Sin embargo, si hay una novela de Christopher Moore —de las leídas hasta ahora— que está casi a la altura de la tan mencionada crónica de un ángel tonto es, y con diferencia hasta la fecha, 'El bufón'. Por el toque original con el que se dedica a revolcar, revolver y retorcer la hipertragedia y megadramón clásico de Shakespeare 'El rey Lear', y por la gran cantidad de momentos divertidos y carcajadas que uno suelta durante su lectura. Si en nuestro universo conocido a la materia le corresponde la antimateria, a 'El rey Lear' le corresponde, en justo y merecido primer lugar, 'El bufón', que en ésta adquiere el mayor de los protagonismo narrando las vicisitudes de todos los personajes en un tono de egoísta, descarada y cínica primera persona.
Reconozco que soy de espíritu crítico débil y que si un chiste o un párrafo cargado de prosa imaginativamente cómica, ocasionalmente rayando en lo soez, me pilla por sorpresa, la obra que lo contiene gana muchos puntos en mi marcador personal. Con 'El bufón' tropecé con algunos de esos párrafos que pasarán a mi colección de momentos de lectura geniales y de atragantadera por risa descontrolada. En estas ocasiones doy gracias si la carcajada tonta me pilla en la intimidad de mi casa y no en el transporte público. (Aclaro que evito elegir esos párrafos para acompañar mis reseñas por aquello de favorecer que posibles, aunque improbables, lectores disfruten de ese mismo placer del descubrimiento abrupto y de la carcajada espontánea).
—Nada de eso, muchacho, nada tan sórdido como la política. Lo nuestro es venganza pura y dura. A nosotras la política y la sucesión nos importa un comino.
—Pero vosotras sois el mal encarnado y triplicado, ¿no es cierto? —pregunté yo, respetuoso. Los méritos hay que reconocerlos.
—Sí, lo nuestro es el mal, pero no llegamos a tanto como para meternos en política. Mejor lanzar contra las piedras el cerebro de un recién nacido que hervir en esa caldera de ordinariez y vulgaridad.
'El bufón', penúltimo libro editado en castellano hasta la fecha, y cargado con cantidades industriales de humor negro del más burro que uno pueda esperar y desear, es una novela que merece la pena leer y que garantiza unas buenas horas de divertimento superficial e insustancial. De ese mismo humor superficial e insustancial que tanto aprecia el hedonista medio. Grupo generacional en el que me incluyo. Novela totalmente recomendada.
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