viernes, 26 de octubre de 2012

Una de Apple

Rebuscando entre los textos que tenía en borrador, me he tropezado con una entrada dejada a medias en la que hablaba de lo «no tan bueno» de Apple. Aunque la he reescrito casi completamente, viene bien al caso porque lo que hicieron el otro día los de Apple es para crucificarlos. Aunque por otros motivos a los que me llevaron a escribir la entrada original.

Mira que llevo tiempo arrastrando cuentas y dándole vueltas a pillar otro portátil. Todos mis equipos Apple son de hace ya unos años. El primero, el Mac Mini, lo pillé a finales de 2007 y durante un tiempo se convirtió en el centro multimedia por excelencia, ocupando un lugar privilegiado en el salón. Medio año después compramos para casa un flamante iMac de 24", contado en Mi viaje al universo Mac. No acabó ahí la decadencia, porque para mi semestre —originalmente sin fecha de retorno— en Madrid pasé por caja y me hice con un iPhone 3GS [Enviado desde mi iPhone: Continúa mi apuesta por la manzana] y, poco después, un MacBook Pro 15" (de mediados de 2009). A mitad de 2010, ya de vuelta de Madrid, engrosó la colección el iPad, el primero.

Vamos, que resumiendo y sin contar el original iPod de 30 GB que me regaló mi mujer unas Navidades antes de todo esto, cinco cacharros en las siguientes fechas:

  • Mac Mini: Noviembre 2007
  • iMac 24": Julio 2008
  • iPhone 3GS: Octubre 2009
  • MacBook Pro 15": Noviembre 2009
  • iPad: Julio 2010


O sea, el más nuevo tiene ya poco más de dos años, y se trata de un dispositivo que uso más bien poco si lo comparamos, por ejemplo, con el MacBook Pro y el iPhone, que se han convertido en el centro de mi día a día. Estos dos han cumplido ya tres años y se les nota. En algunos momentos, mucho, tal como ya indiqué en MacPorts y el suplicio de un ordenador con cuatro años. Pero aún se defienden, y aguantaré con ellos al menos otro medio año, pero ha sido muy cruel por parte de Apple. La tentación es muy fuerte, y la carne muy débil. A mi favor tengo que ando a «dos velas» casi todo el tiempo y, por mucho que quiera, de momento va a ser que no; pero esto es sufrir innecesariamente.

Aunque no todo ha sido siempre hermoso con Apple. Eso de que los sistemas operativos de Apple y sus equipos son «a prueba de bombas» se lo creen ellos y la horda de incondicionales que pecan de ceguera selectiva. En mi caso, al poco tiempo de comprar el iMac empezó a regalarme de vez en cuando con una magnífica parada en seco que me dejaba sudando. La verdad es que con Mountain Lion no he vuelto a ver el mensaje, pero con Leopard era más común de lo que hubiese querido. ¿O ha sido a partir de que le amplié la memoria que no he vuelto a ver este mensaje? Ahora que lo pienso igual ha sido eso…


One more thing…

Si bien la mayor parte del tiempo mis juguetes Apple me han dando un buen servicio y muchas satisfacciones, y reconozco en el fabricante el mérito de haber hecho un trabajo exquisito que cuida los mínimos detalles, como comprador y consumidor que ha pasado por caja con las actualizaciones de sistema operativo y suite ofimática, que en su momento compré la licencia para tres ordenadores, no siempre me he sentido satisfecho y todo lo mimado que hubiese querido. Al poco de poner en marcha su famosa App Store, y después de instalarla en mi equipo, tuvo la delicadeza de reconocer que ya tenía comprado Pages, Numbers y Keynote, para mi sorpresa, unos meses después pasó a exigirme pasar por caja. ¿En qué quedamos? ¿Tengo o no tengo licencia de esas aplicaciones, que compré con el Mac Mini primero y luego con el MacBook su actualización? Algo que me gusta de la App Store es que da igual en qué ordenador compre la aplicación. Tengo tres ordenadores y todos adscritos a mi cuenta, una vez pagada en uno, puedo instalarla en ellos cuando lo necesite. Salvo que en el caso de Pages, porque de repente decidieron que ya no tenía licencia. Me vi en Madrid con la necesidad de reinstalar el sistemas operativo y sin los discos originales de Works. Así que tuve que pasar por caja para poder tenerlo inmediatamente en el portátil y terminar un documento que tenía que terminar esa semana. Ese día me pillé un buen cabreo, pero por suerte sus precios son «asumibles» (quizá los únicos precios «asumibles» en el universo Mac) y tras rechistar unos minutos, al final opté por la vía rápida: Meter el número de la tarjeta VISA y aceptar las condiciones de la compra.


El detalle en las dos capturas es que se trata exactamente de la misma versión del programa. Y una captura está tomada en el portátil, antes de actualizar a una versión de Lion y la otra en el iMac, justo después de hacerlo. El cambio se dio, de forma silenciosa y traicionera, entre actualizaciones de mantenimiento del sistema operativo. Lógico que lo hagan taimadamente, como para darle bombo y platillo a esta pequeña putadilla. Este tipo de cosas hacen que desconfíes de las intenciones del fabricante, ¿no?

En fin, que pese a que a veces te dan algunos «sustos», y que sus ordenadores envejecen igual de mal y rápido que cualquier otro, pero sabiendo peor por ser del fabricante de la manzana y lo que ello conlleva, por mucho que quieran hacernos creer lo contrario, estoy tan enganchado al mundo Apple que todas estas novedades —y tan apetitosas— van a conseguir que durante las próximas semanas babee con cada noticia y cada experiencia de los afortunados que vayan probando los nuevos modelos. Lamentablemente, en esta mano de la partida, me quedo al margen. Esperaré a la próxima generación.

4 comentarios:

Amanda dijo...

Ay hermano a ver si me gano la primi y te hago un suculento regalo apple.
La esperanza es lo último que se pierde. Y yo soy muy optimista.
;-D

Uno+Cero dijo...

¿y a qué estás esperando para gastarte todo el sueldo en boletos de lotería?

Amanda dijo...

¿Será que no tengo sueldo?
;(

Uno+Cero dijo...

Excusas, excusas, excusas...