Quien me conoce lo sabe -hasta el aburrimiento- y quien ha leído algo mío anteriormente ya debe estar hasta las narices de leerlo: después de la informática el hobby al que más tiempo he dedicado es la fotografía. Ambas aficiones surgieron desde edad temprana en mi vida.
Desde agosto de 2002 vengo usando exclusivamente el formato digital, cuando invertí una fortuna en la Nikon Coolpix 5700, que tan buenos momentos me dió y que, en un momento dado, me hizo detestar la fotografía (pero eso es otra historia). También he dicho hasta la saciedad que no me gusta ver las fotos en el monitor. Me cansa estar pasando de una a otra o esperando a que la presentación automática siga con la siguiente. Lo hago, porque son muchas las fotografías que tengo. Solo en Flickr ya van siete mil y no he puesto todas las que tengo en formato digital. Sin embargo prefiero verlas en papel o impresas. Así que fue todo un descubrimiento que había laboratorios que empezaban a ofrecer, como parte de su catálogo de productos y servicios digitales, un producto nuevo: el fotolibro.
Supongo que habría muchas en el momento en que empecé, pero yo encontré tan solo dos alternativas: el fotolibro de Hoffman y el de Fotoprix. Me decanté por el segundo ya que las páginas de cartón del primero no me gustaban, aunque sin poder compararlos de cerca, el de Hoffman parecía ofrecer algo más de calidad en las imágenes.
Montar los primeros fotolibros fue jodido. En la primera versión del software la única alternativa para componer las páginas era ajustar las fotos que querías usar a alguna de las plantillas que te ofrecían. No me gustaba, pero es lo que había. Echando una buena cantidad de horas, buscando las mejores fotos para cada página y que más o menos quedase bien la composición final, me hice unos cuantos libros de fotografías, hasta que sacaron la segunda versión. La segunda versión estaba muchísimo mejor en todos los aspectos. Incluyendo el impagable hecho de ofrecer libertad total a la hora de componer las páginas. En el momento de escribir esto ya van por la tercera versión, que te puedes descargar desde su página web.
En total son seis los fotolibros que he hecho hasta el momento. En la recámara tengo una lista de unos diez más que debo intentar hacer durante los próximos meses. Llevo un par de años regalando fotolibros por Navidad y, todo sea dicho, parece ser un excelente regalo, muy resultón y socorrido, para esas fechas.
Desde la segunda versión del software de Fotoprix, la edición de un libro es muy sencilla. Siempre se puede recurrir a las plantillas que te ofrece, aunque en mi caso prefiero hacer la edición directamente incluyendo las capas para imágenes y texto que necesito. De forma general tiendo a poner una imagen por página, aunque puedes hacer lo que quieras. El límite es la imaginación, o eso dicen los que la tienen. En el universo de los libros de fotografías tampoco es que haya mucho que inventar.
Obviamente la calidad o resultado final del libro dependerá en gran medida de la calidad de las imágenes empleadas, pero en general el resultado, para mis exigencias, es más que suficiente. Cierto que me encantaría calidad fotográfica perfecta unida a la sensación que te ofrecen las páginas flexibles, pero la relación calidad precio que ofrecen es más que ajustada para lo que yo uso. Cuando deseo una imagen con mayor calidad, por ejemplo con la intención de colgarla en pared, entonces recurro al revelado químico. Para enseñar a las visitas o regalar, el fotolibro está más que bien.
Otros fabricantes ofrecen diferentes tamaños, según necesidades. Hasta hace poco, sin embargo, Fotoprix ofrecía únicamente el tamaño de 21x27. Desde hace un tiempo también cuenta con otros tamaños. Además ofrecen dos calidades, una de ellas llamada 'probook', y la que yo he venido usando, la normal o 'fotolibro'. Los 'probook' (originalmente vendidos como 'superlibros') tienen un acabado brillante antihuella horrible y solo por eso los descarté. Yo prefiero el acabado mate, porque el brillo que dan, incluso en los libros normales, resulta desagradable.
Algo que tendrían que haber resuelto hace mucho tiempo es la limitación que obliga a emplear múltiplos de 16 páginas a la hora de montar el libro. En el caso de los dos tomos de Egipto me supuso un esfuerzo adicional tener que rellenar las últimas páginas para, por un lado, tener las imágenes que quería meter y, por otro, no dejar páginas en blanco. En la segunda versión del programa tampoco se podía mover una página sola, sino que la composición se basa en las dos páginas opuestas y eso es lo que se puede desplazar. Intercalar una página era una tarea jodida, que implicaba tener que andar quitando las fotos de un sitio y volviendo a insertar en otro sitio. Nada recomendable.
Otra cuestión que hay que tener en cuenta es la referente al tamaño de los ficheros que maneja el programa. Tienden a crecer a una forma, se diría, casi descontrolada. Al menos en apariencia. No es nada raro encontrarse que, cuando aún vas por la mitad del libro (para un libro de 96 páginas, por ejemplo), el archivo ya ocupa 2 Gb, lo que asusta. A veces simplemente guardando un nuevo archivo se comprime el tamaño de la bestia parda -al menos basado en mi experiencia con la segunda versión del programa-. El tamaño de los archivos se ha de vigilar no por el espacio en disco, que también, sino porque en mi caso cuando crecían demasiado me quedaba sin memoria y cascaba. Además que el proceso de envío por ADSL puede eternizarse.
En el último fotolibro que edité, antes de pasar a Mac, decidí arriesgarme a usar un tono distinto al blanco en las páginas. En particular opté por un 'gris neutro' (RGB=#808080). No me disgustó nada el resultado. ¿Qué opinas tú?
La última cuestión que deseo reseñar es que, por su fabricación y cosido, la idea de poner una fotografía a doble página no suele dar un resultado agradable. Tarde me percaté que se perdía, por la unión, parte de la imagen, jodiendo la experiencia de disfrutar de una imagen a mayor tamaño. Intenta evitarlo siempre que puedas.
Después de seis libros, ya estoy bastante familiarizado con el software, lo que me permitiría montar un libro más o menos rápido, pero al ser un programa exclusivo para Windows no puedo seguir trabajando con él a menos que me meta a instalar software para virtualización, como Parallels, VMWare o alguno de los varios libres que hay por ahí, y tener un XP donde usarlo. Esto es algo que no me apetece demasiado. Ya intenté usar el Wine y no hubo suerte. De todas formas ya he localizado alternativas que sí ofrecen versiones nativas para Mac de sus aplicaciones para creación de fotolibros. Los encontrados son Blurb y Printing-1. El primero, del que hay mucha gente que habla maravillas, tiene el inconveniente de no dejar componer las páginas libremente, como pasaba con las primeras versiones de Fotoprix, mientras que el segundo sí se parece más, aunque no he conseguido referencias en Internet de gente satisfecha. Será cuestión de probar. Ya contaré.
8 comentarios:
Yo uso las alternativas holandesas. Por aquí casi todas esas compañías se están pasando a la versión Web 2.0 con el software online, independiente de la plataforma. Lo único que necesitas es una buena conexión a internet. Les hago los álbumes a mis padres porque para mí, como el monitor no hay nada, o el plugin para firefox que convierte mi televisor en un enorme display de fotos cuando vienen visitas.
sulaco, cuestión de gustos, pero para las fotografías en vertical se desaprovecha mucho espacio de la pantalla. A mí me molan más los libros. Los puedes llevar en las visitas a los familiares y esas cosas.
En cuanto al software online... Tú lo has dicho: hace falta una buena conexión a Internet y, como habrás leído en esta misma bitácora en el pasado, no es mi caso. Para el de Lanzarote, las fotografías pesaban una media de 4 Mb. Usé unas 80 fotografías. 320 Mb lo que supone unas 3 horas solo para subir las fotos. De momento ni se me pasa por la cabeza.
He creado una cuenta en el Blurb y he hecho un álbum con las fotos de Dublín para regalárselo a mis padres. Ya te diré que tal queda. Las 80 fotos fueron unos trescientos megas. Tardó quince minutos o así en subirlas.
Está claro que en cuanto a velocidad de subida no hay color. En breve cambiamos de ubicación y tendré una velocidad de subida de (hoy hice pruebas en el edificio) 5 Mbits/s. Brutal! Desde casa seguiré teniendo la misma raquítica velocidad, claro.
En cuanto a los libros de Blurb, conozco dos personas que han solicitado. Las dos coinciden en que la calidad es bastante buena, pero que en general tienden a oscurecerse las imágenes según las ves en el monitor. Yo tengo uno montado a medias, pero el que no pueda diseñar las páginas a mi gusto me quitan las ganas de seguir.
Que borde eres con la composición. Yo hasta me aburrí de echar fotos usando cualquiera de las plantillas. Total, mi madre lo tendrá en sus manos un cuarto de hora y después acabará en una estantería negro de risa.
Un poco pijotero sí que soy con la composición, sí. También es cierto que los fotolibros los hago para mí. Tengo muchas imágenes que, cuando las voy a meter en el libro, las reencuadro, y no siempre conservan las proporciones que ofrecen las páginas, así que me gusta componer y ampliar a mi gusto.
Yo suelo revisitar los libros cada cierto tiempo.
Hoy me ha llegado el fotolibro así que en total han sido 9 días de los que 7 fue esperando para que lo imprimieran y 2 de transporte por correo USA-Holanda. La calidad está normal, similar a la de los que se venden por aquí. Si pones más de dos fotos por página quedan pequeñas y definitivamente 4 es demasiado (o no, si lo que quieres es un popurri). Las páginas con foto única, sin borde ni nada quedaron muy chulas. Le falta un poco de brillo pero eso ya lo he visto en otros fotolibros y los colores los cambian un poco.
Un compañero también lo pidió y me ha dicho, en esencia, lo mismo. En su caso dice que le oscurecieron más de lo previsto algunas fotos.
En fin, será cuestión de probar.
Gracias
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