lunes, 15 de marzo de 2010

'Eric'

La novena novela de la saga Mundodisco no me ha gustado. Pero nada de nada. Siendo bastante corta para lo que es la media de las novelas de esta saga, estuve a punto de dejarla un par de veces.

Terry Pratchett retoma las andaduras del inútil Rincewind y su inseparable baúl ciempiés llamado Equipaje allí donde acabó en la novela anterior, 'Rechicero', y que es traído de vuelta a esta dimensión en 'Fausto Eric', por gracia y obra de un niño con ganas de practicar las artes arcanas de invocación demoniaca. Lo que les hace andar dando saltos en el espacio y el tiempo durante toda la obra que, por fortuna para el lector —o para mí, que era lo importante— apenas llega a las ciento sesenta páginas. Aunque a mí se me antojaron mil seiscientas.

Puede que la explicación a que tardaran tanto en traducirla, basándome en la información que hay en la Wikipedia, se deba a que es una mala novela que no hace justicia al resto de las publicadas en Mundodisco, en general, ni al arco argumental del propio Rincewind, es particular. Quince años tardaron, indica la enciclopedia libre, desde que la publicaron en inglés hasta que lo hicieron en España, en 2005. Mientras se decidían a traducir, a la lengua materna del que escribe esta entrada, tan rancia literatura se publicaron las siete siguientes. Tras leer el libro me pregunto si no hubiera sido mejor para la Humanidad dejarla reposar en su lengua de publicación original y no intranquilizar a los que, por ignorancia y dejadez, optaron por saltarse el estudio de la lengua de Shakespeare.

En las selvas de Klatch central hay ciertamente reinos perdidos de misteriosas princesas amazonas que capturan a los exploradores varones para que cumplan con deberes específicamente masculinos. Se trata de deberes rigurosos y agotadores y las víctimas infortunadas no duran mucho.

En fin y definitiva, un traspié en la trayectoria impoluta y de calidad hasta el momento creciente de la saga, que hasta justo esta, había siempre ido a mejor con cada entrega, llegando hasta el máximo, espero que de momento, justo en la anterior, '¡Guardias! ¿Guardias?'. Habremos de suponer que, siendo una saga tan longeva como lo es, que ya ha superado la treintena, esta novela no supondrá más que una excepción que confirma la regla y que las que habrán de venir serán de mejor calidad. Algo que no es, empero, difícil, siendo este libro bastante malo. Totalmente prescindible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No he seguido nunca la saga de Mundodisco aunque ya la conozco desde hace años por un amigo muy aficionado a ella y que, casualmente, es informático.

En aquel momento no me llamó la atención porque me pareció, tengo que reconocer con vergüenza, infantil. Desde esos días de instituto no había vuelto a oír hablar de la saga hasta que caí en las redes de esta página.

Aunque esta última crítica resulta desalentadora, he tenido la fortuna de que no ha sido la primera que he leído en este blog sobre la misma serie. Poco tiempo llevo visitando esta bitácora y ya ha conseguido despertar en mi el interés en la lectura de esta saga que, por prejuicios o por mi juventud -seguramente ambas cosas-, no quise iniciar hace unos años.

Aprovecho la ocasión para alimentar la egolatría del que escribe este blog, felicitándole por saber enganchar a un nuevo lector con sus pensamientos cotidianos y sus lecturas favoritas.

Saludos.

Uno+Cero dijo...

Gracias por tu comentario, ladronadecalcetines. Siempre se agradecen las nuevas visitas a este mi pequeño rincón.

No has de sentir vergüenza por un sentimiento que todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido. Rechazando aquello que parece infantil nos consagramos a ese sentir que despierta la incipiente madurez. Al poco te acabas dando cuenta que es otra gilipollez más. Resulta cansino andar todo el tiempo haciendo el hombre maduro. Al menos así fue en mi caso. Yo soy infantil, infantilón, infantiloide y, para rematar, un niño grande al que le gusta gamberrear, bromear, juguetear y reírse cada vez que se le presenta la oportunidad. Y, cuando queda tiempo, me pongo serio y hablo de Nitzsche, Adam Smith, Kant, Aristóteles, etc., etc. Aunque mi preferido seguirá siendo Marx, Groucho Marx.

En esta saga de libros no hay que buscar grandes verdades. Tampoco elevadas intenciones. Es, de principio a fin, un pasatiempo. Pero, hete aquí la casualidad, que sí que uno encuentra a veces algún giro sarcástico, alguna ironía mundana, algún guiño burlesco a la realidad, que es aplicable a nuestro propio universo. Giros y burlas que sólo podría pillar alguien con algo más de bagaje existencial. Vamos, que el público destino es, claramente, personas que no esperan gran cosa de esta literatura pero que están dispuestos a echarse unas risas con el humor (casi)inteligente del autor.