Yann Arthus-Bertrand pone la dirección y una impresionante fotografía a una película terriblemente hermosa y sensible. Un canto de amor a la Tierra y una denuncia de la influencia destructiva ejercida por el ser humano sobre ella.
Nada más empezar mosquea el agradecimiento a los empleados del grupo PPR. ¿Cómo demonios empresas del tipo FNAC, YvesSaintLaurent, etc. pueden estar detrás de una película documental que quiere hacer ver lo malo que ha sido el hombre, en general, y la industria, en particular, con el planeta en el que vivimos? Reconozco que mis prejuicios ya empezaron a jugarme una mala pasada. Para colmo, aunque la voz de Juan Echanove resulta agradable y conduce estupendamente durante las dos horas de película, los primeros quince minutos resultan un tanto aburridos. Salvados únicamente por las fantásticas fotografías aéreas. Pero luego todo cambia y los siguientes cien minutos pasan como un rayo. Quedas enganchado. Petrificado. Todos los elementos, fotografía, voz y una magistral banda sonora a cargo de Armand Amar, encuentran el equilibrio justo y tú, homo sapiens, formas parte activa de esta soberbia poesía. Sin poder oponer resistencia, tus procesos mentales te hacen reconocer la sobrecogedora verdad, la hermosura de lo que queda, la tragedia de lo que se fue, del drama de la desigualdad entre hermanos, de la pérdida de ayer y de aquello que se podría perder mañana, y el inevitable advenimiento de lo peor si no cambiamos, en una toma de consciencia, inevitable e irreversible, del mundo en el que vives y del que, aunque duela reconocer, eres un auténtico ignorante.
Los datos son demoledores:
- El 20% de la población mundial consume el 80% de los recursos del planeta.
- Los gastos militares mundiales son 12 veces mayores que las ayudas a los países en vías de desarrollo.
- Cinco mil personas mueren cada día por beber agua contaminada.
- Mil millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable.
- Mil millones de personas padecen hambre.
- Más del 50% de los cereales comercializados en el mundo se destinan a la alimentación animal y a la fabricación de biocombustibles.
- El 40% de las tierras cultivables está degradado.
- Las tres cuartas partes de los recursos pesqueros están agotados, en declive o a punto de estarlo.
- Etc., etc., etc.
La Tierra es nuestra casa, nuestro hogar. La Tierra es donde estamos obligados a vivir y donde habrán de vivir los que vengan después, humanos o seres diferentes a nosotros. La Tierra es lo único que tenemos y lo que dejaremos en herencia a nuestros hijos, nietos y biznietos. Sin embargo, como niños inconscientes, malcriados y egoístas nos hemos cagado y meado debajo de las alfombras de nuestro hogar. Hemos destrozado y malgastado caprichosamente los recursos que cuatro mil millones de años de evolución han puesto ahí para nosotros. Hemos quemado la tierra y envenenado los mares y los cielos. Estamos a punto de cambiar la química de la atmósfera de un modo que nadie podría imaginar hace décadas y que pocos tienen la capacidad de suponer qué deparará. ¿Cómo será la atmósfera del siglo que viene? ¿Cuánto monóxido y dióxido de carbono, metano y otros gases venenosos habrá? ¿Serán capaces los nietos de tus nietos de hinchar sus pulmones caminando sobre la superficie de la Tierra?
Porque no se puede amar aquello que se desconoce, es importante que la gente, empezando por uno mismo, aprecie y aprenda sobre lo que tiene y lo que queda. Este tipo de documentos acerca mejor, de una forma eficaz y efectiva, ese conocimiento a todos. Pero es necesario que se haga un esfuerzo por continuarlo, por trasladarlo y transmitirlo, por hacerlo llegar a aquellos que no quieren mirar. «Es demasiado tarde para ser pesimista». Tú también puedes hacer algo: GoodPlanet Foundation. No mires para otro lado. Aunque sea por puro egoísmo, por poder disfrutar durante el viaje fugaz que es la vida de una Tierra que aún es hermosa, haz algo. No dejes que otros estropeen lo que también es tuyo y de los tuyos. «Es demasiado tarde para ser pesimista». No hagamos cierto el dicho «no se aprecia lo que se tiene hasta que lo pierdes para siempre». Quiero creer que no es así. «Es demasiado tarde para ser pesimista».
Si te gusta la fotografía aérea de Yann Arthus-Bertrand, aquí tienes una colección de wallpapers que podrás usar como fondo de escritorio. Son un placer para el sentido de la vista. ¿Por qué no decoras tu trabajo con ellos? Tal vez, aquellos que solo miran sus pies sientan curiosidad por saber qué se están perdiendo. Porque el mundo es un lugar muy grande, pero al mismo tiempo es un rincón muy pequeño. Es tu casa. Es mi casa. Nuestro rincón.
Aún estamos a tiempo.
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