miércoles, 2 de diciembre de 2009

'Rechicero'

Hace tiempo que tengo aparcada la serie Mundodisco, libros divertidos del genial Terry Pratchett. Aunque yo empecé leyéndolos de forma algo desorganizada al principio (en realidad me leí dos que vendrían a caer casi en medio de la colección), al poco comencé a leerlos desde el principio. Tal como voy publicando las reseñas. En orden.

El quinto libro de la serie es 'Rechicero', tercero de la saga del hilarante Rincewind, cobarde como pocos -bueno, he conocido alguno que lo es más-, pero con talento sobrenatural para meterse en todos los berenjenales en los que se puede meter alguien en el universo alternativo del descomunal platillo de tierra que sobrevuela el cosmos apoyado sobre cuatro descomunales elefantes que no hacen gran cosa sobre una aún más descomunal tortuga de dimensiones planetarias. Sin olvidarnos de su fiel -más por necesidad que por elección propia- Equipaje, singular complemento de viaje que una vez más hará de las suyas durante las desventuras del protagonista.

Rincewind apartó la visa. En cuestión de magia, era un perfecto inútil, pero tenía un cien por cien de éxito a la hora de seguir con vida hasta aquel momento, y no quería estropear el récord. Lo único que necesitaba era aprender a nadar en el tiempo necesario para lanzarse al mar. Valía la pena intentarlo.

Creo haber dicho ya en alguna ocasión que la prosa de Pratchett no es nada del otro mundo (ni del otro mundodisco). Más bien cae dentro de lo simplón en la mayoría de las ocasiones. Pero no desmerezcamos lo simple por el simple -valga la redundancia- hecho de serlo. Lo genial de Terry Pratchett no es su prosa, no, es la forma tan única de coger una idea que la mayoría de la gente acepta de una forma y no se plantearía la posibilidad de que fuera de otra, y conseguir darle la vuelta hasta descolocarla, consiguiendo, empero, que parezca de lo más natural en un universo que, por risible, acabas dando por naturalmente aceptable. Así no es extraño que lo que debería ser la antítesis, lo contrario hecho carne, de Conan, sea una chica de formas voluptuosas, con aspiraciones de llegar a ser una gran experta en peluquería, pero que por arte y gracia de los párrafos del autor, no podría ser más parecida a aquello de lo que debería ser opuesto. Un Conan que en su versión femenina acabará siendo Conina, cuya genética la convierte irremediablemente en una máquina de dar pescuezones a diestro y siniestro, pese a que su verdadera vocación serían los cortes exóticos y los cuidados avanzados del cabello. Un cándido ejemplo de cómo la bestia puede habitar dentro de la bella o, si fuera Punset el que lo dijera, de cómo los genes se imponen a las aspiraciones.

En fin, otra de esas novelas de Pratchett que, sin aspirar a merecer algún premio renombrado en los círculos elitistas de literatura, de bien seguro acabará por provocar más de una carcajada. Algo tan necesario en nuestros tiempo de miras estrechas y almas encogidas.

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