Por suerte de las malignas mafias del P2P, cuyos hijos engendrados en esos nichos de podredumbre espiritual debieran ir directamente al infierno a pagar eternamente el pecado de sus progenitores, cayó en mis manos, vía su variante de descarga directa -lo que resulta más obsceno y pecaminoso, si cabe- una serie que, por su nombre, en principio no me atrajo demasiado. Si en los gigabytes de mis discos duros se acumulasen polvo y telarañas, la primera tanda de capítulos de la serie 'The Big Bang Theory' habrían acumulado varios dedos de materia y pulularían arañas del tamaño de los melones de la Sabrina.
En un día de absoluta levedad existencial, en el que ni los arquetipos de sistemas dinámicos sigmoidales ni los patrones de diseño software estimulaban mi hipófisis me puse a registrar en el baúl de miseria existencial en que se ha convertido mi disco duro externo buscando algo con lo que dar por culo a esa sensación de agonía intelectual que se apodera de mi psique cuando se me ocurre exponerla a la basura que proyectan las cadenas generalistas de nuestra patria. Quiso padrediosbendito que tropezara con los capítulos escondidos en un olvidado rincón de mi carpeta de descargas y que no estuviesen tan deteriorados que no pudiese verlos. Y experimenté lo que dicen que experimentas con las papas de bote mierdosas esas: Cuando haces 'pop' ya no hay stop. Que lo experimentas con esas papas y cuando te comes cuatro platos seguidos de potaje bien cargaditos de lentejas. Pero en el último caso el 'pop' es en el baño, claro.
Volvamos al tópico de hoy.
Después de unos dos primeros capítulos algo tímidos, la serie mejora considerablemente. Hay capítulos y momentos especialmente memorables y de un ingenio tan exquisito cuyo entendimiento y comprensión quedan a años luz de la capacidad congnitiva de los devoradores de programas rosa amarillistas de los sábados por la noche. Momentos simple y llanamente geniales que provocan, a poco que tengas un par de neuronas, carcajadas de puro gozo intelectual. Es una serie con la que, por el simple hecho de verla, entenderla y entretenerte, ya sabes que estás más cerca de pertenecer a la raza humana (la misma que ve 'Cosmos' cada cierto tiempo).
Los personajes de la serie, una panda de montruos de la ciencia con serios problemas de inmadurez, están perfectamente interpretados (el hindú es el que peor lo hace, una pena), y resultan completamente convincentes. El mejor de todos ellos, el que se debería llevar un premio, es el cabrón que hace de genio sociópata al que se la pela absolutamente cualquier signo de vida intelectualmente inferior (que deben ser los 6.500.000.000 habitantes restantes del Planeta). La que no es muy buena actriz y no lo hace tan bien es la rubia tonta que tiene un apellido que más bien parece el nombre de un bicho de 'Barrio Sésamo'. Se podían haber buscado otra 'buscona' con más carisma.
Acabo de terminar de disfrutar la primera temporada y ya estoy contactando con las mafias de la mezquindad del P2P para que me suministren la siguiente dosis, en forma de los primeros capítulos de la segunda temporada. Esta vez en versión original. No puedo esperar a la versión doblada. Como yonki cualquiera me he quedado con ganas de más tan pronto terminó el último capítulo de la primera temporada.
En fin, que si estás más próximo al intelecto de un simio que al de Einstein, dudo que ésta sea una serie que aprecies completamente. No estarás a la altura de las circunstancias. Ahora bien, si siempre has tenido inquietud por lo científico (y no hablo de lo que hace Iker Jiménez, que eso no es ciencia) y quieres ver a los arquetipos burlescos de esos personajillos que son los científicos, entonces es una serie que querrás ver. Y me agradecerás que te lo haya dicho. Buenísima. De verdad. Corre a hacerte con tu copia. ¡Ya!
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