
Sin embargo, esa tendencia documental ha cambiado en los últimos años. Documentales más rigurosos y mejor planteados, que buscan más la comprensión que el espectáculo, demuestran que si bien es necesario «conocer para amar», es trágicamente común en el carácter humano «odiar a causa de la ignorancia o la desinformación». Los nuevos documentales que acercan estos animales a los espectadores, luchan contra los prejuicios que otros productos de la industria han inculcado durante años y años en las mentes de las personas. Un trabajo admirable y, hay que decirlo, complicado, dado todo lo que tienen en contra al defender a estos bichos. No se me ocurriría imaginar a un bañista, así con la forma de piolín, cantando «me parece haber visto un lindo pececito». Y es que, por muy racionalizado que tengamos el que los ataques de tiburón tan solo matan cinco personas al año, lo que deja a la gripe común como una verdadera pandemia segadora de vidas humanas, el ver una aleta sobresaliendo del agua haría que hasta el más entero deje un reguero de puré de caca flotando mientras nada a velocidad impensable hacia la playa.
'Tiburón - En las garras del hombre', producción canadiense de nombre original 'Sharkwater', se suma a ese intento por conseguir que la gente se preocupe por lo que estamos haciendo a estas criaturas que llevan muchos miles de años más sobre la faz de la Tierra -o, mejor dicho, surcando sus océanos- que el homo sapiens. Es una película que apunta el gran problema que nos encontraríamos si seguimos eliminando, sin control, éste gran depredador cuya función es, precisamente, ejercer un control sobre las poblaciones de otras especies en los océanos. Digo «apunta» porque en realidad no consigue explicar en detalle los motivos de ello, pero lo que se dibuja no plantea un futuro halagüeño de seguir así. Y si bien no consigue documentar exhaustivamente nuestra dependencia de los voraces peces, sí es cierto que las imágenes de las atrocidades que hacemos los hombres con estos animales no dejan -o no deberían dejar- impasible a nadie que las viese. Imágenes terribles de lo que se llega a hacer, del dolor que se llega a causar, por unas míseras monedas. Un nuevo capítulo de la reiterada historia de la humanidad. La sopa de aleta de tiburón, desgraciadamente, mueve mucho dinero y hay mafias en torno a ella. Al menos eso es lo que plantean en las experiencias que vive y documenta el protagonista, también escritor y director, Rob Stewart (no, no es el cantante, de nombre Rod), en esta su película.
'Sharkwater', prefiero su nombre en inglés para referirme a ella, por brevedad, es una película muy bien hecha, con imágenes magníficas, bien montada, con un tono de narración adecuado y que consigue, al menos conmigo lo hizo, que le perdamos un poco de miedo a los tiburones, haciéndonos sentir cierto aprecio por ellos y un gran desprecio por los que, sin contemplaciones, los están aniquilando hasta el punto de estar considerados en la actualidad en peligro de extinción. Una vez más, la especie humana, demuestra lo que vale reflejándose en sus actos. Por muy aterrador que nos parezca un ser, una especie, no deberíamos permitir que se los caze y mate de este modo. Permitiéndolo no nos diferenciamos de lo que hiciera el Tercer Reich con otros pueblos.
Seamos mejores. Intentémoslo. No permitamos esta masacre y que desaparezcan los tiburones. Lo lamentaremos, si llegamos a permitirlo. Los ecosistemas marinos están entrelazados de formas que apenas comenzamos a entender. Si te preocupa un poco lo que está pasando, puedes visitar Oceana para leer sobre otras atrocidades cometidas en los océanos.
Como siempre, la película se podrá conseguir en los canales comerciales o, como es de esperar para el 99% de la población, por las vías poco éticas del P2P, sustentadas por una panda de vagos y maleantes. Pero como ya he comentado en otras ocasiones, aparca tus sentimientos de culpa, que lo importante es que aprecies este trabajo y el esfuerzo que hacen porque lleguemos a valorar y comprender la existencia de los tiburones y cómo nos afecta. Y nos afectaría su desaparición.
3 comentarios:
Pues suena interesante, voy a ver si lo consigo...
Coño, cuando quieras vamos a las canteras y haces un bautizo de submarinismo y seguro que te vuelves a reconciliar con el mundo marino.
Esteban, también te recomiendo los que comenté hace unos días. En especial 'Home'.
Luis, me parece que no. Te lo agradezco, pero sospecho que mi terror supera con creces mi capacidad racional sobre este asunto.
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