Lo compré en el mismo sitio y al mismo tiempo que 'Alta diversión', y no me lo pensé mucho por ese «casi triunfa». Estoy un poco harto de todos esos libros que te venden milagros para hacerte rico, hacer mejor las cosas y, en definitiva, tener una fama que no te cabe ni en la casa ni en la cartera y que, al fin y al cabo, nunca sirve para nada. Pues si fuera tan fácil hacerse rico, todo el mundo lo sería. ¿No?
Gavin Griffiths saca rédito y se lucra escribiendo sus aventuras y desventuras siendo un emprendedor que se embarca en la industria pornográfica para demostrar que él también puede hacerlo (emprender). Y he de decir que en general el texto resulta ligeramente entretenido y ameno, pues escribir lo hace bien y de forma adecuadamente graciosa para lo que intenta transmitir: que la cosa no terminaba de cuajar y que no lo estaba pasando nada bien. Más se nota el buen humor al principio, con un arranque cargado de energía, a la par que de buenas intenciones, y que dura unas treinta o cuarenta páginas. A partir de ese punto la narración va decayendo y llega a aburrir un poco durante buena parte del texto, no consiguiendo mejorar demasiado hacia el final. Gracioso, repetitivo y predecible en un ochenta por ciento.
En primer lugar, no creo que el emprendedor sea mejor que los demás. Creo que el término debería ser tratado como una especie de mal, no como un término de admiración. Está demostrado que muchos emprendedores muestran tendencias levemente psicópatas, y que a menudo el motivo de trabajar para uno mismo es que este tipo de trabajo ofrece una vida comparativamente libre de disciplina externa. Además de hacer pedacitos a sus compañeros de instituto y de guardarlos en el congelador para reírse de ellos, la otra cosa que no gusta para nada a los psicópatas es la disciplina externa, ya sabe.
No significa que no tenga párrafos memorables, que los hay, ni que por ser menos humorístico tenga menos valor. Al final es un texto que intenta explicar y transmitir, en tono intencionalmente cómico, que emprender, intentar y fracasar no tiene por qué ser tan malo, después de todo; pues hasta de los errores habremos de aprender. Y que no hay peor fracaso que no intentarlo por miedo a fallar.
Un libro que si bien resulta ameno unos ratos e instructivo en otros, muchas veces coincidiendo, no deja de ser otro libro del montón, cuya principal característica original no es el de venderte el milagro crecepelo del siglo XXI, hacerse rico de la noche a la mañana, sino el de animar a cualquiera a intentarlo pese a que, con casi toda seguridad, acabará fracasando.
Recomendable para aquellos que ya hayan vivido la experiencia y quieran verse identificados en las penurias de un ajeno (mal de muchos…). O que no tengan nada mejor que leer. Para el resto, hay muchos libros que merecen más la pena el tiempo a invertir.
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