Hace ya unas cuantas semanas, meses tal vez, que terminé de ver la primera temporada de 'Criando malvas'. Recuerdo perfectamente que obtuve, siempre por medios legales, el primer capítulo de la serie porque la sinopsis resultaba curiosa, pero con la firme sospecha de que no pasaría de ahí. Como en muchas otras ocasiones, me equivoqué.
El regusto que dejó tras ver el primer capítulo de la serie fue muy parecido, salvando las debidas y prudenciales distancias, claro está, al que me dejó en su momento disfrutar de la genial película 'Big Fish', del irregular Tim Burton. Película que, por cierto, si no has visto, te recomiendo que lo hagas ya, sin demora. Está en formato Blu-Ray, si quieres más información inútil.
Una serie curiosa, volviendo al tema principal, cándida por momentos, con situaciones y diálogos entretenidos, y en ocasiones brillantes, con unos personas extraños y singulares, y aderezada con momentos de buen humor negro, ese que tanto me gusta.
Si eres una persona honrada, de esas pocas que hay que tanto aprecia el gobierno y los grupos de intereses contra las descargas legales y que representan a los pobres y desvalidos autores, deberías ir a tu proveedor habitual de material original y comprarla. No te supondrá un gran desembolso. Nueve episodios que te harán pasar un muy buen rato y que merecen la pena pagar por ellos. Ahora bien, si eres, como el resto del vulgo, vulgar, de ordinario algo irrespetuoso con la propiedad de otros, y de moral un tanto distraida, tienes a tu disposición multitud de fuentes, siempre alimentadas por las malignas mafias del pé-dos-pé, desde las que podrás obtener cada uno de los episodios, aún de forma legal, claro.
¡Hala! Ya tienes otra excusa para no dar ni palo otro fin de semana más. De seguro que las cucarachas, que se alimentan de los alimentos fosilisados que quedan después de comer en el sofá, ya habrán eregido un monumento a tu persoma. Al menos habrás hecho algo bueno por algún ser vivo. Aunque ese ser vivo no sea tu pareja (si aún te aguanta después de tanto tiempo de tocarte el ombligo).
Y si después del atracón de la primera temporada, no quieres esperar a que emitan la segunda temporada doblada al español, siempre puedes recurrir a las mismas redes de proveedores inmorales para hacerte con la versión original subtitulada. Que ya va por la decena de capítulos. O más.
Actualización: Comenta el amigo Sulaco que han cancelado la segunda temporada en el capítulo 10. Pues nada. Te sigue quedando los nueve de la primera temporada y los diez, tal vez trece, de la segunda. A disfrutarla.
viernes, 27 de febrero de 2009
viernes, 20 de febrero de 2009
Marchando una de onanismo egolopático absurdo
La semana pasada, hace dos entradas por añadir algo más de información inútil, contaba, aprovechado uno de mis tesoros perdidos, que suelo usar casi a diario, por no decir todos los días, el Corel Draw, en su versión reducida que vino con el ordenador. Junto con su hermano, Corel Photo Paint, también en su versión reducida, el Corel Draw es una de las herramientas que han conseguido su lugar privilegiado en mi Quick Launch Bar. Y no son muchas, dicho sea de paso.
El párrafo anterior viene, además de porque me sale de donde también me salen los mocos, a raíz de que nos mudamos al Parque Tecnológico de Tafira y, desde Madrid, me pidieron que les remitiese un plano de cómo llegar a las nuevas oficinas. Recursos Humanos usa el plano cuando convoca a los candidatos que peor se orientan, lo que no deja de ser una estupenda idea (algo de peloteo por si me leen las chicas de erreerrehachehache no viene mal).
Mi visión práctica de la existencia de las marsopas pelágicas, que no tiene nada que ver con el tema en cuestión, pero permite que incremente a gusto la entropía del Universo con observaciones (más) absurdas (de las que hago habitualmente), me hizo acudir al Google Maps y mandarles algo como esto:
Lo sé. Un tanto cutre y confuso. Así que me pidieron, si tenía dotes para el dibujo, algo más esquemático y no tan confuso. Algo como lo que ellos tienen para la oficina de Madrid. Si era capaz, que si no, se apañaban con el mapa de Google. ¿Capaz? Sin pensarlo dos veces (otras dos, o sea cuatro, quiero decir), abrí el Corel y me puse a esquematizar nuestra ubicación en el Planeta Tierra y, de paso, demostrarles algo de mi mojo con esto del diseño, que no conocen cómo me las gasto.
En un ratito tenía preparado el plano de acceso, y algo más:
He omitido el logo de la empresa, que queda muy bien con ese diseño, por cierto, y he dejado un recuadro feo como muñón. Todo sea por no publicar sin autorización nada de la compañía que tiene a bien enriquecerme cada mes (algo que yo les agradezco empobreciéndome, más de lo que ellos me ingresan, entre dos nóminas consecutivsa). Mirándolo bien cualquiera de las empresas ubicadas en el Parque Científico y Tecnológico de Tafira puede usar el diseño.
Reconozco que no es una gran cosa, ni que es comparable con los diseños que hace mucha de la peña que usa mejor la aplicación. Hay cosas cojonudas en ese sitio. Pero estoy tan orgulloso de mi diseño que esta noche voy a dormir a pierna suelta y con una sonrisa de lado a lado. Y es que si lo comparamos con el que usan de ordinario en Madrid, que de hecho no está nada mal, esto es una jodida obra de arte.
Por cierto, y para rematar la faena, la foto que aparece en el documento también es de mi cosecha.
¿Qué más se puede pedir? Poco me queda para ser el hombre perfecto. ¡Las mujeres deberían estar haciendo cola en mi puerta!
El párrafo anterior viene, además de porque me sale de donde también me salen los mocos, a raíz de que nos mudamos al Parque Tecnológico de Tafira y, desde Madrid, me pidieron que les remitiese un plano de cómo llegar a las nuevas oficinas. Recursos Humanos usa el plano cuando convoca a los candidatos que peor se orientan, lo que no deja de ser una estupenda idea (algo de peloteo por si me leen las chicas de erreerrehachehache no viene mal).
Mi visión práctica de la existencia de las marsopas pelágicas, que no tiene nada que ver con el tema en cuestión, pero permite que incremente a gusto la entropía del Universo con observaciones (más) absurdas (de las que hago habitualmente), me hizo acudir al Google Maps y mandarles algo como esto:
Lo sé. Un tanto cutre y confuso. Así que me pidieron, si tenía dotes para el dibujo, algo más esquemático y no tan confuso. Algo como lo que ellos tienen para la oficina de Madrid. Si era capaz, que si no, se apañaban con el mapa de Google. ¿Capaz? Sin pensarlo dos veces (otras dos, o sea cuatro, quiero decir), abrí el Corel y me puse a esquematizar nuestra ubicación en el Planeta Tierra y, de paso, demostrarles algo de mi mojo con esto del diseño, que no conocen cómo me las gasto.
En un ratito tenía preparado el plano de acceso, y algo más:
He omitido el logo de la empresa, que queda muy bien con ese diseño, por cierto, y he dejado un recuadro feo como muñón. Todo sea por no publicar sin autorización nada de la compañía que tiene a bien enriquecerme cada mes (algo que yo les agradezco empobreciéndome, más de lo que ellos me ingresan, entre dos nóminas consecutivsa). Mirándolo bien cualquiera de las empresas ubicadas en el Parque Científico y Tecnológico de Tafira puede usar el diseño.
Reconozco que no es una gran cosa, ni que es comparable con los diseños que hace mucha de la peña que usa mejor la aplicación. Hay cosas cojonudas en ese sitio. Pero estoy tan orgulloso de mi diseño que esta noche voy a dormir a pierna suelta y con una sonrisa de lado a lado. Y es que si lo comparamos con el que usan de ordinario en Madrid, que de hecho no está nada mal, esto es una jodida obra de arte.
Por cierto, y para rematar la faena, la foto que aparece en el documento también es de mi cosecha.
¿Qué más se puede pedir? Poco me queda para ser el hombre perfecto. ¡Las mujeres deberían estar haciendo cola en mi puerta!
jueves, 12 de febrero de 2009
'¡Tráguese ese sapo!'
Confieso que uno de mis mayores defectos es la postergación. Retrasar las cosas porque, simplemente, no me apetece hacerlas. Principalmente las que no entran en el grupo de cosas que me guste hacer, que son muchas y variadas. Es un mal que limita mi potencial capacidad de crecimiento. Que también es mucha.
De cara a combatir activamente este defecto, hace un tiempo me propuse dedicar esfuerzo a conseguir aprender buenas técnicas para evitar la postergación. Y si bien es cierto que reconozco tener muchos defectos, siendo la postergación el que más me incordia, no menos lo es que me encanta auto formarme (y no hablo de ir al gimnasio). Soy muy bueno aprendiendo cosas de forma autónoma. Me considero buen autodidacta, vamos. Y me gusta. Por eso tengo tantos y tantos libros, esperando el momento de ser leídos.
Enfocado a conseguir mecánicas para mejorar la productividad, me hice con el libro '¡Tráguese ese sapo!', de Brian Tracy. Es un libro pequeño, escrito con lenguaje ligero, de apenas ciento y poco páginas y con un precio menor a 10 €. Lo que cuesta un whisky -malo- con coca-cola en más de un bebedero de moda.
No deja de ser un libro que te cuenta lo que ya sabes (o deberías saber), pero que no está de más leer para recordártelo, y tenerlo siempre cerca para, en esas muchas ocasiones en las que sintiéndote débil de espíritu, poder espantár al diablo de la postergación cuando te tiente susurrándote al oído un 'déjalo para otro momento, disfruta de tu ombligo otro ratito'. Veintiun mandamientos, los capítulos, cuyos títulos serán tus mantras, que deberás llevar siempre contigo. Recomendable.
Eso sí. No es un libro que te enseñe una técnica concreta para organizarte mejor. Únicamente te da pistas de lo que deberías hacer y, en algunos casos, de cómo podrías enfocarlo. Para los que busquen una guía de usuario, estilo para dummies, de cómo hacérselo consigo mismo, entonces no es el mejor libro que podrán adquirir sobre la materia. Hay otros que te ayudarán más en tu búsqueda, pequeño saltamontes.
Nada más terminar de leerlo lo he prestado, para que otros puedan disfrutar también de su lectura. Craso error. Algo me dice que no volveré a verlo. En fin. Sacrificaré un futuro güisqui y volveré a comprarlo. Lo mismo deberías hacer tú: Comprarlo. Aunque si lo tuyo es el alcohol y no estás dispuesto a postergar tus hábitos perniciosos, postergando con ello otros más salubres pero también más aburridos, siempre puedes consultar buena parte del texto aquí. En una lectura rápida parece que encontrarás lo mejor del libro. Supongo. El enlace me lo tropecé buscando alguna referencia en Google sobre el autor. No sé cuánto tiempo estará disponible. Aprovéchalo.
De cara a combatir activamente este defecto, hace un tiempo me propuse dedicar esfuerzo a conseguir aprender buenas técnicas para evitar la postergación. Y si bien es cierto que reconozco tener muchos defectos, siendo la postergación el que más me incordia, no menos lo es que me encanta auto formarme (y no hablo de ir al gimnasio). Soy muy bueno aprendiendo cosas de forma autónoma. Me considero buen autodidacta, vamos. Y me gusta. Por eso tengo tantos y tantos libros, esperando el momento de ser leídos.
Enfocado a conseguir mecánicas para mejorar la productividad, me hice con el libro '¡Tráguese ese sapo!', de Brian Tracy. Es un libro pequeño, escrito con lenguaje ligero, de apenas ciento y poco páginas y con un precio menor a 10 €. Lo que cuesta un whisky -malo- con coca-cola en más de un bebedero de moda.
No deja de ser un libro que te cuenta lo que ya sabes (o deberías saber), pero que no está de más leer para recordártelo, y tenerlo siempre cerca para, en esas muchas ocasiones en las que sintiéndote débil de espíritu, poder espantár al diablo de la postergación cuando te tiente susurrándote al oído un 'déjalo para otro momento, disfruta de tu ombligo otro ratito'. Veintiun mandamientos, los capítulos, cuyos títulos serán tus mantras, que deberás llevar siempre contigo. Recomendable.
Eso sí. No es un libro que te enseñe una técnica concreta para organizarte mejor. Únicamente te da pistas de lo que deberías hacer y, en algunos casos, de cómo podrías enfocarlo. Para los que busquen una guía de usuario, estilo para dummies, de cómo hacérselo consigo mismo, entonces no es el mejor libro que podrán adquirir sobre la materia. Hay otros que te ayudarán más en tu búsqueda, pequeño saltamontes.
Nada más terminar de leerlo lo he prestado, para que otros puedan disfrutar también de su lectura. Craso error. Algo me dice que no volveré a verlo. En fin. Sacrificaré un futuro güisqui y volveré a comprarlo. Lo mismo deberías hacer tú: Comprarlo. Aunque si lo tuyo es el alcohol y no estás dispuesto a postergar tus hábitos perniciosos, postergando con ello otros más salubres pero también más aburridos, siempre puedes consultar buena parte del texto aquí. En una lectura rápida parece que encontrarás lo mejor del libro. Supongo. El enlace me lo tropecé buscando alguna referencia en Google sobre el autor. No sé cuánto tiempo estará disponible. Aprovéchalo.
martes, 10 de febrero de 2009
Tesoros perdidos reencontrados (XVII): Logotipos y papelería bajo petición
El Corel Draw es una aplicación que me encanta. Yo no soy diseñador ni pretendo serlo. También sé que no le sacaré nunca todo el partido (no soy diseñador, repito), pero la uso casi a diario en los intercambios de correos en el trabajo. Compramos unos equipos Fujitsu Siemens y, de regalo, venía una versión reducida del Corel Draw. Suficiente para lo que uso y necesito. Aunque a veces echo de menos las transparencias, recozco. También vino el Photo Paint redux.
Soy consciente que una imagen, bien planteada, vale más que mil palabras. Así que es común que use el Corel para añadir líneas, curvas, textos, colores a capturas de ventanas de alguna aplicación o para realizar algún pequeño diagrama explicando alguna cosa. Imágenes que acompañan multitud de los correos de discusión en los que participo. Estoy tan acostumbrado que tardo muy poco en componer lo que quiero mostrar. Yo lo veo como una ventaja competitiva. Por desgracia, hay una cláusula en mi contrato que me prohibe, so pena de engrosar las ya gordas colas del paro, mostrar aquí nada que haga bajo los fluorescentes de la compañía.
Sin embargo, el último párrafo habla del presente, y esta serie trata de mis "tesoros perdidos". O sea, cosas de hace (no necesariamente) mucho tiempo y que había dado por perdidos.
Cuando empecé a aficionarme a usar el Corel para hacer pequeñas cosillas, familiares y amigos empezaron a encargarme algunos diseños de páginas para sus proyectos de empresa. Por el 97 (finales del siglo pasado), hice algunos diseños de papelería. No muchos, porque como no tengo mucha capacidad creativa, estaban todos cortados por el mismo patrón. Para no cobrar por ello tampoco se me podía exigir más, creo yo. Y hacer siempre lo mismo cansa.
Contra todo pronóstico esos diseños se usaron. Al menos el segundo, que fue para un familiar. El primero se lo propuse a un compañero en su proyecto de empresa. Empresa que al final creo que no llegó nunca a montar.
También participé en el diseño del logo, al menos del primer logo, de la empresa que fundamos unos compañeros de universidad. Nos pareció guay el "NA" con el cubo imposible, a lo Escher, a la izquierda y encargamos dos mil quinientos folios de 90 gr que nos costaron, sin contar las tropecientas mil tarjetas de visita que nos imprimimos cada uno con nuestro nombre, una pasta obscena porque eran super recargados y había que poner no-sé-cuántos-mil colores. A ver si encuentro alguno y lo paso por el escaner. Para la posteridad.
"NA" porque la empresa, una sociedad cooperativa, se llamó Nexo Atlántico. Nombre tan o más absurdo que el logo. Más para una empresa dedicada a la programación. Cosas de la ilusión de la juventud, que nubla la razón.
Además de hacer algunos logos y diseños de papelería, también perdía el tiempo haciéndome formularios de diferente tipo. Hice alguno para clientes y muchos para mí. Aún hago alguno de vez en cuando. El que pongo a continuación es uno que me preparé para apuntar los datos del proceso de revelado cuando estaba haciendo el curso de revelado en blanco y negro.
Aunque he dicho al principio que no soy diseñador, y tampoco quiero serlo, no he dicho toda la verdad. No quiero ser diseñador. Estoy convencido que no tengo talento creativo para ello. Mi talento señala otras rutas; sólo tengo que descubrirlas. Pero sí es verdad que siempre he querido saber más sobre diseño y, en particular, profundizar en el uso del Corel Draw, aplicación que tantas horas de diversión me proporcionó.
Por cierto, con InkScape también he hecho unas cuantas buenas presentaciones de ideas. Para aquellos que usen Linux o Mac, es una alternativa -gratuita- que no deberían despreciar. Yo lo usé mucho tiempo cuando no tenía la versión chiquitita del Corel. Y no descarto acabar usándolo nuevamente.
Soy consciente que una imagen, bien planteada, vale más que mil palabras. Así que es común que use el Corel para añadir líneas, curvas, textos, colores a capturas de ventanas de alguna aplicación o para realizar algún pequeño diagrama explicando alguna cosa. Imágenes que acompañan multitud de los correos de discusión en los que participo. Estoy tan acostumbrado que tardo muy poco en componer lo que quiero mostrar. Yo lo veo como una ventaja competitiva. Por desgracia, hay una cláusula en mi contrato que me prohibe, so pena de engrosar las ya gordas colas del paro, mostrar aquí nada que haga bajo los fluorescentes de la compañía.
Sin embargo, el último párrafo habla del presente, y esta serie trata de mis "tesoros perdidos". O sea, cosas de hace (no necesariamente) mucho tiempo y que había dado por perdidos.
Cuando empecé a aficionarme a usar el Corel para hacer pequeñas cosillas, familiares y amigos empezaron a encargarme algunos diseños de páginas para sus proyectos de empresa. Por el 97 (finales del siglo pasado), hice algunos diseños de papelería. No muchos, porque como no tengo mucha capacidad creativa, estaban todos cortados por el mismo patrón. Para no cobrar por ello tampoco se me podía exigir más, creo yo. Y hacer siempre lo mismo cansa.
Contra todo pronóstico esos diseños se usaron. Al menos el segundo, que fue para un familiar. El primero se lo propuse a un compañero en su proyecto de empresa. Empresa que al final creo que no llegó nunca a montar.
También participé en el diseño del logo, al menos del primer logo, de la empresa que fundamos unos compañeros de universidad. Nos pareció guay el "NA" con el cubo imposible, a lo Escher, a la izquierda y encargamos dos mil quinientos folios de 90 gr que nos costaron, sin contar las tropecientas mil tarjetas de visita que nos imprimimos cada uno con nuestro nombre, una pasta obscena porque eran super recargados y había que poner no-sé-cuántos-mil colores. A ver si encuentro alguno y lo paso por el escaner. Para la posteridad.
"NA" porque la empresa, una sociedad cooperativa, se llamó Nexo Atlántico. Nombre tan o más absurdo que el logo. Más para una empresa dedicada a la programación. Cosas de la ilusión de la juventud, que nubla la razón.
Además de hacer algunos logos y diseños de papelería, también perdía el tiempo haciéndome formularios de diferente tipo. Hice alguno para clientes y muchos para mí. Aún hago alguno de vez en cuando. El que pongo a continuación es uno que me preparé para apuntar los datos del proceso de revelado cuando estaba haciendo el curso de revelado en blanco y negro.
Aunque he dicho al principio que no soy diseñador, y tampoco quiero serlo, no he dicho toda la verdad. No quiero ser diseñador. Estoy convencido que no tengo talento creativo para ello. Mi talento señala otras rutas; sólo tengo que descubrirlas. Pero sí es verdad que siempre he querido saber más sobre diseño y, en particular, profundizar en el uso del Corel Draw, aplicación que tantas horas de diversión me proporcionó.
Por cierto, con InkScape también he hecho unas cuantas buenas presentaciones de ideas. Para aquellos que usen Linux o Mac, es una alternativa -gratuita- que no deberían despreciar. Yo lo usé mucho tiempo cuando no tenía la versión chiquitita del Corel. Y no descarto acabar usándolo nuevamente.
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