En COU había un compañero que tenía una colección increíble de libros de ciencia ficción. Sus padres tenían mucho dinero y el «niño», algo consentido, tenía una buena colección regalo de sus papis ricachones… Habla la envidia, está claro. El caso, con este compañero, que luego confió lo suficiente en mí para dejarme varios libros, es que decía, en un tono de suma pedantería, que «el mejor libro» que había leído era 'Guía del autoestopista galáctico'. Pero claro, «había que leerlo en inglés» porque «sólo se encontraba en inglés». Otra forma de demostrar que a él se le daba muy bien una lengua bárbara que a mí se me atascaba día sí, día también. No negaré que me produjo cierta satisfacción obtener una matrícula de honor en la asignatura en la que él «tan solo» obtuvo un notable —algo que en realidad es otra historia—. El último comentario no deja de ser injusto con alguien que pasado el tiempo demostró ser muy buen tipo.
El comenzar a estudiar en Informática —tras dos años de cometer el error de inscribirme en Ingeniería Industrial, lo que de por sí es también otra historia— me tropecé con otro grupo de estos aficionados a los seres de otros mundos y marcianitos varios… y a los dragones. Y ahí también tropecé con uno que afirmaba que 'Guía del autoestopista galáctico' era una gran novela del género, especialmente porque te partías de la risa con ella, y que «sólo» podías leerla en inglés. Mentira cochina, pues la primera edición en español apareció a mediados de los ochenta. Pero ese remarcar el leerla en inglés, la transformaba en algo así como una obra de culto únicamente accesible para gente lo suficientemente culta —los elegidos— capaz de dominar la lengua de Shakespeare.
El caso es que pasaron los años y, aunque nunca lo tuve muy presente, 'Guía del autopista galáctico' era uno de esos libros que quería y no podía. Básicamente porque me tragué vilmente que no lo habían traducido nunca. Entonces no había Internet para comprobarlo; hablamos de finales de los ochenta y el primer lustro de los noventa. Dando por cierta esta falacia me fui olvidando de él hasta que un día vi que anunciaban su próximo estreno en las carteleras del cine. ¡Habían hecho una película y yo no había leído el libro! Acabé viendo la película y me resultó harto entretenida, pese a que las críticas en general no fueron muy buenas. Me lo pasé estupendamente con un humor muy particular, que me recordaba a lo visto en películas de los míticos Monty Python. Pero seguía sin haber leído el libro.
—Y dando gritos —añadió el guardia.
—Y dando gritos, claro —repitió Ford, y dio unos golpecitos al brazo gelatinoso que le apretaba el cuello con simpática condescendencia—. ¡Y ni siquiera sabe por qué lo hace!
Arthur convino en que era muy triste. Lo expresó con un gestito débil, porque estaba muy asfixiado para poder hablar.
Volvieron a pasar los años y un día hice un pedido por Internet a La Casa del Libro. Solo los gastos de envío a Canarias suponían tanto como el par de libros que andaba buscando. Así que, decidido a rebajar el ratio, me gasté una pequeña fortuna comprando más libros. Navegando por las páginas para llenar la cesta con títulos que me llamaran la atención, la propia web me sugirió que dedicara tiempo al libro de Douglas Adams a un precio bastante interesante. La espinita clavada hizo el resto y no me lo pensé dos veces.
Como todos los pedidos que hago en Internet, y en especial a esta librería, los libros tardaron una eternidad en llegar a la isla. Para cuando lo hicieron ya andaba con la mente puesta en otras cosas, mi buffer estaba lleno y mis ganas de leer una novela de la que había visto la adaptación al cine no eran demasiadas. Así que esperó y esperó hasta que un día me la tropecé y decidí darle una oportunidad. De lo que no me arrepiento en lo más mínimo.
Pese a estar ya influenciado por la película —lo que hace que trabajes poco la imaginación y uses las caras que ya te han ofrecido, entre otras cosas—, el libro resulta entretenidísimo y, visto retrospectivamente, la película es una muy buena adaptación al mismo. Las situaciones que se suceden, los diálogos entre personajes y las desventuras del protagonista resultan cómicamente desternillante y no puedes evitar partirte de la risa en algunos momentos. Lo que hace que el libro valga cada uno de los pocos euros que pagué por él.
Al final no he leído la novela en inglés, pero la he leído, que en resumen es lo que importa. Ya puedo decir «yo también he leído 'Guía del autoestopista galáctico'». Recomiendo a todo el que sea aficionado al género y tenga un desarrollado sentido del humor, que no pierda la oportunidad de hacerlo. Aunque haya visto la película o en cualquier otro sitio donde comenten el libro les hayan destripado el argumento —¿por qué la peña que hace reseñas de libros tiende a contar lo que ya se puede encontrar en la Wikipedia?—. Yo, por mi parte, ya he apuntado el resto de novelas del autor en mi lista de libros a comprar.
3 comentarios:
La novelización para radio que hizo la BBC es antológica y conviene recordar que el libro no fue primero. Tuvimos la serie radiofónica y a partir de esta Douglas Adams hizo el libro y un montón de cosas más. La BBC mantiene hasta un website con un montón de información en (http://www.bbc.co.uk/cult/hitchhikers/). Suelo empaparme todos los años la versión de radio porque me encanta.
Coño, con lo que a mi me gusta la Ciencia ficción, no recuerdo haber oído hablar de esta novela, serie - radiofónica. La apuntaré en mi subconsciente para buscarla.
Sulaco, sabía que el programa de radio fue anterior. De hecho, a raíz de comprarme la novela, me enteré de muchas anécdotas. La edición que pillé es posterior a la película y al final de libro dedican unas paginas a contar la experiencia del proyecto de la misma. Es bastante interesante. Lo que no sabía es que el autor no llegó a verla estrenada.
Luis, pues como en otras ocasiones, vaya mi oferta para pasarte la novela en una de estas en que quedemos para comer chino del de verdad :-)
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