martes, 11 de octubre de 2011

'La brújula interior'

Cuando estuve en Madrid la época anterior (octubre 2009 a marzo 2010), cada vez que venía a Las Palmas, paraba en uno de esos kioskos de venta de prensa, chucherías y mil artículos más, que hay en cada uno de los aeropuertos del territorio, a veces con varias réplicas de sí mismo repartidos por las terminales. En el que se encuentra justo a la entrada a la zona correspondiente a las puertas E y F de la Terminal 2 del aeropuerto de Barajas, hay un estante en la puerta repleto de libros de esos que han venido en agrupar en la colección Empresa activa [sitio web] y que se supone que representan las ideas punteras sobre gestión empresarial de comienzos del siglo XXI, pero que en la práctica no dejan de ser libros de autoayuda disfrazados por la idea grandilocuente del «desarrollo personal para la gestión empresarial». Cada vez que cogía un vuelo para Las Palmas paraba allí y, por arte y gracia de mi ansia consumista, acababa comprando uno, dos, incluso cuatro, libros cuyos títulos me inspirasen confianza. Así tengo la estantería llena de estos libros que, de momento, y salvo porque en algunas ocasiones resultan en historias curiosas y entretenidas, carecen de una aplicación práctica que merezca la pena reseñar. Aunque eso sí, en varias ocasiones, al menos, consiguen que te pares a pensar y meditar las cosas.

Y, precisamente, dentro de ese reducido grupo de libros que te obligan a pararte a pensar las cosas cae 'La brújula interior', de Álex Rovira Celma [sitio web], autor que aparece en portada de varios de los libros de esta colección. El texto está estructurado como una serie de cartas que envía el autor, cansado de su existencia y quemado con su trabajo, a un hipotético jefe que no resulta ser otra cosa que él mismo (su yo inconsciente, supongo). El éxito del mismo se basa en que cada carta suelta una carga de profundidad que remueve los cimientos de tu consciencia y que han de suponer un revulsivo que te haga reaccionar. Al menos eso en teoría. En la práctica los primeros capítulos —o cartas— resultan de una contundencia tal que te hace boquear, pero después, a partir de la cuarta o quinta carta es una reiteración de las mismas ideas, básicamente. Aunque, sinceramente, no me parece mal que lo recalque, porque nuestros cerebros no dejan de ser en su esencia de lagarto abrigados en gelatina de mono. Y necesitamos que nos repitan una y mil veces la misma idea para que cale.

DECIR QUE NOS TENEMOS QUE GANAR LA VIDA IMPLICA PARTIR DE LA PREMISA DE QUE LA VIDA ESTÁ PERDIDA.

'La brújula interior' es un texto que recomiendo. Básicamente porque se lee casi de un tirón —precisamente gracias a lo cual llega a la categoría de recomendado, caso contrario dudo que lo hubiese incluído— y porque, al menos para muchos, parece que es necesario que nos recuerden con frecuencia algunas de las ideas sumamente importantes que acompañan a cada carta. Desde luego mal no te hará leerlo, y es posible que bastante bien consiga hacerte si te paras a reflexionar en lo que expone y en las ideas que ofrece.

No hay comentarios: