Hará dos años y cuatro meses que estoy trabajando en ésta empresa. Me contrataron como responsable de la delegación que abrían en Las Palmas, cargo similar al que ya ejercía en la empresa desde la que venía. En la anterior, pese a que siempre tuve buen rollo con los compañeros, me quedó la sensación de que me faltaba algo para ser un buen líder. De los errores se aprende, dicen, y de cara a acelerar el proceso, porque uno no iba a estar aprendiendo (solo) a base de meter la pata constantemente, me dediqué, mientras estuve en Madrid, a comprar libros sobre el asunto del liderazgo. Libros que dejé arrimados porque parecía que la cosa, al final, tampoco serviría de mucho. Al llegar me encontré con críos de guardería y, reconozco, nunca supe enderezar adecuadamente la situación. A veces creo que tendría que haber despedido a más de uno sobre la marcha. O haber dicho, directamente, que en esas condiciones no trabajaba. Pero eso será tema de otra entrada.
Entre los libros que compré estaba 'La paradoja'. No sabría decir el motivo que me llevó a comprarlo, salvo que me gustó el título. Lo curioso de todo esto es que, aunque me compré una jartá de libros en aquel entonces, recientemente es cuando he empezado a leerlos. Viendo la materia prima que tenía, ganas de liderar no había. Pero ya que los tenía, en algún momento habría que leerlo. Digo yo. Y la oportunidad se presentó en una de esos mencionados fines de semanas en el sur de la isla, exponiendo mi tripón al cálido sol tropical.
Simeón aprovechó la pregunta:El libro resulta entretenido. Se lee muy rápido y, aunque pueda parecer mentira, enseña algunas cosas que, planteadas de forma retrospectiva, parecen poseer esa lógica de perogrullo con la que se barnizan todas estas cosas. Todo parece siempre caer dentro del universo que conforma la lógica de perogrullo cuando lo miras retrospectivamente. Es lo que tiene el ser humano: «visto el burro todo el mundo es listo». La narración está planteada como un cuento. O como una novela corta. Es un recurso que se emplea constantemente en psicología y divulgación de gestión empresarial, por lo que he podido comprobar. Se supone que de esta forma se ameniza el aprendizaje y, para algunos, se consigue simpatizar con el personaje y sus vicisitudes. De esta forma, supongo, se evitan las barreras que imponemos cuando nos dicen lo que hay que hacer. Al fin y al cabo, lo que te cuentan le está sucediendo a otro, quien aprende a descubrir los errores en sus premisas y encuentra el camino para corregirlas. Y todo esto, si no tienes el intelecto como un corcho, resulta que te hace pensar en tus propios errores porque, al final, te ves identificado en el personaje. Eso es, al menos, la teoría. ¿Quién no se ablanda con los finales felices, repletos de platos llenos de perdices?
-Paradigma; bien, es una buena palabra. Los paradigmas son sencillamente patrones psicológicos, modelos, mapas que nos valen para no perder el rumbo en la vida. Nuestros paradigmas pueden ser útiles e incluso pueden salvarnos la vida si hacemos un uso apropiado de ellos. Pero también pueden llegar a ser peligrosos si los consideramos verdades inmutables que valen para todo, y los utilizamos como filtros de la información nueva y de la mudanza de los tiempos a lo largo de nuestra vida. Aferrarse a paradigmas obsoletos puede paralizarnos mientras el mundo avanza.
La temática del liderazgo es, desde mi experiencia, un aspecto bastante peliagudo por su complejidad. Al final no dejamos de tener que bregar con un océano de almas humanas y, ya se sabe, «cada uno es de su padre y de su madre». Esto hace que, muchas veces, tengamos que lidiar con gente cuyo máximo objetivo en la vida es «darte por culo» cada vez que abres la boca. Indistintamente de si tu argumentación es válida o no. Basta que tú lo digas para que esté, directamente, mal. Este libro no te ayudará a lidiar con este tipo de gente, pero al menos puede inspirarte para mejorar las relaciones con el resto, los que tienen unos objetivos más elevados en cuanto a su colaboración con la empresa.
En definitiva, un libro que recomiendo. Lo peor que puede pasar es que no te guste. Pero al ser tan relativamente corto, no llega a las doscientas páginas, eso puede suponer no más de un par de tardes de lectura.
4 comentarios:
Mi experiencia como "lider" también ha sido curiosa. Teniendo claro que me falta mucho por aprender, si en el material humano hay mucho "quemado" que pasa de la empresa o está cabreado con ella resulta muy difícil liderar.
Yo soy más de EX-TERMINATE, EX-TERMINATE, EX-TERMINATE y santas Pascuas. Bienvenido de nuevo al otro lado del Atlántico
Luis, en esos casos, y tras las experiencias recientes (de las que creo que hablaré más temprano que tarde), soy de la opinión de sulaco: exterminio. Uno no deja de aprender. De sus errores y de los ajenos, si se tiene la suerte de descubrir el patrón inherente a tiempo, pero en esta ocasión lo que percibí claramente es que hay gente que cree que las empresas tienen una serie de obligaciones para con ellos que nada tienen que ver con lo que es una relación bilateral y productiva. No olvidemos que las empresas tienen como meta ganar dinero.
sulaco, a veces no es mala filosofía empresarial. Lo malo es que aquí te dan un cogotazo si además los estresas. Es que son «recursos caros» y no es nada fácil sustituir a una persona rápidamente. Así que parece que el paradigma director es «traga». En un comentario de otra entrada decía que si en la Naturaleza aparece un nicho ecológico, acabarán produciéndose las mutaciones necesarias para que una especie lo aproveche. Es lo que pasa en esta y otras empresas del sector. El «capital humano» lleva al límite la relación empresa-empleado porque saben que a veces no queda más cojones que tragar si quieres que los proyectos salgan a tiempo.
Hay otra variante del "traga" y es que con lo que la empresa está dispuesta a pagar, tampoco tendrás muchas opciones para sustituir al recurso que te incordia.
Publicar un comentario