Llegué al libro de Eliyahu M. Goldratt en uno de esos días en los que me dedico a recorrer enlaces de un lado para otro a partir de una búsqueda inicial y que, en muchos casos, me lleva a destinos que no tienen nada que ver con lo que originalmente estaba buscando. Pero lo cierto es que al leer sobre la Teoría de las limitaciones o de las restricciones (TOC, del inglés) me sentí atraído por el concepto o la idea que había tras ella. Y así fue como me decidí -más bien me lancé- a comprar un libro que ya tiene algo más de dos décadas (aunque su tercera edición en español es de 2005).
El libro, escrito a modo de novela de espíritu socrático, engancha a las pocas páginas y resulta muy ameno de principio a fin. Decae un poco en los últimos capítulos, como novela digo, pero en general mantiene un ritmo adecuado en el que se va adentrando en los problemas de una fábrica que tiene los días contados por su pésima gestión, basada en principios erróneos, mantenidos por la inercia intelectual. Al responder a un pregunta (resolver un problema) aparecen otras preguntas que deben ser respondidas. Una visión del sistema como algo más que la suma de sus partes. Holístico en su pretensión, se podría decir.
Es de suponer que en el momento en que se escribió tuvo que ser rompedor con el pensamiento reinante, aunque supongo que los principios y motivos del libro ya están superados por el sentido común, el menos común de los sentidos, en los días que nos toca vivir.
Aunque el método nace pensando en la industria y, especialmente en la producción de bienes tangibles, lo cierto es que hay momentos en que no puedo evitar encontrar paralelismos con lo que ocurre en algunas empresas de software. Al menos en algunas de las que he trabajado, donde los pedidos -proyectos-, todos con retrasos importantes, son atendidos según los gritos del cliente y las imposiciones del mandamás. Y es que, como bien se señala al final del libro, TOC ha sido habilmente adaptado a diferentes sectores de bienes intangibles y servicios.
El libro concluye con una entrevista al autor y creador de la teoría, intercalando entrevistas a otras personas y la forma en que vivieron, proyectaron y concluyeron la incorporación del paradigma la mejora contínua y sus herramientas. Sin embargo el libro no detalla ni da pistas de ninguna de estas herramientas auxiliares, dando por sentado que la herramienta más importante es la propia capacidad deductiva, de lo que sí que parece andar resuelto el protagonista. Hubiese deseado un poco más información sobre la forma en que se analizan y representan los problemas (arboles de realidad actual y futura, evaporación de nubes, etc., etc.)
En Internet hay bastante información sobre TOC, pero creo que voy a tentar a la suerte y esperaré a ver si aún es posible conseguir la continuación, en la que el protagonista, Alex Rogo, se las sigue viendo con el método socrático para elaborar una serie de herramientas y mecanismos que le permitan gestionar la división. Digo lo de tentar a la suerte porque llevo varias semanas esperando respuesta. ¿Quedará aún algún ejemplar disponible en el distribuidor? Espero que sí.
En definitiva, un libro recomendable, que no hace ningún mal leer. Sobretodo si se siente cierta inquietud sobre cómo se pueden mejorar las cosas y qué límites puede haber en un sistema, aunque sea únicamente por cambiar el chip durante un rato. O, simplemente, para aquel que quiera leer una novela de ficción industrial.
2 comentarios:
Proyectos retrasados y atendidos en función de los gritos del cliente, o de lo que opine el mandamás.
No me suena, ¿donde trabajaste? ;-]]]]
Amigo Luis, si quieres te mando una carta de referencia por si quieres presentarte en esa empresa ;-)
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