cuando escribí este artículo, Wrong tenía 4 estrellas. Desde hace unos días, por compulsión auditiva, le he puesto 5. No es una gran noticia para el universo, pero a mí me vale.

sábado, 22 de agosto de 2009

En un mes...

... para la Florida. A disfrutar de Micky Mouse...

Diseño de un experimento absurdo para medir el grado de incomodidad en el uso de los baños

Hace un par de semanas leí una entrada, Los baños de empresa son sistemas caóticos, del amigo Adastra, y teniendo reciente la lectura del libro 'Las trampas del deseo', se me ocurrió un experimento social. No sé si entraría dentro de la categoría de economía conductual, pero yo se los planteo igualmente y ya me cuentan su opinión al respecto.

Adastra comentaba que, pese a tener un letrero en los baños que su empresa que reza «Deja el baño como lo encuentras. Tus compañeros lo agradecerán», la gente pasaba olímpicamente y el baño acababa siempre como los zorros. Un asco, vamos. ¿Pero pasa la gente olímpicamente de esos letreros? ¿Realmente no tiene ningún efecto sobre el comportamiento de los excretores (los llamaremos de esa forma para despersonalizar el experimento :-D)? ¿Tiene algún efecto real y mensurable este tipo de mensajes? ¿O hay otros mensajes que resulten más eficaces para el fin que perseguimos? De ser así, ¿cuáles serían esos mensajes?

El experimento que se me ocurre es medir cómo influyen distintos mensajes en la gente. Si se cuenta con cinco cuartitos independientes con su respectivo retrete, se podrían poner diferentes mensajes y ver cuál es el que surte mejor efecto. Se sabe que la gente es susceptible a la forma de mensaje y a los términos en que se refiere el mismo. Así, un mensaje del tipo «De seguir con una conducta tan poco higiénica, la empresa se verá obligada a sancionar con multas al personal por mal uso de las zonas de aseo» probablemente consiga el efecto contrario (leer el capítulo cuarto del libro de Dan Ariely: «El coste de las normas sociales. Por qué nos gusta hacer cosas, pero no cuando nos pagan por ello»). Así que lo ideal serían mensajes con contenido exclusivamente de tipo moralizante. Y evitemos meter a dios en esto, aunque igual se podría probar...

Supongamos que tenemos cinco retretes, así que se podrían enviar cinco mensajes distintos. ¿Qué les parece la siguiente lista?

  1. Sin mensaje. Sería el baño del grupo de control. El que no se ve afectado por intentos de cambiar su conducta.
  2. «Deja el baño como lo encuentras. Tus compañeros lo agradecerán». Sería el mensaje que ya se utiliza en los baños de la empresa de Adastra.
  3. «¿Sabes la cantidad de infecciones que se contagian por una mala limpieza? Si nos ayudas, te ayudas». En este caso intentaríamos atacar al miedo irracional que sentimos por el dolor causado por enfermedades. Todos estamos influenciados por las imágenes que vemos en la televisión. Atacamos a la parte egoísta del individuo. A su instinto de supervivencia.
  4. «Si no ayudas a mantener limpio el baño tendremos que usar más detergente. Al año los detergentes vertidos en las alcantarillas y luego a los mares matan tantos seres vivos como la malaria y perjudican seriamente los ecosistemas marinos. Los detergentes contribuyen a la extinción acelerada de especies y a empeorar el mundo». Mensaje con el que se intenta despertar el sentimiento cooperativo y voluntario. Su amor por el medio ambiente. O por el mundo. Tanto monta, monta tanto.
  5. Por último, cambiaría el registro, y usaría un mensaje totalmente egoísta. «Actualmente la empresa tiene contratado un servicio de limpieza. Es su obligación mantener limpios los servicios. Si ves que las condiciones del baño no se adecúan a tus necesidades higiénicas, por favor, cuando acabes comunícanos que el baño necesita un repaso y nosotros exigiremos al personal de limpieza que vaya a limpiarlo inmediatamente. Ayudamos a maximizar el aprovechamiento de nuestra contrata. Nuestra responsabilidad es exigirles un mejor servicio». Intentamos despertar el sentimiento de exigencia más egoísta y de «yo no estoy aquí para limpiar los baños». La empresa, una entidad superior, les libera de la culpabilidad.

Ocasionalmente, si tenemos un sexto baño, podríamos poner otro cartel atacando el sentido del humor. Creo que la gente funciona mejor si las cosas se las dices -o exiges- con humor. Algo del estilo «Cada vez que olvidas limpiar el baño, Dios mata un gatito». Pobres gatitos. ¿No fue suficiente con decir «gobernarás sobre todas las bestias» cuando creó al hombre? Pobres gatitos.

Una vez establecidos los mensajes, ¿cómo mediríamos la eficacia de cada uno? Bueno, podríamos preguntarle a la persona experta en la materia, la que conoce los baños y los limpia, y pedirle que evalúe diariamente en qué grado de deterioro se los encuentra. Aunque subjetiva, sería una forma homogénea de evaluar cada caso. Se establecería una valoración relativa entre ellas. Es de suponer que transcurrido un tiempo, los valores se deberán estabilizar y permanecer en unos rangos homogéneos. Si queremos, además, eliminar la aleatoriedad, podríamos cambiar cada cierto tiempo los letreros de los retretes y confirmar que no hay otros factores -como que es el que se encuentra primero al entrar por la puerta, o el último, etc.- que afectan a la elección de los excretores.

Pero creo que esto sería una medida incompleta o no determinante. La estado final de limpieza es función del uso, no solo del tiempo. El uso estaría en función de la comodidad con que se encuentran los excretores con su utilización. Tal vez una medida más acertada sería el obtenido de medir el valor inverso, la incomodidad, que generan los mensajes. Como si un experimento de condicionamiento pavloviano se tratase, estoy casi seguro que la gente recordaría qué baño le ocasiona más desasosiego moral e intentaría evitarlo en la medida de su condicionamiento. Así que, a la larga, aquellos mensajes que resulten más incómodos, empujarían a la gente a evitar el uso de los retretes y, con ello acabarían en un estado más aceptable al final del día. Para evitar aleatoriedad se podría cambiar los letreros, una vez más, cada cierto tiempo.

El quid es averiguar cómo se mediría el uso del retrete. Tal vez con un mecanismo que contabilice las veces que se cierra la puerta desde dentro. O las veces que se tira de la cadena. Un contador de agua, como el que tenemos en nuestras casas, para cada retrete, podría ayudar a medir el agua consumida (la cantidad de veces que se tira de la cadena se calcularía de dividir el total de agua consumida por el volumen de la cisterna, suponiendo cisternas que solo evacuan un volumen fijo de agua). Sin embargo, el segundo método, tiene un inconveniente. Aquellos excretores que se sientan empujados a mantener más limpio el baño necesitarían, tal vez, usar más agua para llevar a cabo la limpieza. No sería un método fiable. Pese a no ser tampoco tan fiable el primero, hay gente que padece desorden obsesivo compulsivo que les hace abrir y cerrar varias veces las cerraduras, creo que medido en largos períodos de tiempo sería un mecanismo válido para evaluar la incomodidad de la gente.

Aunque, tal vez, habría otra forma de hacer esto mismo. Se podría organizar charlas informativas exponiendo la importancia de mantener limpios los baños y que la limpieza es cosa de todos. Enumerando las diferentes ventajas que se encontrarían y los inconvenientes que se evitarían. Así, tal vez, la gente empezaría a dejar de ser tan sumamente guarra en cuanto al estado del baño colectivo se refiere. En el edificio donde trabajo, los baños también acaban hechos una mierda al final del día. Y no es un eufemismo.

En fin, esta ha sido la rayada del día. Tenía un día tonto, así que espero sepan disculpar lo absurdo de la propuesta. Buen fin de semana. Yo me voy a la playa.

viernes, 21 de agosto de 2009

'Las intermitencias de la muerte'

En algún momento de nuestra existencia -o en más de uno- habremos fantaseado con la posibilidad de la vida eterna. ¿Quién, en los años pletóricos de la edad madura, temiendo su término en un plazo indefinido, le haría ascos a vivir para siempre? Pero claro, no morir y respetar las leyes naturales del envejecimiento, tiene algunos inconvenientes. En ellos ahonda Saramago en su novela 'Las intermitencias de la muerte'.

Mi experiencia leyendo a Saramago es más bien reducida. Tras leer su magnífica 'La balsa de piedra' hace años, no había vuelto a leer nada suyo. Hasta ahora. Como siempre, y rindiéndome a mi defecto de consumista incontrolado e incontrolable, cada vez que veo un estante con libros a precios económicos, me acerco a curiosear. Mi mujer, fiel conocedora de mis más profundas debilidades, suele impedirlo, pues sabe que acabo comprando alguno que luego dejaré acumulando polvo en la estantería. Como las hurracas, me atraen los colores llamativos. Eso si está conmigo.

Fue coger el libro y decidir que lo iba a comprar tan solo por el título. Me recordó todas esas veces que fantaseé con la posibilidad de que mis seres queridos viviesen eternamente. Porque no me preocupa tanto mi propio fin como el llorar el de seres queridos. ¿Qué hay más doloroso que perder a los tuyos? Así que lo puse en el cesto de la compra y al llegar a casa, justo acababa de terminar otro libro, empecé a leerlo.

Su lectura es amena. Tal como recordaba la lectura del otro libro de Saramago. Pero contra toda sugerencia de seres hermosos que perviven hasta la eternidad, el universo que plantea no es idílico, salvo más bien angustiado y caprichoso. Porque no morir no es todo lo perfecto que cabría esperar. Tampoco quiero contar más para no reventar el placer de su lectura.

En fin, un libro por el que bien vale procrastinar los deberes domésticos para otro momento y disfrutar, sobretodo en estas épocas tan calurosas, de unas buenas tardes de sofá. Mejor si están acompañadas de aire acondicionado.

jueves, 20 de agosto de 2009

'Cuervos de Tokio', documental curioso

El cuervo, de la familia de los córvidos, y pariente de la corneja, ha tomando las calles de Tokio y forma parte, de ninguna forma inadvertida, y con varias decenas de miles de sujetos en su población, del paisaje urbano de esa ciudad. De unos siete mil a mediados de la década de los 80, se habla de cuarenta o sesenta mil en el momento de rodar el documental 'Cuervos de Tokio'. En los últimos años, se capturan y sacrifican unos pocos miles cada año para intentar reducir la población de un ave ruidosa que se ha adueñado de la ciudad y molesta cada vez a más tokiotas.

Sin ser una maravilla de documental, cierto es que resulta entretenido y, en ocasiones, sorprendente. Sorprendente ver cómo los cuervos roban perchas para hacerse los nidos. Y sorprendente ver cómo este animal, que para los occidentales puede resultar un tanto antipático ya en apariencia, aprende con facilidad de otros especímenes más experimentados. Inteligentes, mucho, estos bichos.

El documental también resulta interesante para ver ese lado menos turístico de una ciudad que atrae a tanta, tantísima, gente. Con un legendario sentido práctico de la organización, no deja de sorprender cómo hay tantas calles donde se deposita la basura en las esquinas dentro de bolsas transparentes, motivo por que los cuervos se dan los festines que se dan y procrean hasta cantidades insostenibles, por falta de contenedores donde proteger y guardar mejor los restos; pese a las redes azules que reparten para proteger las montañas de basura. Pero eso no quita que uno quede fascinado con ese sentimiento enfrentado que tienen los japoneses de la capital con estos animales, a los que veneran como dioses de la naturaleza -el kami sintoísta (¿o era tengu?)- y que odian por ruidosos y por, lo que documenta algún japonés y algún extranjero que vive allí, los ataques sufridos por estos bichos con alas y de color tan funesto.

Y poco más que añadir. Un documental que, si no tienes nada mejor que hacer, podrías ver, pero que tampoco se pierde mucho por no hacerlo.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Como cerdos en un chiquero

Hace unas semanas comentaba que había descubierto un pequeño edén en el que pasar los fines de semana. Hablo de los bungalows Dunas Maspalomas. También comentaba cómo la familia puede estropear la estancia y joder lo que sería un fin de semana perfecto. Pero eso es otro tema.

Un par de fines de semanas atrás, necesitaba darme una escapada. De esas que me llevaron a descubrir los bungalows mencionados antes. En esos fines de semana aprovecho para tomar algo el Sol, la que no es precisamente mi actividad preferida, pero que hago de forma relajada y. Pero lo que hago principalmente es leer mucho y escuchar mucha música. Esas sí son las dos actividades que me dejan desconectar casi completamente. Por supuesto, siempre acompañado por mi paciente esposa, que aguanta estoicamente mi forma tan extraña -y a veces autista- de ser.

Pero los precios y el calor nos hacían dudar. Así que entre que sí, entre que no, para cuando nos decidimos ya no quedaban bungalows disponibles para el fin de semana. Sin embargo nos ofrecieron, hay que reconocer que a un precio más que aceptable, acceder a uno de los hoteles de la cadena, el Dunas Mirador Maspalomas, en régimen de todo incluido. Pronto descubriría que lo barato casi siempre sale caro.

Vista de la piscina desde el balcón de la habitación

Nada más llegar a la zona ya tuve mi primera mala impresión. Apartado en lo más alto de Sonneland, cuya primera impresión es la de encontrate en un barrio desgastado por el tiempo y erosionado por la despreocupación. Nada más bajar del coche ya sabía que iba a ser complicado caminar -otra de las actividades que me encanta hacer- por allí. Ya dentro del hotel, y tras traspasar la recepción y acceder a la zona -la única- comunitaria, me encontré inmerso en una especie de parque temático, donde el espécimen que poblaba mayoritariamente el lugar era el vulgarmente conocido como poligonero, inconfundible por su forma particular de hablar.

La habitación, pequeña y calurosa. Tan calurosa estaba que inmediatamente decidimos bajar a refrescarnos. No encontramos cuatro hamacas juntas, así que nos dividimos entre lo que pillamos libre. Cuando digo "juntas" quiero decir que no las había adyacentes, porque lo que se dice estar juntas, "pegadas", todas las hamacas de cada hilera lo estaban tanto que era absolutamente imposible meter el pie entre dos de ellas. Ya no te digo operar el respaldo para subirlo o bajarlo. Perfectamente podías hacer manitas con la persona que tenías al lado, a no más de diez centímetros de ti. Intimidad no había mucha, no.

Dentro del agua, una de las cosas que me gusta hacer, es sumergirme y bucear (o margullar, como dicen por esta tierra) aguantando la respiración. En la superficie escuchas el griterío y el ruido que producen hordas de la especie homo-no-sé-si-sapiens y, un segundo después, solo escuchas tu respiración y un sonido sordo, lejano, acolchado o amortiguado, que viene de un universo al que te sientes completa y absolutamente ajeno. Es una experiencia tan gratificante que bien vale la pena salir con los oidos llenos de agua. Pero claro, no uso gafas, y había tanta pata suelta (refiérome a la extremidad animal, que no de hembra del ánade) en la piscina, que no tenía otra alternativa que mantener abiertos -y bien abiertos- los ojos para no andar dando manotazos a algún homínido con envidia de Schwarzenegger. O tocarle accidentalmente el culo a la hipertatuada homínida con mamas hiperdesarrolladas que se gasta de novia el anterior. Mantener abiertos los ojos bajo el agua tiene un precio. Toda acción tiene una reacción y en mi caso fue un picor atroz causado por las toneladas de cloro disuelto en aquella piscina. El poco color que podías coger fuera, exponiendo tu suave y tersa piel al astro rey, te lo blanqueaba el cloro de la piscina. Dudo que ni los extremófilos sobrevivan en ese entorno. Salvo que vengan de Jinámar, claro.

Aún peor fue el estrés de las comidas y sus horarios más cercanos al extranjero que a los malos hábitos del indígena. No habías terminado de almorzar, cuando ya te encontrabas pensando en la merienda, café y tarta, pero que terminaba a las cinco y media. Y ya que habías pagado no te la ibas a perder. O la cena, que terminaba a las nueve y media y que no te podías perder porque hasta la mañana siguiente te ibas a quedar a dos velas. Y ya que la habías pagado no te la ibas a perder. Horrible. Eso sin contar el tener que pelear por una chuleta con la madre de la novia del próximo T-800, el de la envidia muscular, una momia andante y retostada, que se trajeron de Jinámar, sujetando al nieto, con cresta de gallo y de nombre Kevin Jesús. La arruga con patas me miraba desafiante. De esa manera en que sólo pueden mirar las personas que llevan anillos de oro del tamaño de un planetoide y que se decoran con ostentosas cadenas que difícilmente cargaría una persona en su sano juicio. A ver quién le niega el trofeo de carne a alguien que podría transmitirte fascitis necrotizante tan solo con echarte el aliento. En cuanto a las cadenas de oro, me resulta sorprendente que no se produzcan más hernias cervicales entre la población del polígono de Jinámar. Aunque, en realidad, las nuevas generaciones han sustituido las toneladas del preciado metal por hectáreas de tatuajes. Más barato, pesa menos, aunque no puedes cambiarlo tan a menudo.

Sobre Jinámar y su polígono tengo una teoría. Hace una década una civilización extraterrestre captó ondas televisivas con las inspiradoras palabras de Carl Sagan y se acercaron para entablar conversaciones, esperanzados por encontrar pensamiento inteligente. Conversaciones que nos hubiesen llevado a las estrellas. Con tan mala suerte que aterrizaron en Jinámar. Lo que vieron allí los hizo huir espantados y condenaron al ostracismo al planeta Tierra durante, al menos, otras cuarenta mil generaciones. Mis tataranietos no pertenecerán a la Unión de Civilizaciones Intergalácticas porque Kevin Jesús se orinó en la pierna de E.T. y le robó el CD de la nave.

Eso sí, la comida buffet no estaba nada mal, de forma general. Poca variedad, pero lo que había, era todo comestible. Y sabía a comida, no a cartón.

La habitación, mi refugio cuando me saturaba de gente y la mezcla olfativa de protector solar factor múltiple, con sudor y cloro, era demasiado calurosa y no apta para claustrofóbicos. Nuestro balcón estaba expuesto todo el día al Sol, así que la única opción para evitar el cáncer de piel era echarse en la cama a leer, y a sudar, porque un paso más y ya estabas en el pasillo. Las camas eran superanchas. Imagino que son conscientes de cuánto crece lateralmente la gente acudiendo a ese sitio. Eso sí, si ensanchan un poco más las camas, tendrían que poner el ridículo cuarto de baño en el pasillo. Así de estrechas eran las habitaciones.

Pero lo mejor -o lo peor- sucedió a primerísima hora de la mañana. De común soy una persona que se acuesta tarde y se levanta muy temprano. De forma general, aunque no como ley natural, voy con pocas horas de sueño. Así que el domingo estaba levantado a las seis y media. Salí al balcón e inspiré profundamente para exclamar, acto seguido, «¡Joder! ¡Qué peste a cloro!». Hablo de un cuarto piso. La atmósfera de todo el lugar estaba cargada de ese veneno. Pero en el balcón se estaba fresquito y apetecía sentarse allí a ver amanecer. Aunque hubiese sido más saludable hacerlo con máscara de antigas. A las ocho fui sólo a desayunar y vi que los accesos a la piscina estaban cerrados. Estaban limpiando el suelo entre las hamacas (algo difícil dado lo solidariamente juntas que estaban unas con otras) y pregunté que sobre qué hora se podía acceder. «A las nueve», me dijo la chica. «Tiempo de sobra», pensé. Me apetecía un baño temprano -bucear sin comerme piernas ni culos; o sea, con los ojos cerrados- y sentarme a leer con el primer Sol de la mañana. Es para lo que trabajo; para permitirme este tipo de lujos. Conociendo la etnia mayoritaria que componía la población del complejo, tenía la absurda creencia de que el resto de la gente andaría reponiéndose de la resaca de la noche anterior mientras yo buceaba en silencio.

Entré en el comedor cuando se encendían las luces y no tuve que pelear por el pan ni el embutido. Fue un desayuno tranquilo. No soy de los que desayunan de forma distinta por el simple hecho de estar en un hotel y encontrar una oferta ultracalórica a base de huevos revueltos y beicon tostado. Dos cafés con leche -salían buenísimos de la máquina- y dos panecillos redondos con jamón y queso después, salí de vuelta a la habitación. En la zona de la piscina me tropecé con gente, con mucha gente, esperando tras el cordel que impedía el acceso a la zona de las hamacas. ¡A las ocho y veinte de la mañana! ¡Tenía ante mí la estampa de las rebajas! Todo para colocar las toallas e irse luego a desayunar o, lo que es peor, a la playa y volver a las cinco. El espectáculo fue algo tragicómico. El balcón de la habitación daba a la piscina y vimos cómo se iba congregando más y más gente en la parrilla de salida. Yo no le daba mucha importancia, pero en cuanto abrieron disfrutamos, desde nuestra posición privilegiada, cómo las hamacas se iban cubriendo de toallas arrugadas, arrojadas por personas que iban de aquí para allá como posesos. Alucinante. En un minuto el 60% de las hamacas estaban ya ocupadas por toallas. Y en cinco ya no quedaba casi ninguna libre. Por miedo a perder mi derecho a un hueco, opté por mimetizar dicho comportamiento y bajé rápidamente para poder optar por alguna sombrilla. Todo ocurrió de forma veloz. La gente que había trabajado frenéticamente por recolectar hamacas había desaparecido casi instantáneamente. A los diez minutos del espectáculo, solo quedaba una persona en el ahora desolado paisaje. Estaba tranquilamente apoyado en su hamaca, centrado en el libro que leía y con los auriculares blancos, típicos de los productos de la manzana, en sus orejas. Solo una persona después de haber pasado una bandada de orcos que excretaban toallas. Efectivamente, era yo. Solitario mientras mi mujer, cuñada y sobrino, terminaban de desperezarse e iban a desayunar. Y no fue hasta una hora y media más tarde, que empezó a llegar gente que reclamaban sus hamacas marcadas con tejidos multicolores.

La oferta lúdica fue ridículamente escasa. O escandalosa. Algún espectáculo que provocaba más vergüenza ajena que distracción. La alternativa era darse a la bebida aguada para intentar amortiguar la sensación de estar en una granja de cerdos. En un lugar cuya única finalidad, de alguna forma extraña, era atontarnos, reducir nuestra capacidad crítica y cebarnos hasta gritar «basta», mientras nos tostaban en un vuelta y vuelta. ¿Sería todo aquello un primer ensayo previo a los peores tiempos de la crisis de obtener Soylent Green?

Para concluir, y como excusa por este post ante los profesionales que hacen posible que este sitio funcione, decir que en todo el tiempo en que estuvimos, el trato recibido fue, salvo por un camarero gilipollas que se creía gracioso, espectacularmente correcto. En ese apartado, decir que hay hoteles de más categoría que ofrecen peor trato.

Dudo que vuelva. Dudo que repita en un sitio donde su mayor virtud es ofrecer la posibilidad de, lanzando una bomba de forma estratégica, acabar con la mitad de la población poligonera provocando muy pocos daños colaterales. Aunque la culpa al final es nuestra. ¿Qué se puede esperar de un sitio con ofertas tan económicas en pleno agosto? Lo barato suele salir caro.

Nota: Quiero hacer notar que en todo este artículo he despotricado sobre, y maltratado verbalmente a, los pobladores de una de las zonas de la ciudad de Las Palmas y de la isla de Gran Canaria. He de decir que es cierto que los mismos tienen fama -en general ganada a pulso- de ser como son. Pero igualmente es cierto que no todos son como se cree que son y que, como en todos sitios, hay de todo. Bueno y malo. Así que espero sepan disculpar y tomarse con humor este artículo. A vivir, que son dos días.

Comedias bárbaras...

Uno no deja de encontrar curiosidades cuando visita foros de degradación moral.



Ciertamente la película tenía sus momentos.

martes, 18 de agosto de 2009

Tesoros perdidos reencontrados (XXII): Diseño de hojas de filatelia

Me parece una eternidad lo que ha pasado desde la última vez que retomé la colección filatélica. Hace unas semanas comentaba que echaba de menos los sellos. Aunque realmente creo que lo que me pasaba es que andaba buscando algo que llenase mi existencia, algo con lo que evadirme del tedio, cuando las mil y una alternativas que tengo, no me funcionan. Para eso y para que mi mujer siga diciendo que me dedico a despilfarrar el dinero en mis chorradas.

En cualquier caso, aprovechando aquel post, hoy publico algunos diseños de hojas filatélicas que realicé en aquella ocasión. La última vez que retomé lo de coleccionar sellos creo que fue en pleno auge de la banda ancha y, por aquel entonces, en los foros y sitios que reunían a la gente con conocimientos en la materia, comenzó a verse un movimiento de personas, con la suficiente habilidad en los programas, que, huyendo de los precios abusivos de las hojas comerciales, se montaban sus propios diseños. Los que llegué a ver en aquellos momentos eran una copia, más o menos aceptable, de la versión comercial de las hojas filatélicas: blancas con la imagen del sello en el centro o espaciando los distintos sellos de una misma serie. Pero en general muy sosas. Así que me animé a hacer mis propios diseños.



Entusiasmado con los resultados me animé a meterme en la variante de coleccionismo del bloque de cuatro. Me acercaba a la filatelia e intentaba hacerme con la esquina de una hoja, pidiendo cuatro de los sellos juntos y, a poder ser, el número de referencia de la hoja en cuestión. No siempre hubo suerte. Por otro lado, aquello quintuplicaba el gasto necesario por cada año. Imaginen que en 2000 un año completo venía costando unos 100 €. Tener los sellos por separado y en bloque de cuatro suponía emplear 500 € para un año. Una fortuna. Por eso desistí al poco. En aquel entonces me había tomado media excedencia de la empresa para terminar las asignaturas que me quedaban pendientes de la licenciatura. Mi sueldo era acorde al tiempo que trabajaba. Y trabajaba unas 16 horas a la semana. Entonces aún no había euros, pero mi sueldo por 40 horas semanales no llegaba al de un mileurista de ahora. Hagan cálculos. Como para tirarlo en sellos.



Para los textos acudí a la página de Correos, donde te cuentan, con mucho lujo de detalles, toda la historia de cada uno de los sellos que emiten en el año. Para mi gusto recargaba mucho, pero creí necesario que apareciera ese texto.



Sobra decir que todo esto lo hice usando Corel Draw, del que en más de una ocasión me he confesado ser un afortunado usuario ilícito. Bueno, ilícito hasta que me regalaron con el ordenador del trabajo una versión lite gratis. Ahora soy un usuario lícito. Aunque solo en horas laborales.

lunes, 17 de agosto de 2009

PPL, Lasik y aburrimiento...

Llevo unos días dándole vueltas a sacarme la licencia de piloto privado, pero aún no me ha quedado claro el límite de miopía que exigen. ¿Son 5? ¿6? ¿Cuántas dioptrías? Lo que sí parece claro es que admiten a los operados con el método Lasik para corregir la miopía hasta valores aceptables...

Segunda comparativa de objetivos: comparando nuestros 18-200 VR

Hace una eternidad que Luis y yo nos lanzamos a hacer una nueva comparativa, un poco más controlada, de los objetivos que teníamos. De eso hace ya casi tres meses y la introducción la hice aquí. En principio yo mantenía que mi 18-200 VR era una castaña, lo que vino experimentalmente corroborado por los resultados de la primera prueba que tuve oportunidad de hacer. Sin embargo Luis mantiene que está muy contento con los resultados que le da su unidad, por lo que quedaba la posibilidad de que nuestros respectivos objetivos 18-200 de Nikkor tuviesen calidades de construcción distintas y se obtuviesen resultados ópticos diferentes. Así que nos juntamos e hicimos chorrocientas fotografías. Y hasta ahora no había tenido tiempo de sentarme a revisar los resultados. Y tampoco es que ahora le haya dedicado mucho...

Para las longitudes focales menores a 70 mm se utilizó un exterior:



Para comparar los resultados de ambas tomas he cogido tres recortes de ancho 400 (para que se acomoden al ancho de esta bitácora). A continuación las coloco. Primero la versión de Luis y, justo a continuación, la tomada con mi objetivo.










Ambas imágenes están sacadas con la D200 y los objetivos en su focal de 18 mm, con una apertura de diafragma de f/5,6. Quitando el hecho de que, al estar en modo exposición automática -prioridad al diafragma-, la imagen de Luis quedó un pelín más oscura (¿midió peor?), yo no veo una gran diferencia entre ellas. En todo caso las tomadas con mi unidad parecen un poco más nítidas que las de Luis. Tal vez alguna variación en el enfoque.

Para las longitudes de focal superiores a 70 mm optamos por exposiciones en interior con flash. Lo que nos pasó con los flashes demostró nuestro absoluto desconocimiento en la materia, así que optamos por un flash sobre la cámara y ver qué se podía aprovechar. El bodegón que elegimos/compusimos fue el siguiente:



En este caso los recortes son de imágenes tomadas con la D70s de Luis. Como antes, para cada recorte, primero el recorte tomado de la imagen obtenida usando el 18-200 de Luis seguido del obtenido con el mío para la misma zona de la imagen.










Hay que tener en cuenta, también, que en este caso hubo una pequeña desviación entre las focales, ya que en una el zoom, la tomada con mi unidad, se avanzó un par de milímetros más. Pero aún teniendo en cuenta este factor, no se aprecia una gran diferencia entre las imágenes. ¿O sí?

Tras revisar el resto de imágenes -proceso algo tedioso y desesperante, por lo que lo hice muy por encima- captadas por ambas lentes, no percibo que haya una diferencia importante entre los dos objetivos. Creo que cualquier diferencia se deberá más al filtro con el que cada uno protege su objetivo, de marcas distintas, que a diferencias en la construcción y materiales utilizados en el interior de las lentes.

Quien quiera podrá revisar las imágenes en la galería privada de Flickr. Igual alguno es capaz de detectar diferencias significativas que a mí se me pasan. Pero... ¿qué nos deparará la comparación con el resto de objetivos?

domingo, 16 de agosto de 2009

Un año de domingos, el día para el jugador casual

Concluye con la entrada de hoy, estos agotadores resúmenes a todas las entradas que he publicado en el último año, su primer aniversario, en la bitácora.

Lo primero que apareció en un domingo fue Tesoros perdidos reencontrados (III): "Mi amigo Rogelio", quizá el único relato que tuvo más aceptación cuando lo dejé leer por ahí. Como pasó con el resto de los días de la semana, al principio no tenía muy claro a qué estaría dedicado el día en que descansó el dios de los cristianos. De hecho, tampoco tuve muy claro durante los primeros días que iba a emplear cada día a un tema distinto. Dudas que perduran. Pero, tal vez por casualidad, a partir del segundo domingo de agosto parece que la cosa derivó en mi lado más jugón. Como jugador me considero de los casuales, de aquellos que pueden pasar largas temporadas sin tocar un mando (aunque luego me pego un fin de semana sin salir de casa machacando a todo bicho viviente). Así, tras la primera entrada de tesoros perdidos, vino Tocar las bolas, o cómo desconectar echando unas partiditas a juegos de usar y tirar, en el que presentaba un par de juegos de esos que enganchan pero que no son, precisamente, para darle mucho a la cabeza. Le siguió Pasar el rato a viejos juegos de PC. Gracias al DOSBox podemos rescatar juegos como el fantástico Doom o el maravilloso Another World. Después retrocedí aún más en el tiempo, hasta el Spectrum, en Viejos tiempos para el jugador casual, comentando la posibilidad de jugar a aquellos maravillosos juegos usando alguno de los emuladores de los que disponemos hoy en día. ¡Qué tiempos los del Spectrum! Acababa agosto y relacionado con el mundo de los videojuegos, en particular el de las consolas de última generación, realizaba una reflexión sobre cómo la gente empobrece la experiencia de disfrutar de una película con tal de verla lo antes posible. Esto era en Blu-Ray, PlayStation 3 y la terrible estupidez humana por querer ser el primero. Sé que hay gente para todo, pero que aún los haya que, por no gastarse el dinero en el cine, no sea capaz de esperar a que la saquen en el videoclub -y por tanto ripeada a calidades excelentes por las mafias del P2P-, y acepten el ver una grabación de cine con calidad pésima tanto de imagen como de sonido, no deja de sorprenderme. ¿No es estúpido mostrar ese comportamiento? De incurrir en él, lo ocultaría a mis amigos.

En septiembre la cosa empezó bastante bien. En la primera mitad publiqué dos artículos relativos al vicio de jugar: La PS3 para el jugador casual y Más de los 8 bits para el jugador casual. En el primero doy gracias al deseo de vender de las productoras de juegos que permiten disfrutar de demos jugables que, al menos, garantizan un par de horas de entretenimiento. Suficiente para el que no busca más. ¿Qué mejor alternativa para pasar un ratito que darse al vicio del mando? En el segundo post sigo con el repaso de máquinas antiguas. En esta ocasión nada como instalarse el emulador del Commodore y jugar a juegos como el Bruce Lee o el Last Ninja. Quien no llegó a apreciar la magnífica banda sonora de Last Ninja no sabe lo que se perdió. Y, como no lo sabría apreciar, tampoco es importante.

Sin embargo, para la tercera semana de septiembre la cosa se tuerce un poco y en domingo sale un triste Un fin de semana absolutamente improductivo. Entrada en la que me dedico a lloriquear sobre lo flojeras que soy con el clima, sin perder la oportunidad de tentar a los que me quieren poco para que sigan odiándome un poquito más. A partir de ahí, septiembre acaba.

Octubre solo traerá dos artículos en domingo. Ambos relacionados con el vicio del videojuego. En el primero, Remakes para el jugador casual, comento cómo hay gente fantástica que suma a su nostalgia de aquellos juegos clásicos una gran capacidad programando ordenadores, de lo que salen verdaderas joyas actualizadas. Yo estuve enganchadísimo al Wizball durante unas semanas. En Un juego que no merece la pena: El poder de la fuerza, segunda entrada en domingo del mes, comento que no hay que dejar llevarse por las apariencias de una demo, que al final uno puede llevarse un chasco. Para PS3.

Desde mediados de octubre de 2008, hay que esperar hasta el primer día de marzo de 2009, coincidiendo en domingo, para que vuelva a aparecer algo publicado en ese día de la semana. Tal día apareció publicado 'Príncipe de Persia'. Alquilar, no comprar. La trilogía anterior, para la consola de generación también anterior, me había encantado. Qué chasco más grande me llevé con éste. Pero lo que no tuve con el 'Príncipe de Persia', lo conseguí, y de sobradamente, con una obra maestra, comentada en 'Metal Gear Solid 4'. ¡Compra! ¡Compra!. Juego sobresaliente, donde los haya, en todos sus aspectos. Me encantó la banda sonora, que aún no he conseguido por vía lícita y legal.

En abril me prodigo un poco más y habrá tres entradas publicadas en domingo. Echar unas partidas a 'The Last Guy' inaugura los domingos del mes, hablando de uno de esos juegos que, siendo de temática simple y algo trillada, pero sumando un original enfoque, resultan excepcionales para pasar un rato delante de la consola sin comerse mucho la cabeza. Seguiremos con Diez horas entretenidas con 'Ninja Blade', juego que alquilé y acabé en un fin de semana para la Xbox 360. Muy entretenido y que recomiendo alquilar. Acabará abril con Ni te molestes con 'Afro Samurai', juego que me gustó realmente poco y que he conseguido olvidar rápidamente.

En abril, comentando un juego que no me gustó nada, terminan las aportaciones hechas en domingo durante el primer año de bitácora.

Concluye aquí el repaso a los domingos. Quince artículos fueron publicados en ese día de la semana. Espero que hayan disfrutado leyéndolos como yo escribiéndolos. Acaba aquí, también, el resumen a todo lo publicado en el primer año de vida de la nueva reencarnación de mi bitácora.

Dinero, poder, posesión...

... por qué nos angustiamos por esos temas si, tal vez, mañana ya no estemos aquí para disfrutarlo?


¿No crees que es momento de empezar a disfrutar la vida de otra forma?

sábado, 15 de agosto de 2009

«Nobody Knows You When You're Down And Out»



Once I lived the life of a millionaire,
Spent all my money, I just did not care.
Took all my friends out for a good time,
Bought bootleg whisky, champagne and wine.

Then I began to fall so low,
Lost all my good friends, I did not have nowhere to go.
I get my hands on a dollar again,
I'm gonna hang on to it till that eagle grins.

'Cause no, no, nobody knows you
When you're down and out.
In your pocket, not one penny,
And as for friends, you don't have any.

When you finally get back up on your feet again,
Everybody wants to be your old long-lost friend.
Said it's mighty strange, without a doubt,
Nobody knows you when you're down and out.

When you finally get back upon your feet again,
Everybody wants to be your good old long-lost friend.
Said it's mighty strange,
Nobody knows you,
Nobody knows you,
Nobody knows you when you're down and out.

Un año de sábados, uno de los días condenados

El sábado, al igual que el domingo, y motivo por el cual el viernes también, fue uno de los días malditos en esta bitácora. En un momento determinado, casi tres meses después de empezar, se me cruzaron los cables y decidí no publicar nada ni en sábado ni en domingo. Si dios descansó un día, yo no soy menos, que soy español, y descanso dos.

Inicialmente iba a ser el continente de la serie dedicada a las tardes de sofá, pero acabó delegando en su ayer ese trabajo. Cuando empecé a publicar nuevamente cosas en ese día, se produjo una polivalencia de contenido, aunque al final he decidido dedicarla a contenidos más cercanos a mi profesión. Justo esos que no escribo porque predico con el ejemplo y los viernes predico tardes de sofá para el fin de semana.

La primera publicación en un sábado fue un análisis sobre el servicio de copia de seguridad que ofrece Mozy a un precio bastante ridículo, comparado con el de otro, en Mozy, servicio de backup en línea (versión home). En el segundo sábado de agosto, comento que Empieza el curso... de Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales en el que no tenía muchas ganas de meterme pero en el que acabé enganchado. Siempre me animo a meterme en mil cosas y luego nunca las acabo. Pasados otros siete días me ufano de que Y al final la cogieron, la fotografía de París para las guías en línea de Schmap. A final de mes ya comienzo con las tardes de sofá en los sábados y publico dos entradas al respecto, Tardes de sofá: La amenaza de Andrómeda, que más o menos se puede ver, aunque me quedo con la película original, y Tardes de sofá: No te rebajes con la serie Dresden, un paquete de serie donde los haya.

En septiembre seguiremos con las propuestas para las tardes de sofá durante los sábados. Con Tardes de sofá: Diviértete con la cándida Doctor Who, propuesta de una de las series que más me han divertido en los últimos años; con Tardes de sofá: Pásalo bien con la serie Torchwood, spin-off de la primera y que actualmente le hace sombra en calidad de contenidos; con Tardes de sofá: ¡Por favor, no veas Flash Gordon!, con actuaciones capaces de plantearte seriamente el aniquilamiento de la especie; y con la primera recomendación literaria para las tardes de sofá en Tardes de sofá: El color de la magia y La luz fantástica, concluye el mes de septiembre y su oferta de tardes de sofá.

En octubre de 2008 no cabrán más de dos artículos publicados en sábado. Con la recomendación de una buena serie en Tardes de sofá: ReGénesis, y con la recomendación de la serie de Terminator en Tardes de sofá: Terminator en pequeñas dosis, acaban las publicaciones en los sábados hasta el último sábado de marzo de este año, que es cuando comienzo a plantear los sábados como el día dedicado a temas relacionados con mi profesión. El primero fue hablando de una herramienta ETL de BI con mis Primeras experiencias con Talend Open Studio.

Abril nos regalará otra gran aportación al conocimiento de Mac para el uso profesional. Será en MacPorts y Postgresql 8.3, donde se repasará una forma interesantes -copiada del mundo Linux- para instalar programas y aplicaciones en Mac OS. En este caso particular le metemos mano a Postgresql ya que tenía en mente hacer unas pequeñas cosillas en el ámbito profesional.

Con Aprender algo nuevo cada día: Refcardz, publicado el día de mi cumpleaños, y con un tono ligeramente melancólico, se terminan las publicaciones realizadas en sábado durante el primer año de vida de la bitácora.

Concluye aquí el repaso a los sábados. En catorce sábados cayeron otras tantas publicaciones. Espero que hayan disfrutado leyéndolos como yo escribiéndolos. Hasta mañana.

¡Joder tío! ¡Cómo las gasta la Naturaleza!

Y es que no dejo de asombrarme leyendo cosas como ésta. ¿Y si esa fuese la explicación del origen de la inteligencia humana?

viernes, 14 de agosto de 2009

Me cago en el puto error bX-8lk90g

Nada, que llevo una hora intentando dejar programado un artículo para el próximo sábado (hablo de la bitácora oficial) y no hay manera de conseguirlo. Siempre el mismo error...

¿Pero qué me pasa?

Estoy valorando la posibilidad de hacer un máster EEES, el de Matemáticas Avanzandas, y el solo hecho de pensar en qué especialidad coger me está generando ansiedad. ¿Estadística e Investigación Operativa? ¿Análisis Matemático? ¿Geometría? ¿No puedo hacer los tres? ¡Es que me gustan los tres! ¡¡¡ARGHHH!!!

Un año de viernes, muestra de mi más profundo sentido del gandulismo

El viernes ha sido uno de los días más maltratados en esta bitácora. Maltratado porque nunca tuvo un tema claro que le correspondiese a él y solo a él. Tal vez por ser considerado el comienzo del fin de semana, acabó acogiendo los artículos que iban destinados a los sábado y domingos cuando decidí, casi terminando el mes de octubre, seguir con el uno al día, pero solo de lunes a viernes. Ha sido ya bastante avanzado el año bitacoril cuando acabó acogiendo las tardes de sofá de forma casi exclusiva.

Pero empecemos por el principio. El primer viernes de la renacida bitácora coincidió con el primer día de agosto del año pasado. En él publiqué Tesoros perdidos reencontrados (II), hablando del reencuentro, dieciocho años después, de unos cuantos amigos del instituto. Estuvo bien y nos hicimos la ilusión de que se repetiría. Pero nunca más llegó. Después del primero decidí que los viernes iban a estar dedicados -siempre que pudiese- a hablar de música y de software, así que en la segunda semana de agosto, y como segunda entrada de un viernes, me lancé a la piscina a criticar un disco que me pareció una estafa en Un ¿tributo? a Pink Floyd a base de piano. En Calificando la música en iTunes propongo un procedimiento para asignar estrellas a las canciones que tengo en la base de datos del reproductor que uso siguiendo unos principios más o menos objetivos. Luego le seguiría Grados de separación en un accidente aéreo, repasando en qué medida acaba afectándote el terrible accidente mortal que sufrió un avión de Spanair lleno de canarios que volvían a Gran Canaria desde Madrid. En el último viernes del mes retomo la idea de seguir con la música y comento Otros tres tributos y dos bandas sonoras. A destacar las bandas sonoras de las dos últimas películas de Batman, Batman Begins y Dark Knight. Magistrales. En cuanto a los tributos, se debería prohibir que se siga explotando de esa forma el nombre de los grupos originales.

En septiembre tanteo la opción de comentar una aplicación de Mac para el primer viernes del mes. En Una utilidad muy chula para el Mac: iStat menu, repaso una pequeña gran utilidad que me encantó nada más instalarla. Mis ojos suelen visitar mucho la barra superior para revisar los diferentes indicadores que tengo activos. Con Mis 25 más escuchadas, según el iTunes, y las gráficas de colorines, retomo el asunto de la música y del iTunes y, pecando capitalmente una vez más de orgullo, me jacto de lo fantástico que soy diseñando soluciones de análisis de datos cuando, incluso, no las tengo todas conmigo. Este post me supuso una tarjeta entre amarilla y roja, más próxima a la segunda, en la empresa y me vi forzado a reescribir la última parte para hacerla más cercana a la verdad. Al fin y al cabo este es mi universo y lo redibujo como me apetece. Con el susto aún en el cuerpo llego al siguiente viernes de septiembre Molido como un perro e indocumentado en un viernes de septiembre que se prevé gris, donde cuento lo mal que me siento después de un sesión de casi dos horas de shiatsu, de sentirme gilipollas por haber perdido el carné de identidad (aunque unas semanas más tarde apareció en el lugar más insospechado), y todo por ser el primer viernes después de acabar el horario de verano en la empresa. Aunque los viernes salgo siempre a las tres, el día anterior había salido a las seis de la tarde y fui directo al masaje. Concluyo los viernes de septiembre alabando las magistrales manos y el empeño por mejorar constantemente que tiene la masajista a la que solía ir en Quisiera ser un gran profesional.

El primer viernes de octubre hay un cambio algo brusco y me descuelgo con Crecimiento sigmoidal y mercado inmobiliario. En él intento quedar como un cerebrito, pero el trasfondo es que lo que yo puedo ver, persona de intelecto más bien medio bajo, está ahí delante para todo el mundo y me sorprende que la gente no tenga la clarividencia suficiente para ver las evidencias. Durante dos viernes consecutivos trataré el tema de lo útil y fácil que resulta emular el sistema operativo XP dentro del Leopard con WMWare. Hablo de ello en ¡Oh, no! Un Windows en mi Leopard. Ejercitando un poco los dedos con .Net y en VMWare para mí, VMWare para ti, VMWare para él... Debido a la -ilógica- decisión de no publicar nada durante el sábado y el domingo para intentar, así, mantener el uno al día el resto de la semana, los últimos viernes de octubre los dediqué al tema de tardes de sofá con dos series de televisión, John Doe y The Big Bang Theory. La segunda de ellas áltamente recomendable. Fue en Tardes de sofá: John Doe, tal vez sí, tal vez no y en Tardes de sofá: pártete la caja con la serie 'The Big Bang Theory'. Repito, la segunda es muy recomendable.

En noviembre solo caerá un viernes comentado, otra serie, en esta ocasión también muy recomendable, en Tardes de sofá: 'Farscape', una serie con la que pasar unos cuantos buenos fines de semana.

Una de las dos entradas que escribo en diciembre cae en viernes y la dedico a agradecer a Sulaco que me enviase una postal navideña y a celebrar que Comienza la Navidad marcada por el hecho de haber recibido la caja de Navidad de la empresa.

A finales de febrero vuelvo a publicar algo en viernes, dos para ser exactos, y en el primero vuelvo a pecar de orgullo. En Marchando una de onanismo egolopático absurdo vuelvo a estar encantado con lo maravilloso que soy haciendo cosas con el Corel Draw. Después de eso, en el último viernes recomiendo la primera temporada de la serie de televisión Criando Malvas en Tardes de sofá: 'Criando malvas', primera temporada, muy recomendable.

Tardes de sofá: La divertida 'Boston Legal', la única serie que recomiendo en el único viernes en que publico algo en marzo, da paso a dos artículos publicados en viernes durante abril. En Tardes de sofá: la tercera novela de Mundodisco, 'Ritos iguales' cambio las series de televisión por la literatura fantásticohumorística de Terry Pratchett como herramienta para saltarse las obligaciones domésticas. Aunque dado que leer es intelectualmente más exigente que dormitar ante la televisión, en la siguiente entrada vuelvo a las series de televisión. Aunque no se puede decir que en Tardes de sofá: 'Eli Stone', para pasar el rato, llegue a recomendar una serie que, en general, acaba decayendo en el culebrón.

La ausencia de entradas en mayo se ve compensada con cuatro en junio. Tres series y un libro. Empecé con A disfrutar con 'Roma', serie que hay que ver, magnífica recreación de los tumultuosos años de la Roma del auge de Julio César y posterior caída. Se me fastidió la excusa con 'Journeyman', serie que solo por casualidad aparece comentada justo una semana después que la de Roma pero que tiene a uno de los protagonistas de la primera como protagonista de la segunda. Eso no hace que merezca ser vista. En la tercera semana de junio me paso a la literatura con el cuarto libro de la serie Mundodisco: 'Mort', comienzo de las andaduras de La Muerte. En el último viernes del mes de junio aparece publicada la última entrada que cae en ese día del primer año de la bitácora. Hablo de 'Life', empezó bien pero acabó cansando, una serie que me enganchó al principio que acabó resultando anodina, copiando el término que utilizó Luis en su comentrio. No he llegado a terminar la segunda temporada y dudo que lo haga.

Concluye aquí el repaso a los viernes del primer año de la bitácora. Veinticindo viernes se vieron cubiertos por artículos publicados. Espero que hayan disfrutado leyéndolos como yo escribiéndolos. Hasta mañana.