jueves, 19 de agosto de 2010

'¿Tener o Ser?'

A VER SI APPLE SE VA A LA MIERDA CON LA CRISIS

Así me respondía el otro día mi mujer [su blog; muy abandonado] en una conversación por GTalk cuando le comentaba que estaba pensando en comprar un segundo monitor de 24" para el iMac, ya que últimamente he retomado la sana práctica de programar y no andar únicamente viendo porno navegando por la Web y/o leyendo blogs. Pese a que el iMac es el de 24", me resulta muy pesado andar saltando entre las diferentes ventanas que tengo abiertas durante la codificación, depuración, etcétera. No consigo tener una buena distribución de ventanas de forma que me quepa todo dentro.

Esto sucedía justo seis semanas después de comprar un iPad 3G de 32 Gb. Mi mujer no gana para disgustos conmigo.

Obviamente me lo decía de guasa, creo, porque hace tiempo que ya me ha dado como caso perdido y, también creo, no tiene esperanza alguna de que cambie a esta edad. Supongo que ha preferido tomárselo con calma y reírse, en la medida de sus posibilidades y siempre que el gasto sea, dentro de mi incapacidad para conseguirlo del todo, contenido y racional.

Y, aunque no creo que de momento lo compre, para tranquilidad de mi señora esposa y sosiego de la tesorería familiar, el simple hecho de pensar en comprarlo me recordó que hacía poco acaba de leer un libro en el que buscaba, precisamente, una forma de entender en qué medida nos condiciona ese afán consumista y ese querer tener a toda costa. Y algo que me preocupa aún más. ¿Tal vez mi identidad esté reflejada por aquello que quiero tener y poseer? ¿Seré más feliz por tener el monitor o menos si no llego a saciar mi apetito por comprarlo? ¿Soy lo que tengo? ¿O lo que tengo es una particularidad de mi forma de ser, otra expresión de mi propio yo, pero que no me condiciona? Todo demasiado complicado y profundo para un cerebro tan deteriorado como el mío.

Un enfoque útil para comprender el modo de tener, es recordar uno de los hallazgos más importantes de Freud: después de pasar por su fase infantil de mera receptividad pasiva, seguida por una etapa de receptividad y exploración agresiva, todos los niños, antes de alcanzar la madurez, pasan por una etapa que Freud denominó anal-erótica. Freud descubrió que esta etapa a menudo continúa dominando el desarrollo de una persona, y que cuando esto sucede se desarrolla el carácter anal, o sea el carácter de una persona cuyas energías vitales están dirigidas principalmente a tener, ahorrar y acumular dinero y cosas materiales, y también sentimientos, gestos, palabras y energías. Este es el carácter del avaro, que generalmente se relaciona con otros rasgos como el orden, la puntualidad, la terquedad, que se manifiesta en grado extraordinario. Un aspecto importante del concepto de Freud es la relación simbólica entre el dinero y las heces (el oro y el excremento), de la que cita muchos ejemplos. […]

Al libro de Erich Fromm [@ Wikipedia] llegué inspirado por las reflexiones con las que concluye el libro 'El vendedor de tiempo' [mi reseña]. Amén de cultivar mi mente, algo a lo que últimamente dedico intención y voto, buscaba también algún camino para contrarrestar ese Hambre, con mayúsculas, casi infinito que siempre me empuja a desear más y más cacharros, muchos de ellos completamente inútiles. Creyera tal vez que viéndome reflejado en un arquetipo de individuo que se me antoje antipático, incluso detestable, entienda que el verdadero esfuerzo ha de centrarse en ser el Ser y no el Tener; y con ello llegar a ser Mejor Persona. «Pajas mentales», sé que diría más de uno.

Aunque la historia se trataba de demostrarme que no anhelo el Tener, el instinto me empujó en el sentido de la costumbre y lo anduve buscando por varias librerías en Madrid. Todo para descubrir que estaba descatalogado completamente. Sí lo podía conseguir por la vía alternativa de los portales de venta de libros de segunda mano, como Iberlibro [Sitio Web], pero en un momento de lucidez y en un alarde de afán desintoxicador, me acerqué a la Biblioteca y lo pedí en préstamo. La Biblioteca realiza préstamos en períodos de quince días, tiempo más que suficiente para leer cualquier libro. Tuve que solicitar renovación del préstamos en dos ocasiones. De hecho me retrasé en su devolución y sufrí una penalización.

Terminar de leer '¿Tener o Ser?' me llevó poco más de seis semanas ; y hubo momentos en los que me sentí tentado de abandonar, de tirar la toalla y rendirme vilmente. De hecho tardé tanto porque abandonaba su lectura durante días. Hasta que reunía fuerzas para retomarlo. '¿Tener o Ser?' es uno de esos libros en los que descubres que, en el fondo, no eres tan listo como tú mismo te creías que eras. Y no tanto porque sea incomprensible, pues en general se puede entender, sino porque marea tanto la perdiz que llega un momento en el que ya no comprendes muy bien cuál es el hilo conductor o el razonamiento que está siguiendo para concluir, como era de esperar, que Tener es «caca, nene», mientras que Ser (y estar) es lo que debemos anhelar como individuos sobresalientes. Hace dudar de mi inteligencia porque no sé apreciar que dedique unas doscientas páginas a un mensaje que se puede concretar, perfectamente, en diez o veinte, prescindiendo de tanta referencia a segundos, terceros y cuartos y, en especial, de forma particular y reiterada, al Maestro Eckhart [@ Wikipedia]. Hubo momentos, esos en los que me pongo más cínico, en los que las referencias al mencionado maestro parecían los típicos corta y pega de un trabajo de instituto: una forma intencionada de hacer ganar volumen al trabajo.

¿Significa lo dicho en el párrafo anterior que la obra '¿Tener o Ser?' de Erich Fromm es un truño? No, nada más lejos de la realidad. De momento significa, lo más, que yo no sé apreciar el estilo recargado y barroco —al menos a mí me lo parece— con el que el autor decidió presentar sus ideas. En mi defensa diré que es un estilo narrativo al que no estoy acostumbrado, por lo que no conseguí pillarle el tempo que toda prosa lleva de forma inherente. Sin embargo sí diré que, entre párrafo y párrafo que yo rumiaba como forraje carente de nutrientes, sí aparecía un tropezón de pura genialidad. Una reflexión de esas que te dejan chocado por lo clarividente, sencillo y de afilado corte con el que te la presentan. Pero la lectura del conjunto supuso algo parecido a buscar agujas —las reflexiones interesantes— en un pajar. Y ya se sabe lo que sucede con la paja: arder, arde muy bien, pero para alimentar mínimamente hace falta muchísima cantidad.

'¿Tener o Ser?' es un libro que no voy a recomendar. Tampoco voy a desaconsejar su lectura. Creo que es un texto profundo, una reflexión importante e introspectiva que muchos necesitamos hacernos, y que a algunos les puede parecer de lectura fácil pese a que para otros, ha sido mi caso, puede suponer como tragar papas arrugás sin masticar. Aunque, resulte sencillo o no de leer, la realidad es que cuenta verdades como puños. Así que, si temes que vas a ser de los desafortunados en atragantarse con su lectura, pídele a un amigo que lo haya leído que te haga un resumen. En Internet hay varias entradas en bitácoras donde te resumen la esencia del libro, que no es otra que la comentada un par de párrafos más arriba: El camino de ser por la vía del tener no nos dará nunca la satisfacción y la plenitud, pues somos insaciables y padecemos de insatisfacción crónica. Solo en la búsqueda del propio yo, despegado de las pertenencias y de la intoxicación de las comparaciones con los ajenos, encontraremos la verdadera felicidad y plenitud. Ese es el camino del ser.

Vaya. Acabo de destripar el argumento. Y tan solo me ha costado unos pocos párrafos.

2 comentarios:

sulaco dijo...

Yo con el iPad ya voy sobrado. Quería comprarme un MacBook pero ahora siento en mis entrañas que no lo necesito, que con mi mac mini, mi iPhone y mi iPad tengo una Santísima Trinidad perfecta. Y mi iPhone 3G aguantará hasta que esos cabrones de la manzana mordida hagan un 4 blanco en condiciones, que no me veo comprando el "clase-baja" negro.

Uno+Cero dijo...

Consumismo, consumismo, consumismo ;-)

Yo estoy encantado con mi MacBook Pro. De hecho, si al final deciden instaurar el teletrabajo en la empresa como única forma de trabajo en la delegación, sospecho que haré un uso exagerado de él. Nada como poder trabajar desde cualquier rincón del mundo, incluido Holanda, para ver cuánto se necesita un portátil de buenas prestaciones :-)

En cuanto al iPhone 4, yo de momento voy sobrado con el 3Gs. Esperaré a la siguiente generación.