'Cadena crítica' superó, una vez más, las expectativas que tenía sobre él. No posee una prosa alucinante —en general ningún libro que caiga dentro de la categoría 'novela empresarial' la tiene—, y la traducción resulta en ocasiones sospechosamente incorrecta, pero consigue enseñar, que es algo que valoro mucho. Las tres o cuatro ideas sobre las que planea el argumento son —al menos para mí— claramente resueltas al final. Es, por tanto, un libro del que se puede aprender. Y de forma muy amena. Ambas conforman una combinación que agradezco. No hay nada peor que un libro tostón que tenga mucho que enseñar pero que, por intragable, insufrible, inescrutable e ininteligible tengas que dejarlo de lado. Ni con 'Cadena crítica', ni con los anteriores —salvando la excepción del pajar— me sucedió. Más bien todo lo contrario. Me los tragué de cabo a rabo —por muy mal que suene ello— porque instruyen y entretienen.
En esta ocasión Goldratt intenta aplicar el método TOC —sus principios al menos— a la planificación, gestión y control de cualquier proyecto, incluyendo los de desarrollo de software; los que me interesan. Tras leerlo, aunque mucho se ha avanzado en metodologías de desarrollo, en especial las ágiles, desde su concepción y publicación, considero que es un libro que aporta y que no debería ser desdeñado por ninguna persona que opte por dedicarse a gestionar proyectos (aunque haya sacado ya el PMP). Lo de cadena crítica viene a complementar el concepto que se tiene de camino o ruta crítica, y no está de más tenerlo presente cuando se debe colaborar con personas siempre atento al tiempo de que se dispone.
-Cerca del doscientos por ciento -admite.
-Fíjate en el gráfico -le pido-. ¿Te das cuenta de que el tiempo estimado que nos da un cincuenta por ciento de probabilidad es mucho más corto que el tiempo estimado que nos da un ochenta por ciento de probabilidad de terminar la etapa antes del tiempo estimado? Y no olvides que cuanto mayor sea la incertidumbre, mayor es la diferencia.
La pega, si se le puede reprochar algo, está en que no va directo al grano. Con su método de enseñanza basado en el discurso, tan mayéutico, a veces hace que uno se pierda y, en ocasiones, tenga que releer para entender por dónde nos quiere llevar el autor. Para descubrir qué nos quiere hacer ver o aprender. Algo que no es, empero, insalvable para nadie con dos dedos de frente, sospecho. Sin embargo, ya puestos a reprochar, comentar que para mi gusto, al autor le gusta darle una excesiva cubierta de cuento dramático, heroico al tiempo, donde todo parece estar en contra de nuestros protagonistas que, haciendo uso de su capacidad intelectual como principal herramienta, acaban abriéndose camino ante la adversidad y doblegando aquellos contratiempos que, crecidos como dragones, terminan siendo ventajas frente a los competidores, que aún no han llegado a conocer lo magnánimo del método. Un poco peliculero, vamos. Lo que no quita, repito —y ofrezco a modo de restauración del autor—, que sea un libro totalmente positivo y de lectura oportuna si, es mi caso, te preocupan los enfoques alternativos a la hora de controlar el caos que se gesta, crece y acaba pariendo, cualquier proyecto. En particular los de software. ¿Habráse visto cosa más impertinente que un proyecto de software?
Con calificaciones de notable, incluso sobresaliente, concedidas a tres de los cuatro libros leídos del autor, queda su última novela publicada en español —que yo sepa—, y último libro de los que compré. Lo que puedo adelantar es que, tras leer 'Cadena crítica', avanzó de golpe bastantes puestos en la cola de espera. Ya veremos si cumple lo que promete.
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