jueves, 18 de febrero de 2010

Facebook...

Empiezo a cansarme —y mucho— de Facebook.

Tengo un amigo, Sulaco, que parece detestar todo lo que rodea —y se aprovecha perniciosamente— de la filosofía de la Web 2.0. En general no estoy muy de acuerdo con él en este aspecto, aunque no le quito que tenga razón en varias cosas. Es como todo: la verdad es retorcida y resbaladiza, mostrando extraños matices según la hora que marque el reloj. En realidad su crítica no va tanto a la Web 2.0 en sí, sino a algunos engendros que ha parido esta nueva doctrina intelectual.

En realidad, lo que promulgaba en principio la Web 2.0 iba más en la idea de que la nueva Web sería más comunista, casi anarquista (bien entendido el término), y menos totalitaria o dictatorial, al ofrecer que muchos pudieran exponer sus puntos de vista en lugar de que unos pocos fueran los que promovieran —y decidieran— lo que podía aparecer. La colaboración activa frente al consumo pasivo. Grandes hitos de la Web 2.0 son las bitácoras y la Wikipedia. Sin ese cambio de paradigma, tal vez hoy no contaríamos con una de las enciclopedias libres más consultadas. O, en un tono más humorístico, de la Frikipedia y de su magistral «Hechos sobre Chuck Norris», de obligada lectura. Incluso, el hecho de que la gente pudiese comentar (y vincularse) a tus fotos en Flickr fue una idea cojonuda que nos trajo la filosofía Web 2.0. Como profesional, valoro inmensamente sitios como SourceForge, nacidos bajo similar evangelio. Todo ello es Web 2.0. Aunque supongo que nada de lo que acabo de decir en este párrafo es nuevo para nadie, pero con algo tenía que rellenar la entrada de hoy. Lo que abunda no hace daño.

Otra aparición interesante, al menos a priori, fueron las redes sociales. A mí no me disgustan los reencuentros con compañeros de estudios. El que no nos hayamos visto en cinco, diez o quince años no supone necesariamente que debamos olvidar los tiempos que pasamos juntos. Obviamente el término «amistad» y toda la carga emocional que conlleva es cosa de cada cual, pero yo, siendo más bien un poco raro en cuanto a las relaciones —no me gusta nada que me presionen a contestar o ver a gente, por ejemplo—, nunca me ha disgustado la idea de retomar y —quién sabe— reforzar y continuar relaciones que ya se habrían dado por muertas (¿aplica la ley de los diez años en este caso?). Un ejemplo es Rodolfo, con el que hablo de vez en cuando por GTalk y del que no había sabido nada desde que abandonamos el instituto (hace casi dos décadas ya de eso). La siguiente vez que nos vimos fue en el reencuentro de las Viejas Glorias del Tomás. Desde entonces solemos intercambiar bromas de forma ocasional por GTalk y Facebook.

Facebook me ha permitido, también, participar un poco más de la vida de los compañeros que he ido conociendo en estos meses que llevo en Madrid. Siendo, eso sí, muy generosos a la hora de entender el concepto «participar». No creo que vayan a nacer grandes amistades del poco tiempo que llevo aquí (y en el poco que me queda, sospecho), pero hay gente que es realmente increíble y que me ha sorprendido muchísimo. Personas a las que he llegado a apreciar y que echaré de menos cuando me vaya. Kiko, David, Rubén, Álvaro o Bea son algunos de ellos. Sé que poco a poco volveremos a ser desconocidos separados por mil ochocientos kilómetros —unos pocos menos de sólo agua—, pero Facebook mantiene la ilusión del contacto. Algo que tampoco me parece malo. Nada lo es, si sabes lo que puedes esperar de ello.

Pero toda libertad acaba ramificándose. A veces, algunas de esas ramas penetran en el puro libertinaje. Así que, lo que en principio parece un lugar donde intercambiar alguna broma con algún amigo/compañero/conocido, o de enterarte qué tal le va a Fulanito o a Menganito, por muy poco que te pueda importar lo que sea de su existencia, acaba convirtiéndose en una soberana e irritante tocada de cojones cuando lo único que ves al entrar no son más que soplapolleces del tipo la granja o la guerra de mafias. Joder, de diez anotaciones que aparecían al entrar como noticias, nueve coma nueve eran de juegos estúpidos. Y mira que es complicado que en algo que tiene una naturaleza puramente entera e indivisible -la contabilidad de las propias entradas- tenga estadísticamente decimales.


Y es que hay peña que parece no hacer otra cosa que andar fertilizando las granjas de otros o pidiendo ser fertilizados. Aunque me digan lo contrario seguiré creyendo que tiene fuertes connotaciones sexuales. Es más, un colega se pasa el día dándole fertilizante a las chatis que tiene como amigas. Vaya juego más estúpido, la verdad. En la captura anterior, real y de verdad —de la buena—, por eso de evitar el escarnio público y las posibles represalias, he querido ocultar su nombre y sustituir su cara por una más adecuada. Mira que hay que ser coco intelectual para andar todo el día perdiendo el tiempo con soberana estupidez. Pero oiga usted, cada cual es libre de matarse a pajas como mejor le plazca. Que yo, plácidamente, lo consideraré un esperpento mental o un detrito social, según me vengan en el momento el apetito. Vamos, que ya no le tengo respeto como ser humano.

Suerte que los mismos que permitieron tan perniciosa ofensa a mi sentido estético, te permiten bloquear a estos engendros mentales y/o a los subproductos de psiques enfermizas, como son estos juegos idiotizantes. Hace más llevadero el mantener la red social y quedarte con lo que puede resultar interesante. Siempre encuentra uno cosas que merecen la pena. Valga como ejemplo la página de Punset (y ahora no nos vamos a poner a discutir si eso mismo lo puedo conseguir siguiendo directamente el blog).


Sin embargo, hace poco (en realidad esta entrada lleva en borrador unas cuantas semanas), ya me tocaron muchísimo las narices. Google tiene uno de los mejores filtros anti-spam que he visto. Es que no se le escapa ni una, oye. Pero aún así tengo que revisar lo que cae en la red atrapamoscas cojoneras por si ha caído algún mensaje «not spam». Recibo una media de diez al día y, para un ganso perenne como yo, eso es una cantidad agotadora que revisar. Así que me toca mucho —muchísimo— la fibra sensible el recibir spam. Cuando recibí el primero en Facebook aluciné en colorines. «¡Pero qué mierda es esta!», exclamé absolutamente indignado. Faltaron dos impulsos neuronales más para darme de baja inmediatamente. Suerte que haciendo un estudio fugaz de costes-beneficios opté por mantenerme. Hubo un segundo y no llegó el tercero, el último que iba a tolerar haciendo honor «a la tercera, la vencida». De momento todo el que ha sido canal de spam ha sido dura y perpetuamente bloqueado. Sin piedad ni compasión. No haber sido tan gilipollas de dejarte enredar en juegos sociales. Las dos perlas de spam llegadas hasta la fecha venían de dos de los más activos zoquetes dedicados a juegos de este tipo. Para que luego digan que darles permisos a esos algoritmos malignos es seguro.

Mi relación con Facebook ha estado a punto de acabar violentamente. Por los pelos. De momento no me arrepiento de permanecer adscrito y mantener mi red social. Pero al próximo que sea fuente de una cadena de spam le quemo la casa, la peluca de la mujer y le violo al perro. Quedan avisados.

7 comentarios:

sulaco dijo...

Me reafirmo en mi legendaria aversión por el caraculolibro más propio para bosmongolos y dosputocerolos. A la hora de reencontrarte y recuperar el trato no tuve ningún problema y no necesité ninguna herramienta dosputocerolistas y lo mismo ha sucedido con cualquier otra persona de mi pasado salvo mi profesora de literatura de primero de bachillerato, de la cual conozco su DNI, sé donde trabaja y hasta he oído el nombre del sitio en donde vive pero a la que no he logrado contactar aún.

Dicho esto, lo que sí que me da denteras es lo del concepto ese de Web 2.0 del acarajotado del O'Reilly, cuando todos sabemos que todas y cada una de las aplicaciones que has nombrado son unopuntocero porque no hubo ningún gran cambio tecnológico y paradigmático que las convierta en 2.0. Estoy más con el inventor de la World Wide Web, el señor Tim Berners-Lee que dice que lo del dosputocerolismo es una chorrada gigantesca. La Web 2.0 real no parece que vaya a llegar pronto porque nos hemos quedado estancados en la tecnología que disfrutamos desde hace más de diez años.

Uno+Cero dijo...

Hombre, Sulaco, no se trata de métodos excluyentes o exclusivos. Sin tener un particular aprecio a Facebook tampoco voy a despreciarlo como canal de comunicación. Allá cada cual con lo que prefiera, eso está claro, pero Facebook es una de tantas opciones. Al que le gusta bien y al que no también. Lo que hay que tener siempre claro es lo que se puede esperar de esta o cualquier otra red social.

En cuanto a lo de ser o no 2.0 estoy convencido que no es la mejor forma de denominarlo. Ese 2.0 parece que tiene que conllevar un cambio tecnológico, lo que ya sabemos que no es así. Sin embargo sí se fue dando un cambio de paradigma. En la historia de la sociedad, se han venido dando muchos cambios que no tenían que estar acompañados necesariamente de mejoras tecnológicas. Se me ocurre el derecho al voto de la mujer. O la abolición de la esclavitud. O el derrocamiento de una monarquía para convertir una sociedad en una república. En general son cambios paradigmáticos que no tienen que ver con cambios en la tecnología. A veces esos cambios se van gestando poco a poco y parece que lo "lógico" era que acabaran así. En el caso de la Web 2.0 sí que yo recuerdo un cambio en la forma en que se veía la interacción con la red de redes. Tuvo mucho que ver, obviamente, el "abaratamiento" de las comunicaciones, pero sin cambios en las tecnologías web, empezó a darse más peso a lo que aportaba el usuario final, siendo un proveedor en lugar de un consumidor. Repito, tal vez lo del 2.0 es una estupidez -yo estoy más por creerlo así-, pero desde luego sí se produjo un cambio en la forma de percibir la "utilidad" de la red por parte de una gran mayoría.

sulaco dijo...

Según tu concepto del cambio, entonces llevamos 3 años en la web 3.0 porque ahora usamos nuestros teléfonos para navegar y realizar todo tipo de interacciones con elementos y aplicaciones en la red. Para mí es más radical ese cambio que el de las redes sociales, que no pasan de ser un bonito envoltorio para algo que antes llamábamos geocities y era una cutrada.

Uno+Cero dijo...

A ver, amigo Sulaco, puntualicemos. No creo que sea "mi" concepto del cambio. Únicamente estaba intentando —adelanto que muy mal— usar los argumentos o principios en los que se han basado para llamarlo "web 2.0". También he dicho —tal vez de forma muy velada— que me parece una estupidez más digna del mercadeo que de una evaluación seria el haber denominado ese cambio social, por llamarlo de alguna forma, como "web 2.0". Sin embargo parece haber cierto consenso sobre que, efectivamente, hubo un antes y después en cuanto a la forma en que se usaba la tecnología ya existente. Por supuesto, también habrá quien esté en contra, pero eso pasa en casi todas las disciplinas humanas. La Historia también tiene defensores y detractores de la forma en que se dividen las épocas o eras. ¿Cuándo empiezan? ¿Qué se considera que produjo el cambio? Etcétera, etcétera, etcétera. Al final la cosa es discutir, que nos encanta discutir.

Antes de seguir, aclarar que con lo de "interactuar" me expresé bastante mal. Da a entender que tiene que ver con el medio con el que acceder, que no es el caso. Obviamente, que ahora se acceda con teléfonos móviles no cambia la forma en que consumimos y generamos contenidos (a este "interactuar" es al que me refería).

Para mí sí hubo un cambio de paradigma. Creo que todos sabemos que los orígenes de la Web estaban más orientados a la enciclopedización —vaya palabro— de documentos y conocimiento. El contenido de la Wikipedia (obviando la forma en que se genera el mismo) sería un ejemplo de Web 1.0 —no he podido resistir usar el "1.0" :-)—. Contenido que apunta a contenido. Y punto. Usando un término que seguramente llevará a confusión, era muy «estática». Y con estático no me refiero a que no fuera generado dinámicamente. Lo que quiero decir es que el enfoque era minimalista. Tan solo se prestaba atención al contenido. Y unos pocos participaban en su creación y mantenimiento.

Con este esquema, era obvio que no resultaba especialmente atractivo para la mayoría de la gente. Pero sí se percibe, en un momento determinado, en que esos enlaces cambian de forma. Se "socializan", por usar un término absurdo y que, otra vez, seguro que lleva a confusión. Ya no es que una página «estática» apunte a otra página «estática». O que un sitio «estático» se relacione con otro sitio «estático». Ahora lo que tenemos es que la gente tiene perfiles en la red. Varios. Dependiendo del contenido que quiera manejar. Y ahora ya no te enganchas a sitio, te enganchas a perfiles. Podríamos decir que te vinculas a «generadores» de contenido. Ya no prima el que te enganches a una URL de un artículo. Ahora te enganchas al perfil —a la persona— que genera esos artículos. Y de ahí nace lo que yo entiendo como «red social».

Si andando por la calle uno escucha de repente «¡menudo pepino tiene ese tío!», es muy probable que el 90% de la población masculina tenga una visión de un tipo con una gran verga. Así, a lo Nacho Vidal. Con el uso y abuso del término, pepino se ha convertido en una palabra polisémica. Con algún significado sexual. A mi entender pasa lo mismo con «red social». Facebook es una particularicación del concepto. Twenti también. Son sitios que su único fin es relacionar gente. Pero para mi forma de entenderlo, también es una red social un foro de noticias especializado. O tus contactos en Flickr. O la gente que trabaja en un proyecto en SoruceForge. O, y es el caso más notorio y el que tal vez fuera el que marcó el antes y el después, el de los vínculos en los blogs. Todo el que tiene blog tiene una lista de los blogs que sigue o visita con frecuencia. Y no apunta a una página concreta. Apunta a un perfil de alguien. A un generador de contenido. Eso es una red social y es, también, el cambio de paradigma que yo he percibido.

Aunque no necesariamente nadie deba de estar de acuerdo con ello, claro.

En fin, que me he enrollado demasiado.

sulaco dijo...

je, je, je, amigo uno+cero, por supuesto que voy a disentir. En primer lugar has vuelto a confundirme (y ya sueno como un Dinio cualquiera) porque juraría que has dicho que la Wikipedia es 1.0 y en la anotación la remarcas como ejemplo de 2.0. Yo los sumo y la pongo en 3.0 ya que básicamente es un lugar en el que se manipula la información y nunca se sabe si lo que hay es verdad porque mucha gente puede cambiarlo y lo hace.

Por supuesto que no creo en el paradigma ese de la red social porque ya en 1999 creé una lista de distribución que sigue activa y que ha superado su primera década con la que he ido informando de una manera detallada de todas las aventuras que he vivido en estos diez años de liberación desde que me marché de la madre Patria. El que ahora haya otras herramientas no me parece un cambio radical y menos si se basan en la misma tecnología que había entonces (o en el mismo sustrato tecnológico).

Cuando la sociedad pasó de la luz a velas a la de gas y luego a la eléctrica, eso fueron cambios brutales. Pasar de geocities a caraculolibro no me parece un salto equivalente, es solo un cambio de herramienta porque lo que se podía contar en aquella primigenia se puede hacer igual en la nueva, quizás más fácilmente, pero ambas están hechas con la misma madera.

En realidad, yo ya estoy en la web 3.0 puesto que si hay una aplicación de mi iPhone que cada vez uso menos, esa es la del navegador. There is an App for that ... … como dice el Dios de apple. Ya no leo el periódico mirando su página, uso su aplicación para ello. Lo mismo sucede cuando quiero mirar las cotizaciones de la bolsa, consultar cosas en mi banco, ver la predicción meteorológica, leer mi google news, horarios de trenes, de cine, tráfico o el mapa de rádar de holanda para la lluvia. Uso aplicaciones para todas y cada una de ellas e imagino que hasta para el caraculolibro hay una aplicación para interactuar. Todo ese conocimiento y poder, lo llevo en el bolsillo, en un ordenador muy potente y que definitivamente, si el tuiterota lo llamamos dosputocero, entonces yo voy por el 3.0 o quizás incluso el 3.5. Y en poco más de un mes tendré un iPad y mi portátil será un trasto más en el desván porque habré superado también esa tecnología.

El twenti debe ser algo de barriada periférica o local a ESpaña porque jamás he visto o sabido de nadie que lo use. Supongo que es como el Hyves holandés, que es una especie de caraculolibro pero en el que las pibas que te quieres follar residen en el país, hablan la lengua bárbara local y como de borde a borde de este gran reino hay doscientos o trescientos kilómetros, sabes que en un par de horas puedes estar echándole la pierna encima, algo que con las herramientas para copular globales no puedes estar tan seguro ya que puede haber un océano de por medio. Y esto es sabiduría de la buena que te dirá mi amigo el Niño si lo quieres oír, las redes sociales son nada más que para mojarla, para lo demás ya tienes a tus amigos.

Uno+Cero dijo...

Lo bueno de estas cosas es que al final tampoco tenemos porqué estar de acuerdo. Si lo que importa es cómo usemos la "nube" en nuestro propio beneficio. Y ahí sí que estoy de acuerdo. Los dispositivos móviles van cambiando la forma en que usaremos la red (que será más bien a modo de almacén o, fantasía de los informáticos posmodernos, una arquitectura SOA). Eso será otra revolución. Pero sospecho que ya no será "Web", en el sentido "completo" del término. Como decía entre paréntesis, será un modelo arquitectónico más orientado al servicio o, como dicen los hombres de negocio, al B2C.

Aclarar, sin embargo, lo del caso de la Wikipedia. Verás que aclaraba «atendiendo solo al contenido». Vamos, excluyéndole cualquier otra cualidad de comunidad. Cuando accedes a una página de la Wikipedia accedes a... una página de la Wikipedia, sin más "contenido social" del que podría tener consultar los horarios de RENFE. Y cuando una página de la Wikipedia apunta a otra página de la Wikipedia... lo mismo. Su generación es anónima en el sentido de que no importa quién esté detrás. No es lo mismo que cuando accedo a uno de los artículos en tu blog, o cuando lo referencio desde uno de los míos, pues entonces estoy cargando de "sociabilidad" el enlace. No es solo al artículo, es también a la persona que lo ha escrito. Por otro lado, por supuesto que creo que Wikipedia es una aplicación 2.0 (al menos en el sentido comunitario) porque el esfuerzo de mantenerlo es de mucha gente anónima. Pero entre ellos conforman una red social con un objetivo concreto: mantener la Wikipedia.

Por cierto, y ya para cambiar de tema, porque está claro que no nos pondremos nunca de acuerdo, sabes que llevo tiempo pensando en pillarme un e-reader. Tengo una colección casi infinita de libros técnicos (y no técnicos). El caso es que visto que los precios de los ereaders cutres son una barbaridad -supongo que acabarán acusando la aparición del cacharrito de Apple y bajarán-, le he estado dando vueltas a pillarme un iPad. El iLiad, supuestamente el 5J de los e-readers, cuesta tanto o más que un iPad y es, comparativamente, una castaña. Lo que me tira para atrás es que los dispositivos retroilluminados no se pueden usar en la calle a pleno día (bueno sí, so pena de quedarte sin batería). Pues hace unos días un amigo me habló del Adam Tablet (http://www.notionink.in/index.php). Échale un vistazo porque creo que merece mucho la pena tenerlo presente antes de comprarte el iPad. Yo, al menos, lo estoy valorando.

sulaco dijo...

Yo no me veo leyendo libros en la calle y con lo que llueve en Holanda, no me veo siquiera en la calle con el iPad.

La otra razón para ir a por el iPad es que todo aquello que he comprado para el iPhone me servirá allí, mi Itunes ya tiene toda mi vida digital organizada y añadirá el nuevo dispositivo en lo que tarde en sincronizarse con mi Mac mini, corre el mismo OS del iPhone y que coño, mis cubos de basura tienen pegatinas de la manzana mordida y no pienso traicionar a San Steve por un dispositivo que corre el cutre-Droid ese.

Y no, no necesito USB, lectores de tarjetas o similares.